Cine-mundial (1943)

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sensacionales. A mi pariente le apenó mucho enterarse de todo esto. — | Tan amigos que éramos!—me dijo. —A un señor General, ya no puedo tratarlo como antes. . . OMO ya se ha dicho en estas columnas, aquí al lado de la oficina hay un Banco de fama internacional: donde a cada rato ocurren sucesos que se salen de lo ordinario. Una veces porque llega un presidente de república, o un arzobispo, o un príncipe, que viene a depositar dinero o cobrar un cheque entre guardias, escolta de motocicletas y los pitazos de reglamento, que ya tienen a esta redacción medio trastornada. Otras, porque la policía se abalanza sobre algún desgraciado de mala catadura, que anda merodeando por los alrededores. Un traductor portugués de aspecto tenebroso, pero inofensivo, por un poco da con sus huesos en la cárcel por detenerse en la esquina a flirtear con las muchachas que pasaban. El otro día, al salir a almorzar, vi a un señor de cara conocida que se dirigía al Banco. Me paré en seco y me le quedé mirando, tratando de recordar dónde rayos lo había visto antes. El siguió su camino, pero sin perderme de vista con el rabillo del ojo; y al llegar a la puerta del Banco, el portero y un detective que siempre está apostado allí lo llamaron por su nombre y lo saludaron efusivamente. Resultado: que entre devolver el saludo a estos dos sujetos, sonreír a una vieja que también lo había reconocido, y mirarme a mí de soslayo por si acaso iniciaba alguna maniobra sospechosa, el hombre dió un tropezón y rodó por tierra. La vieja pegó un chi EL MEDICO.—Señora, le aseguro que está usted perfectamente bien. Lo que usted necesita es descanso. LA SEÑORA.—Pero, doctor; ¿se ha fijado usted bien en mi lengua? EL MEDICO.—Sí, señora. necesita descanso! ¡También ella Marzo, 1943 Un aspecto del cocktail que ofreció recientemente el Sr. Miguel Machinandiarena, Jefe de la Empresa D.P., en los Estudios San Miguel de Bella Vista, cerca de Buenos Aires, para festejar la terminación del rodaje de "La Guerra Gaucha", película de tendencias panamericanistas. En la instantánea aparecen el Sr. Machinandiarena, el delegado de la Embajada de los Estados Unidos, el delegado de la Embajada de Méjico y el Ministro de Hacienda de la Provincia de Buenos Aires; y entre los intérpretes y autores, reconocemos a Pedro Miguel Obligado, Elisa Galve y Amelia Bence. MN 2% С) = A ^ КО" CN La ~ CN LA ESPOSA.—¡Pero, Manolo, este no es nuestro hijo. ¡Te has equivocado de coche! EL MARIDO.—¡Cállate, mujer! ¿No ves que éste tiene zunchos de gomas? llido; y mientras el portero y el detective lo ayudaban a incorporarse, yo salí disparado porque ni desde el suelo me quitaba la vista de encima, y ya me tenía nervioso. Era Frank Buck, el cazador de fieras que se ha hecho célebre por sus películas. ICE el periodista Hoffman que en Hollywood hay una anciana de noventa años, abuela de un “extra,” que sale al parque todos los días, se cuida y se acicala con esmero, y parece un personaje de pelicula. Está llena de achaques, ha sufrido enfermedades graves, y los médicos la han dasahuciado varias veces; pero tiene una voluntad de acero y siempre recupera la salud. Este apego a la vida se debe a un incidente que ocurrió hace medio siglo, cuando su marido—que aún vive y ha cumplido noventa y cinco afios—tuvo cierto desliz con otra dama, y como consecuencia vino al mundo un chiquillo. Este hijo natural resultó bueno, aplicado y excesivamente religioso, tanto que ingresó en un seminario y es hoy uno de los sacerdotes más queridos y respetados de California. La esposa legítima tuvo un par de hijos, dos balas perdidas que no han hecho más que dar disgustos a la familia, y a quienes la policía ya hubiera echado el guante de no ser por la influencia del hermanastro. La madre de éste también tiene noventa años y vive en Cleveland; y la viejita del cuento compra todos los días un periódico de esa ciudad y se lee las notas necrológicas a ver si ha fallecido la otra. Se le ha metido en la cabeza que ella по ha de morir antes, para “darse el gusto,” cuando le llegue su hora, de temer unos funerales mucho más lujosos que los de su antigua rival. e ICE Jimmy Fidler que entre los cómi cos del Cine no hay ninguno que se quemara las pestañas estudiando. Chaplin trabajaba en los Music Halls de Londres cuando los niños de su edad aprendian las primeras letras. Wallace Beery se escapó de la escuela y se metió en un circo. Fatty Arbuckle, Harry Langdon, Buster Keaton, Eddie Cantor y Lloyd Hamilton salieron del colegio a escobazos. Lou Costello y Bob Hope sólo vieron los libros por el forro. ú Según el director Griffith, gue fué a la universidad y es licenciado o doctor en algo, la experiencia sobre las tablas es lo único que beneficia al actor cómico; y la enseñanza adquirida en las aulas los echa a perder, porque refrena la libre expresión de los disparates que hacen reír al público. DICE otro periodista, cuyo nombre se me escapa en este momento, que puede llamarse intelectual toda aquella persona que ve un chorizo en reposo sobre un plato y se figura que es un cuadro de Picasso. HORA que no se diga que el “Broadway” de este mes no viene interesante. Casi todo lo que lleva se lo he pedido prestado a los escritores que más alto se cotizan en la Prensa neoyorquina. Página 99