Cine-mundial (1945)

Record Details:

Something wrong or inaccurate about this page? Let us Know!

Thanks for helping us continually improve the quality of the Lantern search engine for all of our users! We have millions of scanned pages, so user reports are incredibly helpful for us to identify places where we can improve and update the metadata.

Please describe the issue below, and click "Submit" to send your comments to our team! If you'd prefer, you can also send us an email to mhdl@commarts.wisc.edu with your comments.




We use Optical Character Recognition (OCR) during our scanning and processing workflow to make the content of each page searchable. You can view the automatically generated text below as well as copy and paste individual pieces of text to quote in your own work.

Text recognition is never 100% accurate. Many parts of the scanned page may not be reflected in the OCR text output, including: images, page layout, certain fonts or handwriting.

Ea Vida Intima de los Matrimonios Norteamericanos Sr PUEDE tener una idea bastante aproximada de la vida que hacen los matrimonios en Estados Unidos por las peliculas. A veces se exagera un poco la nota en la pantalla, pero en general es tan dinámica e incongruente como la vemos en el film. Desde luego incongruente para nuestro modo de pensar hispanoamericano. Al natural de los Estados Unidos lo que le parece incongruente es la vida matrimonial, recogida, sumisa, de nuestros países. Y esto explica que las cintas de tipo familiar que procedentes de la Argentina o de México llegan a Nueva York, no tengan aceptación entre el público indígena. La manera como se conducen nuestros matrimonios les parece absurda, en el mismo grado en que nosotros estimamos caprichosa y arbitraria la vida matrimonial yanqui que nos ofrece el cine. Las riendas ¿Quién lleva las riendas en el matrimonio norteamericano? Con muy contadas excepciones, la mujer. La mujer es guía en todos los órdenes, aún en el más íntimo. Tras unas copas no ha faltado un amigo norteamericano que, impulsado por el alcohol, dentro del terreno de las confidencias, se me haya quejado de no poder desempeñar sus funciones de marido, porque su mujer se le negaba, pretextando que no estaba en el “mood,” es decir: que no se sentía predispuesta para las caricias. Y esto un día y otro día y semanas a veces. Y él la respetaba, porque en caso de reclamar sus derechos recurriendo a la violencia hubiera recogido ella la ropa en unas maletas, tal como vemos en las películas, y se hubiera ido de casa acusando a su marido de cruel y de bestia. A modo de órbita, el marido se revuelve en torno a las exigencias y los caprichos de la mujer. Es proverbial que el dinero que gana el varón se lo entregue íntegro los días de pago, en el sobre en que se lo han dado en su trabajo, al término de la semana o la quincena. Es la esposa la que en la mayoría de los matrimonios norteamericanos fija el día “libre” de que su marido puede disponer. En la velada del día “libre,” el hombre va a ver a sus amigos o a la reunión del club o se da un paseo a solas. Los demás días no saldrá de noche, de casa, sin el previo permiso de su cónyuge. Esta, por su parte, se apropia la mayor libertad para frecuentar a sus amistades de soltera, jugar al “bridge” en casa ajena, irse de compras o entretenerse en el cine. Junio, 1945 Por A. P. Canido A la puerta de su camerino en los estu dios de la Republic, en Hollywood, el gran actor John Wayne rodeado de su prole: Melinda, de tres años; Pat, de cinco; Toni, de ocho; y Miguelito, que acaba de cumplir nueve. Eso sí, la esposa norteamericana, por lo general, se cuida mucho de mantener un atractivo personal. Se viste bien, se maquilla con esmero, se higieniza hasta la depuración, y aún las ropas más íntimas las escoge poniendo en ello tan coqueta intención, que no es extraño que los maridos norteamericanos sean a la vez los sumisos y rendidos admiradores de sus medias mitades. Aunque sería más justo, metafóricamente, decir su cuarterón, pues no suele pasar de un cuarto de persona la posesión que de ellas, en justicia, les pertenece. En el 72 por ciento de los matrimonios norteamericanos, la mujer se desnuda en presencia de su marido. No tendría si no justificación la cuidadosa selección de las prendas íntimas a que hemos aludido. Una acreditada firma neoyorquina, especializada en investigaciones y datos estadísticos de toda indole y que responde al nombre de John B. Pierce Foundation, nos suministra datos interesantísimos de la vida íntima matrimonial con porcentajes derivados de un estudio realizado, de casa en casa, en diversas zonas, en un total de 131 familias cuyos ingresos oscilan entre 2,000 y 3,000 dólares anuales. O sean familias de la clase media modesta. Como duermen Es curioso observar, como resultado de esta original investigación, las modalidades que adoptan las esposas yanquis para dormir. Por ejemplo, a pesar de que el cine nos tiene acostumbrado a ver los dormitorios matrimoniales con dos camas, la verdad es que el 87 por ciento de los matrimonios duermen, como los de nuestros países, en una cama doble. Mas la influencia del cine y de los anuncios de las revistas es tal, que, interrogadas las esposas sobre el particular, el 42 por ciento se mostró partidaria, a pesar de la costumbre establecida que seguia, de los lechos gemelos. En cuanto a la preferencia en la prenda para acostarse, de nuevo triunfó la tradición y un 70 por ciento de las interrogadas confesaron que se acostaban con camisa de dormir y sólo un 24 por ciento declaró meterse entre sábanas dentro de unas pijamas. Hubo algunas que manifestaron ser “epicenas” por lo que a la prenda de dormir se refería, y dijeron ser partidarias de las pijamas en invierno y de la camisa de dormir en verano. Y aunque parezca extraño al lector, sólo un 5 por ciento habló de despojarse de toda prenda y disponerse a dormir desnudas por completo. Aparte de (Continúa en la página 304) Página 287