Cine-mundial (1943)

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El secreto de la Hermana Blanca Por Elena OS nazis invadieron Noruega. Y en la paz de los “fjords” se sintió la sacudida de su dominio brutal. En una pequeña aldea, un puñado de hombres se rebela contra la tiranía, y bajo la dirección del Eric Toresen, logran escapar a Inglaterra en busca de la ayuda de los Comandos. Pero antes de recibirla, los habitantes de la aldea sufren toda clase de persecuciones y martirios a manos del invasor. бе asesina y se encarcela, sin motivo y sin piedad, a los pacíficos noruegos, para los que la vida era plácida y amable poco antes. Johan Bergesen es una de las víctimas y los bárbaros invasores le arrancan por la fuerza de los brazos de la esposa para internarlo y martirizarlo en un campo de concentración. Cuando vuelve a salir a la luz, es otro hombre. En unos cuantos días Página 102 de la Torre ha envejecido veinte años; y al presentarse de nuevo ante la esposa, ésta no le reconoce. La escena es de una emoción indescriptible y nos rendimos al realismo con que la in terpretan los artistas. Cuando la esposa dolorida abre sus brazos para recibir en ellos al mártir, Johan tiene una frase irónica: “Es una suerte, dice, que yo nunca haya sido un buen mozo. El cambio no es así tan amargo.” El director John Farrow, a cuyo lado nos hallamos, queda satisfechisimo de la actuación. Los actores han interpretado fielmente su sentir y han dado a la escena todo el trágico colorido que necesitaba. El director les felicita. Ray Collins (Johan Bergesen), agradece los elogios del director. La esposa sonríe satisfecha al recibirlos. Pero, ¿quién es la esposa? . . . Nosotros recordamos sus facciones como Ultimo retrato de la eminente (a pocas actrices se puede llamar así) Lillian Gish, que figura en la producción de Columbia "Los Comandos". : de tiempos lejanos. Ni su rostro, ni su figura delicada, ni su maquillaje sin exageraciones, son del momento actual. Es una figura sutil y alada, como la de un hada de cuento. Escudrifíamos en la memoria y cuando vamos a preguntar a John Farrow por su nombre, se hace repentinamente la luz en nuestra mente: es Lillian Gish, la artista inolvidable del cine mudo, retirada de la pantalla desde el advenimiento de cine hablado, en cuyas excelencias no creía ella, como no creíamos nosotros, en sus comienzos. Al terminares la escena de “Los Comandos,”” magnífica película de la Columbia que tiene como protagonista a Paul Muni, cuya filmación emocionante acabamos de presenciar, es la figura de Lillian Gish la que más nos interesa y hacia su camarín nos dirigimos para esperarla. En el camarín la espera también un conocido nuestro, cuya presencia en aquel lugar es hoy nuestra segunda sorpresa. Es él Lilo Yarzun, el joven artista cubano, que acaba de tomar parte en la película de la Paramount “Por quien doblan las campanas,” en el papel de Joaquín. —¿Qué hace usted aquí?—le preguntamos. —Espero a Lillian—nos contesta sencillamente. Y cuando Lillian llega, estrecha efusivamente a Lilo en sus brazos. —Lilo es mi ahijado espiritual hace muchos años—nos dice la artista. (Continúa en la página 131) Lillian Gish, con Lilo, su "ahijado espiritual", en los jardines de "Pickfair", palaciega residencia de Mary Pickford en Beverly Hills. Cine-Mundial