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C I X E M U X D I A L
Zamacois y Blanca Valoris en el fotodrama "El Otro"
mí inisnm; pm-s cuaiuiti ia \ anidad no nos ciega — y yo, en hora feliz lo difia, tengo la mía muy a raya^ — en ninguna parte iiallaremos consejo mejor que aquel de nuestra propia conciencia. Si ese "Yo crítico" que todos llevamos dentro, Italia buena, o siquiera tolerable, las primeras escenas que mi "Yo artístico o productor" represente, seguiremos adelante hasta el fin; de lo contrarío, nó.
Esta mi única exigencia fué aprobada, y comenzaron los ensayos. Mis directores me señalaron detalladamente, lo que debía hacer.
Vervigracia:
— Usted aparece por aquella puerta, cruza la escena con aire preocupado y viene a instalarse en este sillón; pero, antes de sentarse, desdoblará usted un periódico, encenderá un cigarrillo y mirará el reloj, con el continente irresoluto y lento de un hondire que espera. Cuando Ella entre, usted sonreirá y, dando muestras de gran alegría, se pondrá de pié. . .
Yo obedecía sin oponer objeción algu
na, y mi docilidad favorecía la labor de todos. En los momentos más difíciles, en aquellos de mayor entoción, Codina rrie gritaba:
— ¡Cara!. . . ¡Cara!. . .
Significándome que mi rostro, ineducado aún, no decía lo bastante, que debía contraerrae más, esperar más, y yo entonces me concentraba en mí mismo, torturándome, autosugestionándome, hasta acercarme, cuanto mi corta inspiración me lo permitía, al gesto justo y evocador.
Los primeros días de ensayo fueron realmente dolorosos para mí: me reconocía desorientado, abrumado. La idea de no. salir airoso de mi empeño, me afligía hasta el llanto. ¿Por qué la costumbre nos habrá negado a los hombres el derecho a llorar?. . .
Después, poco a poco, fuí "entablándome", según en la jerga teatral se dice, y pausadamente iba acostumbrándome a sentir "como comediante" aquellas escenas y emociones de El Otro que años antes sentí como autor. Y así, lo primero
fué "idea" para mí, luego fué "ademán".
En esta tarea rudísima me ayudaron mucho el extraordinario talento de la gran actriz francesa Bianca Valoris, del Teatro Antoine, de París; y el excelente actor Ramón Quadreny, artista de poderosa emoción.
Para concluir declararé cómo Studio Films, que ha filmado también mi novela "Duelo a Muerte", quiso que yo interpretase el papel principal de este libro. Pero yo, siempre receloso y descontentode mí mismo, decliné ese honor. . .
Porque pensé que, si me dedicaba a "mimar" mis obras, iba a repetir la historia de Saturno: aquel dios terrible que devoraba a sus hijos. . .
Guayaquil (Ecuador), Septiembre, igig.
en que aparecen
Enero. 1^20 <~
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