Cine-mundial (1943)

el gentío cubre por completo las aceras, de varios metros de ancho, y se desborda por la calle en masas que a la policía le cuesta trabajo dominar y mantener en fila. Para los vehículos, la parte central de Broadway resulta hoy la vía más angosta de Nueva York. N los terrenos donde se levantaba la Ferial Mundial hace tres años, en el sitio destinado entonces para estacionar automóviles, se ven varias manzanas atestadas de carretillas. Debe haber lo menos diez mil, y no sé en qué las estarán empleando. De los edificios, quedan muy pocos en pié. Lo único que se ve desde el tren es la torre de filigrana de hierro del pabellón de Polonia. N la cinta “El Fantasma de la Opera,” que la Universal rueda en Hollywood en estos momentos, trabajan de “extras” William Desmond, Eddy Polo, Grace Cunard y Maurice Costello. El lector se preguntará quiénes son y por qué se les menciona; y eso revela lo efímera que es la fama en el Cine. En su tiempo, estuvieron a la altura de Clark Gagle, Betty Davis, Diana Durbin o Gary Cooper. N cuento, que dicen que es verídico. Se murió un señor de buena posición un una ciudad del interior de los Estados Unidos, y dejó dos cartas: una dirigida al amo de la funeraria, y la otra para que la leyera un notario en alta voz en presencia de los sus deudos y amigos inmediatamente después de despedirse el duelo. El de las pompas fúnebres abrió su carta y vió que se le ordenaba que el féretro saliera de la capilla mortuoria rumbo al cementerio a las cinco de la mañana, ni un minuto más ni un minuto menos; y en la otra carta, el finado legaba todos sus bienes por partes iguales a los que se levan taran tan temprano para ir a su entierro. OR casualidad, no iban los artistas de cine George Murphy y Cary Grant en el avión de pasajeros que se hizo trizas en Lisboa hace un par de meses. Grant ya tenia su equipaje a bordo, y estaba esperando la salida en el aeropuerto, cuando le entregaron una contraorden que le obligaba a permanecer una semana más en Nueva York. N Cairo, a uno de los corresponsales americanos se le ocurrió alquilar un camello e irse a ver de cerca las pirámides. Al llegar, se desmontó y le preguntó al guía: —; Cómo se llama este camello? Abril, 1943 4 „м ж Durante una corrida de toros en la gran plaza de Méjico, Ann Sheridan, en traje charro, acompañada de Oscar Brooks, gerente de la sucursal de la Warner; de su secretar.a y de Alex Buelma, que dirige con acierto el Negociado de Turismo en la vecina república. : —Se llama Greta Garbo—contestó el arabe. AHATMA GHANDI, todo huesos y pellejo, debe haber tenido una constitucion de acero. Vivir tres semanas sin comer y solo bebiendo agua es algo muy serio—casi un milagro en un anciano de 73 años que ya en su estado normal parece un esqueleto. Un actor amigo mío, joven y muy dado a la gimnasia, se leyó en un libro que los ayunos fortificaban el organismo; y quiso ponerse a dieta de jugo de naranja durante veinte días. Tuvo que parar la carreta a medio camino, porque se iba derecho al otro barrio. —¿Y, qué dice tu esposa cuando llegas tan tarde a tu casa? —No tengo esposa. —jCaray! ¿Y entonces por qué te estás en la calle hasta tan tarde? I la guerra no termina en una serie de componendas y la derrota del Eje es completa, como todos esperamos, estoy seguro de que vamos a presenciar algo nunca visto. No me refiero a Italia o Alemania. “Todos sabemos lo que va a suceder ahi en cuanto se les metan en casa y comiencen a apretarlos de veras. El Japón es la incógnita. Fuí al colegio con varios japoneses y me consta que piensan como si fueran habitantes de otro planeta, y que se les ocurren las maniobras más estramboticas. Es casi seguro que pelearán hasta que les hundan la marina y les exterminen medio ejército; pero cuando se vean perdidos, по me extrañaría que se suiciden los generales, políticos, banqueros y demás personajes de relieve; o que el Emperador mande a buscar uno de los muchos curas que tiene presos, se arrodille ante él con toda su corte, le bese la mano y declare que desde aquel momento el país en masa se ha convertido al Cristianismo—y que, además, se compromete a cortarle la cabeza al primero de sus súbditos que no vaya a la iglesia los domingos. ¿Qué harían los jefes de las Naciones Unidas ante un pastel semejante? Habrá quien al leer los párrafos anteriores se diga: “Este Hermida se está volviendo loco"; pero no hay tal. Cosas aün más raras se resenan en la historia del Japón. Página 147