Cine-mundial (1944)

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Nueva York NO es una Ciudad Hostil Por B. Fernández Aldana Hace dos afios entrevisté, en los microfonos de una emisora neoyorquina, a una conocida artista suramericana. Durante la charla, la simpatica actriz me hizo algunas confesiones interesantes, pero, al terminar el programa con un gesto, mezcla de orgullo y de impotencia, me dijo ante mi natural extrañeza: “Nueva York es una ciudad hostil.” Me quedé perplejo al oir aquella afirmacion, producto de la amargura de la entrevistada, pero me hicieron pensar sus palabras. Y por eso, muchas veces me he preguntado: éEs, en verdad, Nueva York una ciudad inhospitalaria? Mi autorespuesta ha sido siempre rotundamente negativa. Y no hablo con pasion de agradecimiento, ni siquiera con un alarde de “snobismo.” Muy al contrario. Mis Página 174 claros silogismos me han llevado hasta esta conclusión definitiva. Ha sido el examen de la extraña confesión de la citada artista, el que más me ha ayudado a llegar a este concreto raciocinio, sin premisas lógicas. Acostumbrada al triunfo fácil en su país, mi entrevistada pensó que su nombre de gloria local pudiera haber pasado las fronteras. Y llegó un buen día por la estación de Pensylvania, ansiosa de lucir su nombre artístico en los famosos teatros de Broadway. Pero entre el calor de algunos amables paisanos, terminó sus sueños de gloria en una alegre pensión del bohemio Village. Idéntico proceso han sufrido muchos artistas consagrados en los países del Sur que han fracasado en Broadway o en Hollywood. Porque ellos no han pensado antes de lanzarse a la aventura que esta es una Millares de españoles congregados en el corazón de su barrio neoyorquino, en Cherry Street, con motivo de una fiesta callejera. Foto Pérez. ciudad de casi 8 millones de habitantes, donde llegan diariamente muchos centenares de “gambusinos” buscadores del oro brillante de la Gran Vía Blanca. Y casi todos ellos vienen sabiendo de antemano que les esperan días de sacrificios y que Nueva York triplica la población de la mayoría de las capitales mundiales, siendo por lo tanto muy alarmante el coeficiente del triunfo en esta “Babel de hierro.” Es por eso que cuando no se trae el bagaje de la adulación casera, son menos las dificultades en esta ciudad de “self-made men” (hombres hechos por sí mismos), donde en cada esquina hay una oportunidad que es necesario atrapar. Porque aquí, sobre todo, hay que saber esperar con resignación como hacen esos corpulentos muchachos que a diario aguantan los puñetazos de los entrenadores, en el “ring” de ensayo del Gimnasio de la 8a Avenida, pensando en que un buen día podrán salir triunfadores por la puerta del Madison Square Garden; como también saben esperar esas muchachas de los Estados, triunfadoras en concursos de belleza provincial, y que lucen sus esculturales formas en comedias y cabarets, esperando que Hegue el “buscador de talentos” y las encuentre perfectas de acuerdo con el código estético de Hollywood. Y sobre todo, hay que venir a conquistar al público norteamericano hablándole en su propio idioma. Nosotros, en Méjico, en Buenos Aires o en la Habana, consideraríamos absurdo que un famoso actor de (Continúa en la página 199) Cine-Mundial | | | Al