Cine-mundial (1944)

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La Vigjog Impenitente Por León Al ( CUALQUIERA que la viera con su perro, vestida con elegancia, maquillada con gusto, sencilla, reposada en el hablar, nunca sospecharía que sus ojos azules han recorrido el mundo de un extremo a otro. Charlotte Gilbert es un libro de viajes con figura humana. Ella misma nos lo cuenta tomando un coñac en “Fornos,” el simpático restaurante español de Nueva York, como preludio a un copioso yantar. —Cuando yo estaba en Tibet... Va dejando caer las notas del recuerdo de sus viajes como quien deshoja una flor, con cierta tristeza de añoranza en sus ojos. —Aquel viaje que hice en carreta, camino de la Patagonia... Y hace las alabanzas del poncho montaraz que la cubría. Charlotte Gilbert ha viajado sola por todo el mundo y no hace de ello alarde. Es una mujer de refinada educación, adquirida Página 184 Poy Arriba, en -las afueras de Punta Arenas, Patagonia. Charlotte Castilla", y estos carneros que se ven detrás de ella van camino de la estancia al frigorífico. A la derecha, Charlotte Gilbert y su perrito "Bucky fotografiados en una plaza de Guayaquil, Ecuador. Charlotte Gilbert, la viajera impenitente, en el Paseo del Prado de la Habana acompañada de "Bucky", su famoso perro amaestrado. "Bucky" “Manta en numerosos viajes por este planeta, que, la verdad sea dicha, le viene pequeño. Ha recorrido los lugares más interesantes del globo. Ha quedado cautivada de la gentileza de las gentes orientales, ha visto de cerca la tristeza de la tragedia de las etapas rusas, ha llegado a las zonas glaciales del Artico y se ha internado, valerosa, en las selvas de Tierra del Fuego. Conoce diez o doce idiomas y cuan| do se le pregunta cuál es el país que más ha llegado a su corazón, responde sin vacilar: —Cuba. No sabría explicar la razón. Quizá sea porque combina su belleza natural con la amabilidad de sus habitantes. | Sonreímos. Vislumbramos el idilio, el embrujo de las noches tropicales, los paseos amorosos a lo largo del Malecón, las palabras dulces de... —No es el “romance”—replica.—No he visitado ningún pais con la idea de buscar exó| ticas aventuras amorosas. Yo recorro los pueblos para saturarme de su ambiente, y Cuba ha sabido ceñirme más que ningún otro esa malla invisible de la simpatía que como digo es difícil de explicar. Y Una luna de miel frustrada Puede decirse que Charlotte Gilbert nació con el afán de viajar. No es periodista, no es pintora, no es artista, es sencillamente una viajera, la viajera impenitente, la mujer de espíritu errante que ha ido de pueblo en pueblo sin otra misión que la de conocer los países y sus gentes. Todo lo ha visto, ha tratado de comprenderlo todo y todo lo ha perdonado. Es, pues, esta mujer excepcional; una auto-embajadora de la buena voluntad hacia el prójimo. Sus viajes empezaron de una manera casual, hace poco más de dos lustros. Su marido le prometió llevarla a Europa en viaje de luna de miel. Los negocios, las preocupaciones de la vida diaria le impidieron realizar su propósito. Charlotte esperó y esperó. Un día, cansada de aplazamientos, tomó un vapor y fué a Europa sola. Desde entonces no ha parado de viajar. Ha estado en el monte Everest, ha conocido los harenes musulmanes, ha recorrido los barrios más recónditos de la India. Ultimamente ha emprendido sus viajes en compañía de un perro inteligentísimo que se llama “Buck”. (Continúa en la página 204) lleva en la boca unas "maracas". Cine-Mundial |