Cine-mundial (1943)

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Las señoras se han quedado sin corsés y se ha ordenado el reclutamiento de las palomas. El Ejército de los Estados Unidos las reclama. En la casa donde hay hijos de más de 18 años y un palomar, la guerra se lleva a unos y a otros. Por supuesto que la paloma tendrá derecho a lanzar una mirada despreciativa al perro y al gato, animales domésticos que se quedarán en casa con los viejos y los inútiles. La paloma mensajera, en la guerra, tiene una tradición histórica. De todas las aves, es la única militar. Ahora se comprende por qué las palomas tienen ese aire marcial cuando Página 136 picotean. Cuando marchan en sus dos patitas parecen hacerlo al ritmo del tambor. Y esa mirada alerta e inteligente del pichón, es toda una mirada de centinela. Las palomas mensajeras son los carteros de la guerra y desempeñan su función con una fidelidad y una destreza que para sí quisieran muchas tropas. En primer lugar, las palomas, sin esperar proclamas de Stalin, no retroceden nunca. No parece sino que desde pequeñitas, en el nido, les han imbuído el lema de los exploradores infantiles: “¡Siempre adelante!” Otra ventaja que poseen los pichones sobre los soldados es que, de ocurrirles alguna desgracia—un tiro certero, un temporal—y morir, uno se los puede comer cocinados con arroz que están exquisitos, cosa que jamás se puede hacer con un artillero o un aviador siquiera. La diferencia entre las palomas y los demás militares es que aquéllas nacen sabiendo y con inteligencia y a éstos últimos hay que meterlos, de chicos, en la escuela para irlos desasnando. Se puede asegurar, para dar fe de la integridad palombina, que ninguna de estas admirables aves se comporta jamás como un Laval. La paloma mensajera es honrada a carta cabal. Y cuando se le encomienda un parte, nunca dice que по. ¿No se han fijado ustedes que las palomas cuando andan van siempre diciendo que sí con la cabeza? Claro que esto no es un signo infalible:de sapiencia, porque los borricos caminan igualmente haciendo una señal afirmativa con la cabeza. Los 40.000 palomares que se calcula que existen en los Estados Unidos de la especie apropiada para llevar mensajes, están en pie de guerra. Los soldados entran en servicio activo a los 18 años. Las palomas a las cuatro semanas de haber nacido. Casi, casi le da a uno vergüenza no ser pichón. А Existe un cuartel general de las palomas mensajeras norteamericanas. Allí una compañía militar compuesta de 150 hombres las adiestra para la conducción de partes en campaña. No necesitan las aves saber leer ni escribir, y, sin embargo, nunca se pierden de dirección. Tampoco entienden la brújula mi la rosa de los vientos. Pensando en estos detalles uno se siente bastante inferior a las palomas. Y como éstas no hablan, tampoco pueden murmurar del prójimo. Son, en suma, verdaderas alhajas vivientes. Decía antes que las palomas mensajeras tienen su tradición militar. Lo que no tienen son libros de Historia ni catedráticos de Historia. ¡Felices palomas! En el sitio de París, en 1871, se utilizaron estos preciosos animales. Por cierto que los alemanes que ya por el 1871 eran bastante crueles, las combatían adiestrando gavilanes para que las picoteasen. O sea que el gavilán entonces venía a representar contra la paloma una especia de unidad antiaérea. En esta guerra los alemanes las han utilizado en los submarinos, cuando les resulta peligroso comunicarse por radio, a fin de transmitir mensajes a las costas. Así se explican ciertos misterios de aprovisionamiento submarino, Ni las balas, ni el ruído de los cañonazos o los torpedos intimida a las palomas. Ni el fuego. Son héroes por naturaleza y sin la esperanza de que les cuelguen ninguna medalla. Nunca piensan en ascensos. Lo dan generosamente todo y sólo ambicionan, en recompensa, unos granitos de alpiste. Nada de banquetes ni de discursos laudatorios. Estatuas sí. “Cher ami,’ una paloma que vivió durante la primera guerra europea, tiene su estatua, muy gallarda el ave, con una patita en alto. Еп 1918 un grupo de 200 soldados norteamericanos se encontraba copado por los alemanes y tenían que aguantar no solamente los disparos de la artillería enemiga sino los de la propia, que ignoraba su paradero. Aquel grupo de héroes pasó a la historia con el sobrenombre del “batallón perdido." Soltaron, en aquella angustiosa situación, la última paloma mensajera de que disponían, “Cher ami.” El fuego era intensísimo y vieron los sitiados cómo el avecilla se elevaba en medio de las balas, las llamas y el humo de la refriega. Un disparo partió una de las patitas del animal. Ya queda dicho que tienen sangre de héroe. Veinticinco minutos después, con una pata desgajada, llegaba con el mensaje al cuartel general norteamericano. Gracias a “Cher ami," el “batallón perdido” pudo ser encontrado y salvado. Nada arredra a estas palomas como no sea el temporal, la niebla o los reflectores que al entorpecer su visión, les impide continuar el vuelo. Pero no sin antes intentar seguir la ruta. Más milagroso si se piensa que nadie les ha dado conferencias sobre el poder de la voluntad. Algunas palomas son adiestradas para el servicio aéreo. Viajan en los aeroplanos militares en calidad de pasajeras. Los únicos turistas en tiempo de guerra. Los aviones son de observación y reconocimiento. El film de las fotos que se obtienen del terreno enemigo, los pichones lo transportan al palomar del cuartel general. Por cierto que lo llevan, dentro de un canuto, a la espalda, como la mochila de un soldado. ¡Lástima que en esta guerra no se pueda adiestrar también a los mosquitos! Cine-Mundial