Cine-mundial (1944)

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hispano, que debutó con Carmen Amaya en el Hollywood Bowl, según aparece en la película "El Puente de San Luis Rey", que filma Artistas Unidos. ¡del 1933, se aterraron. Yo no era una niña, || ofrecieran, sino una actriz experimentada, aunque no tenia entonces. más que 16 años.” | Segundo peldaño: “Resolución deter| minada de aceptar cualquier papel que me F Lolé Pardiñas, notable bailarina de abolengo i | | aunque fuera completamente opuesto a mis condiciones artisticas. Cum_ pli esta resolución sin desmayar, aunque me | dieron papeles horribles, de rubias dislocadas y sin seso.” Tercer peldaño: “Estudiar y ahorrar dinero, para prepararme bien para subir el peldaño número cuatro. Estudié declamación con verdadero interés; viví en un cuarto modesto, y manejé por las calles de Hollywood un automóvil viejo que parecía una cafetera.” || Cuarto peldaño: “Demostrar indepen dencia. El dinero que había economizado me sirvió para ello. Ya pude permitirme || el lujo de rechazar los papeles de rubias | desprestigiadas.” Quinto peldaño: “Independizarme por | completo. ¡Definitivamente, no más ru| bias!” Sexto peldaño: “Arriesgarme. Desdeñar los contratos. Trabajar como independiente y no aceptar ningún papel hasta que ¡me fuera ofrecido el que a mi juicio estull viera de acuerdo con mis aptitudes. Lo |, conseguí en la película “The Light That | Failed,” que señaló una linea de avance de| finitivo en mi carrera.” | Séptimo peldaño: “Habiendo demos| trado lo que era capaz de hacer, firmar con¡trato con un estudio donde yo tuviera la | certeza que sabrian aprovecharme. Lo hice ‘Abril, 1944 Aurora Miranda, hermana menor de la célebre Carmen, que debuta ahora en peliculas, apareciendo en ‘The Phantom Lady" de la después de sus triunfos como bailarina. Universal, así con Warner Brothers.” Octavo peldaño: “Poner toda mi alma y todas mis aptitudes artísticas en el primer papel que me fuera confiado. Lo realicé en la película “They Ride By Night,” que me valió el estrellato.” Noveno peldaño: “Acomodar mi vida privada a mi nuevo puesto de artista de primera fila. Fijé definitivamente mi residencia en Hollywood, compré una casa en el campo y me dediqué a hacer vida de hogar y de estudio, casi exclusivamente.” Décimo peldaño y décimo año: “Estudiar siempre, para no defraudar al público y al estudio, en lo que esperan de mí. Creo que hasta ahora lo he conseguido y espero seguir lográndolo siempre.” Después Ida Lupino nos habla de otras cosas de sumo interés espiritualista, que dejamos para revelárselas otro día a los lectores. Y mientras nos habla se afana por = = Bob Hope y Bing Crosby, la regocijada pareja de Paramount, preparándose para ensayar una escena de su próxima comedia cinematográfica "El Camino de Utopía, donde, según costumbre, Bing canta y Hope hace y dice chistes. cubrir el lado derecho de su frente con un rizo rebelde de su maravilloso cabello rubio. —Este es otro secreto, į mire !—nos dice. Ida Lupino peina siempre su cabello caída sobre el lado derecho de la frente, porque tiene una enorme cicatriz, imborrable, causada por una herida que recibió en su infancia, al caer de un caballo. LA UNIVERSAL prepara la vuelta del “hombre invisible,” que sirve de talismán de la buena suerte para los artistas. Jon Hall subió a la mesa de operaciones; el doctor John Carradine le aplicó una inyección de un líquido verde, y gradualmente el apuesto galán comenzó a desaparecer ante nuestros ojos. A los pocos momentos, el “hombre invisible” bebía un vaso de coñag y todo lo que veíamos era el vaso en el aire, vaciándose como por arte de magia. Hace ya diez años que en el estudio de la Universal apareció, o mejor diríamos desaparecio, el “hombre invisible,” que convirtió en estrella en una noche a Claude Rains, a pesar de lo poco que le vió el público en la cinta. Volvió después “el hombre invisible,” representado por Vincent Prince, que no tuvo tampoco mala suerte. Vino más tarde “la mujer invisible,” que no era otra que Virginia Bruce, en una película con John Barrymore, inolvidable por una de sus escenas en la cual “la mujer invisible” se ponía unas medias perfectamente visibles, sobre unas piernas que adivinábamos bien torneadas. Página 187