Cine-mundial (1944)

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Logre Nueva Belleza con el Nuevo BELLEZA— gloria de la mujer... LIBERTAD— gloria de las naciones... ¡ Defendamos «mbas! A fecto de Péta o ... vea cómo, simultáneamente, se imprimen en su rostro colorido primoroso, suavidad exquisita y tersura encantadora! Es una creación exclusiva Tangee y está causando sensación ... Produce un atractivo arrobador! Luzca el “efecto de pétalo” usando Lápiz, Colorete y Polvos Tangee.. y rinda corazones! Con "EFECTO de § PETALO” diez de la noche, e ir a fiestas, bailará sin cesar todo el tiempo. No me parece tan inquieta como ella pretende. No se ha movido de la butaca donde está hecha un ovillo. Lo del baile está bien, ¿pero no quedábamos en que el canto era su fuerte? Sin duda lo es, pero de las veinticuatro horas del día sólo dedica una a la clase de canto. —¿Le gusta embellecerse?—le pregunto con toda intención, porque observo que aparte de una ligerísima pincelada sobre los labios ni pol vos tiene en el rostro de carrillos sonrosados. —Los afeites no me gustan. Las joyas sí, eso si—y nos muestra, contenta, orgullosa, una pulsera, un collar, una sortija de amatista. —¿Cuánto dinero le dan a la semana sus papás para gastar? —Cinco dólares. La mayoría me los gasto en chocolates, porque tengo verdadera pasión por el chocolate y hasta las natillas las tomo con chocolate; y en regalos para mis amigas de Portland. ¡NO TOLERE LAS MOSCAS, MOSQUITOS, O CHINCHES! ar O MARCA REGISTRADA CUCARACHAS, BANDERA NEGRA i I ¡Compre INSECTICIDA Jane Powell nació en Portland. Allí vivía con su familia hasta que el canto la llevó ante el micrófono. Su papá es un agente vendedor de alimentos en conserva para los bebés. Se ve que ella se ha criado con los alimentos que vende su papá, porque ofrece aspecto muy saludable, —Bueno, pero con estos viajes, ¿cómo va a la escuela? —La escuela viene a mi—responde graciosa.—Viaja conmigo la maestra. Pero mas que las clases me gusta ir al cine. Sobre todo las peliculas musicales me agradan mucho y si le he de decir la verdad no tengo preferencia por las que son en colores. Las en blanco y negro me gustan lo mismo. —¿Cuál es su actor favorito?—inquiero a sabiendas de que me responderá que Mickey Rooney o. Donald O'Connor. —Robert Benchley, que me hace reir mucho; Edgar Bergen con su Charlie McCarthy, que trabajó conmigo en mi película, y Walter Pidgeon. Viste Jane Powell un trajecito blanco estampado de flores y unos zapatos blancos con la punta abierta. —Su mamá, ¿no le enseña a cocinar? —Lo único que me gusta hacer son galletitas y tortas. Me salen bastante bien, no crea. Pero hasta eso tengo que dejar ahora. El cine me lleva todo el tiempo. —Y las clases de declamación, supongo. —No. Nunca he tomado una sola clase de declamación. Nada de arte dramático. Es preferible la espontaneidad. La mamá apenas ha dicho nada durante nuestra conversación. La hija contesta siempre por su cuenta, Agradecemos en el alma que la mamá de Jane Powell no sea parlanchina y ditirámbica como la mayoría de las mamás de las artistas. Hasta mos deja solos a la estrella en ciernes y a mí, porque llega una visita y la pasa a otra habitación. Es. entonces que llega el momento solemne de las confidencias en la entrevista. ¿Qué tendrá que revelarnos en reserva esta muchacha de 14 años? Pongo cara de confesor indulgente. —La primera vez que me ví en la pantalla me desilusioné. No me gustó. No se lo diga a nadie. Tampoco creo que está bien que diga que como muchos camarones, ni que Stanley Catron no es el único muchacho que me gusta. Me agrada viajar y en cuanto recorra los Estados Unidos, me voy a Suramérica. ¡He oído hablar tanto de Río de Janeiro! Quiero pasar allí unos Carnavales. No le diga nada de esto a mamá, no vaya a pensar otra cosa. Prometo guardar el secreto. Y a menos que la mamá aprenda español desde el día de la entrevista hasta que estas líneas vean la luz pública, no se enterará. Comprendo que estos secretos, en una niña de 14 años son traseendentalísimos. Nunca me imaginé que de la entrevista con Jane Powell saldría comprometido. Así es, sin embargo. La joven estrella y yo estamos ligados por confidencias inviolables. Cómo Conocí a García Cabral (Viene de la página 330) Los cuatro habían hallado su pareja, admirablemente, y bailaban con arte y conciencia extraordinarios. Cuando terminaron, los aplausos no tuvieron fin. Cine-Mundial