Cine-mundial (1945)

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ku Mujer Volcán Por Elena de la Torre En la colección de mis joyas —no son muchas ni valiosas—la más preciada es un camafeo hecho con la lava del Vesubio. Es una bella miniatura de una cabeza de mujer rubia con grandes ojos inquisitivos y misteriosos de profundo mirar, que me intrigaron siempre. El artista italiano que la modelara debió tener en su vida un amor tumultuoso con la modelo. De no ser asi, jamás hubiera podido crear en un rostro una expresión tan extraña de fascinación, de dominio y de serenidad y humildad al mismo tiempo. Mi camafeo de lava del Vesubio ha sido admiración de muchos, que han quedado siempre sorprendidos con la belleza singular del rostro de la miniatura. Imaginen los lectores mi sorpresa cuando cierto día en que visitaba el estudio de la Warner, al salir con Carmen Sánchez de la oficina del Departamento en que trabaja esta hermosa mejicana, me enfrenté con unos ojos de expresión idéntica a los de la belleza italiana de mi camafeo, que parecían mirarme desafiantes. —¿Quién es esa mujer?—pregunté a Carmen. —Es nuestra nueva estrella, Lauren Bacall, que filma con Humphrey Bogart “Tener o no Tener.” ¿Quiere usted verla? La invitación de Carmen no podía ser más tentadora y la acepté en el mismo instante. Llegamos al “set” en el momento preciso en que se filmaba la primera escena que aparece en la película, en que se presenta al público a Lauren Bacall. En un modesto cuarto de un hotel tropical en la Martinica se hallaba Bogart enredado en ciertas intrigas internacionales, cuando apareció en la puerta del cuarto la figura de una mujer. Era la mujer del rostro de lava del Vesubio de mi camafeo, con su cabello rubio color de cobre; sus ojos de un azul verdoso, dominadores y humildes, que parecen mirar la vida con inocente curiosidad, y su boca grande, de Junio, 1945 Lauren Bacall, nueva estrella de la Warner, que triunfó con su primera interpretaación eh el fotodrama "Tener o no Tener", recientemente doblado en español. labios gruesos, en la que se adivina una férrea voluntad. Era ¡LAUREN BACALL en persona! Alta, esbeltísima, con andares pausados y desmayados—de acuerdo con su tipo en el fotodrama—se apoyó en el quicio de la puerta del cuarto de Bogart y preguntó con tono indiferente: “¿Tiene alguien un fósforo?” Bogart, casi sin mirarla, tiró por el aire su caja de cerillas que ella recogió en su mano encendiendo con calma el cigarrillo; devolviendo después las cerillas a Bogart por el mismo procedimiento, y alejandose con andar felino. El director aprobó la escena, tomada antes de nuestra llegada repetidas veces, y dió la orden de almorzar. Ya tenía yo en este momento la impre sión de que acababa de asistir al nacimiento de una gran artista. Si los ojos y el cabello y la boca y la figura de Lauren Bacall me habían fascinado, la voz me dejó muda de sorpresa. Es una voz grave y profunda, parecida a las voces de Greta Garbo y Marlene Dietrich, pero con inflexiones musicales de un “mezzo-soprano” de calidad excepcional, que se perciben simplemente al oírla hablar y que no tienen paralelo con ninguna otra voz que hayamos escuchado. Minutos más tarde, en el Salón Verde de la Warner, donde almuerzan las estrellas, tuve ocasión de hablar con Lauren Bacall. invitada a sentarme a su mesa donde almorzaba con Humphrey Bogart. El mismo Bogart hace la presentación: — Esta es la chica afortunada—dice en (Continúa en la página 314) Página 291