Cine-mundial (1943)

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Postales de Hollywood SE Xtr an Por un Lo mejor es enemigo de lo bueno Lo BUENO era un plato de frijoles, gracias a Raul que habia tenido la prevision de acaparar unas cuantas libritas de la suculenta leguminosa, al oler que la escasez de todo se nos venia encima, porque, como buen cubano, no considera que ha comido si no hay frijoles para acompañar al arroz, al picadillo o a cualquier otro plato fundamental de nuestras comidas. Yo confieso que a mi los frijoles no me convencen y que los como únicamente cuando vienen aderezados con la salsa aquella de la famosa copla de una antigua zarzuela del llamado “género chico”: “Estas son lentejas, si las quieres las comes y si по las dejas.” Con esto del voraz apetito que da la guerra a moros y cristianos de acá y de allá y de todos los países del mundo, nos hemos quedado con los mercados vacíos, y dichoso aquél que, como mi compañero Raúl, se contenta con frijoles, que es lo único que a estas fechas se consigue todavía por acá en abundancia. Ahora comprendo la sabiduría azteca de los mejicanos y de los indígenas de nuestra Veterano América, cuya alimentación casi exclusiva consiste en la habichuelita esa. ¡Adiós solomillos y bisteks; adiós longanizas y costilletas de puerco, filetes de ternera empanados y picadillos sabrosos! . . . “¡Non ti vedró mai piu!”, como dice la celeste Aida en su trágica y divina romanza, añorando la Etiopía, que con el correr de los siglos se ha puesto tan de moda. ¡Frijoles a medio día, frijoles por la noche—con lo pesados que a mí me caen— hoy, mañana y todos los días, desde hace más de un mes! . . . La cosa estaba ya como para decidirse a pedir plaza de voluntario en el ejército, y me hallaba dispuesto a hacerlo, cuando se han truncado mis planes al recibirse la orden de que los viejos de 38 años para arriba tienen que quedarse en casita. ¡Para nada servimos en el mundo de la acción, de las hazafias y de los heroísmos! ; Mísera vejez prematura que nos llega cuando nos creíamos en lo más florido de nuestra juventud! —; Qué haces, Raúl?—le pregunté ayer a mi amigo, viéndole manipular las cacero st “RESTAURANT y | | las еп la cocina. —Chico, estoy preparando los frijoles para el almuerzo—me contestó. Yo no sé lo que se sentí en el estómago, que me dió un vuelco y me puse lívido. Y cuando parecia que me iba a desmayar de desfallecimiento ante la perspectiva del potaje, sono el teléfono y corrí al aparato. —Hablan del Central Casting—dijeron en el aparato.—Preséntense en seguida vestidos de frac en la Warner, para la escena de un banquete. Yo ví el cielo abierto. бе me pasó la aguarija como por encanto y me vesti más que de prisa. Raúl soltó las cacerolas y los | cucharones y en menos que canta un gallo estuvimos listos. Ya sabemos los “extras” lo que estas llamadas urgentes significan. Significan una comida opípara, por todo lo alto. Es decir, eso significaban . . . jhasta ayer! Significaban que podíamos hartarnos de manjares, de fiambres, de pollos asados, de mayonesas, de gelatinas y de otras exquisiteces, mientras transcurrían las plácidas horas de la filmación de una escena, que a veces dura un par de dias consecutivos. Y cada vez que la escena se repetía, porque se equivocaba una estrella, o se trabucaba un astro, o se le antojaba al director, los “extras” aprovechábamos la ocasión para pinchar de nuevo algün postre o manjar. Y bebíamos sendos vasos de vino, o, para decir verdad, sendos vasos de coca-cola, que para los efectos de la cámara tiene el mismo color que el vino. Una vez en el Estudio, ya vestidos y empelucados, nos sentamos a la mesa del lujoso comedor, donde se celebraba nada menos que un banquete de Estado, en el que hacíamos el papel de embajadores y ministros, con sus linajudas damas respectivas; es decir, de “gourmets” de alto vuelo, de los que no se conforman con bagatelas, sino con lo más fino de lo fino. (Continúa en la página 134) Cine-Mundial