Cine-mundial (1920)

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C I X E M U X D I V I. Crónica de Puerto Rico la Práctica y lo Efectivo. — La situación en la isla por lo que se refiere a los sistemas de exhibición y explotación.de las dificultades que el negocio tiene. — Enumeración de los obstáculos. — Casos particulares. — El impuesto y las nuevas amenazas contra el Cine. (De miestro currespunsal viajero) BIEN sé que estas líneas sobre el cine, los alquiladores y los empresarios de Puerto Rico, son rigurosamente ciertas y libres de toda pasión; pero también sé que la franqueza que en ellas me gasto, no ha de ser bien vijta por aquellos v-.npresarios montados a la antigua; a los que les asusta cualquier innovación referente al negocio y a la pauta que siguen y seguirían si no luí hiera competidores que les enseñaran a llevar el negocio a la moderna. Afortunadamente, hoy hay en ésta cines que merecen tal nombre y empresarios que cuidan de sus espectáculos y de las comodidades y atenciones que el público requiere. Por las cartas que algunos enipresarios me han enviado y que a mi ve^ he remitido a esa redacción— las que comprobarán lo dicho en esta relación — ya se habrán podido formar en esa una idea de lo que es en la actualidad el negocio cinematográfico en Puerto Rico y los bemoles que tiene y que tendrá, si los alquiladores no se unen para defenderse contra algunos operadores destructores de películas, contra ciertos empresarios sin escrúpulos y para igualar y fijar los precios de los programas y más que todo, jiara fijar el mínimum por que puede a y deben iilquilarse. Actualmente hay alrededor de 90 cines en toda la isla — si como tal pueden llamarse muchos de ellos — de los cuales hay 21 que funcionan diariamente y el resto una, dos y tres veces a la semana; y, en cambio, hay 14 casas alquiladoras, lo que da un promedio aproximado de seis cines por cada casa alquiladora, entre las cuales hay algunas que debido a la abundan ( Viene de la página anterior) A don Arturo Rosales le ha sido concedida la exclusiva de la casa Fox para Centro América, ^'e^emos qué tales cintas exhibe. Hay entablada demanda contra una casa comisionista americana por haber mandado a ésta una película velada. Esta es una cinta de gran valor y cuyo importe ya estaba remesado. Veremos en qué para este lío. El Teatro Mascota de Puntaren as tpie administra don Francisco Luis Enríquez, está haciendo las delicias de los puntarenenses por el esmero que tiene en seleccionar el material. Es el único Administrador que ha logrado mantener abierto durante todo el aiño el teatro. La fiesta organizada en honor de Santa Cecilia por los músicos de esta ciudad, fué un éxito artístico y pecuniari» . Merecen especial mención los maestros J. Santiesteban Repetto íjue es un ejecutante y compositor de verdad, don Julio Fonseca, don f^nrique Jiménez y don César Nieto; muy bien sus composiciones, por lo que felicitamos a todos. cia de películas y más que todo al desconocimiento absoluto que tienen del negocio, dan ])rogramas hasta por cinco pesos, ]>erjudÍcándose, perjudicando a los demás a l(|u dadores y lo tiue es j5eor, estableciendo un mal preceilente y fa\oreciendo con ésto a los empresarios que aún creen que todas las películas cuestan igual y ipic el buen resultjido del negocio no está Maestro Manuel Fizo!, inspirado compositor y director de la banda porto* rríqueña que vendrá a Nueva York. M. V. h. en la buena y efectiva propaagnda, la calidad del material y las comodidades que al público hay que prestarle, sino en la baratura en los precios de las entradas. Veo o siento venir para algunos alquiladores de películas una época dificilísima y me atrevo casi a asegurar que de las 14 casas ahiuiladoras que hay hoy en ésta, tendrán íiue desaparecer muchas, sí el negocio sigue el camino ruinoso que lleva, si los fai)ricantes y vendedores de exclusivas siguen pidiendo los subidísimos precios que actualmente cobran y sí el valor de las entradas a los cines no sube sobre los precios que hoy se están cobrando. L^na prueba de lo dicho en párrafos anteriores, es lo que actualmente pasa en Ponce— donde existe una sociedad que controla la mayoría de los cines y elia misma se hace la competencia exhibiendo las películas que alquila y que son proyectadas en sus distintos cines; hoy en uno, mañana en otro y así por el estilo, a los insignificantes precios — por luneta — de 3, 5, 10 y 25 centavos, precio este último que es el máximum que cobran, por extraordinaria que sea la película. I>e adjunto varios recortes del periódico "El Día", que se publica en Ponce, en los cuales se pueden ver los precios a que me refiero. El resultado de esta competencia — sin razón y sí mortal para el negocio en general y especialmente para los alquiladores— se vio claro, cuando la misma empresa exhibión "Intolerancia" en el mejor de sus cines, cobrando como algo extraordinario cincuenta centavos por la luneta. Digo se vió claro puesto que la entrada total no alcanzó a 100 pesos; entrada que con seguridad la Medal Film Co., concesionaria de los derechos, habrá ^isto superada en muchos pueblos y ciudades de Cuba— donde actualmente se exhibe la obra a que me refiero — de mucho menos categoría e importancia que Ponce. Un antiguo y conocido alquilador — que pronto dejará esta plaza para establecerse en una república vecina — me mostró sus libros, y con sorpresa pude ver que, de ocho películas muy buenas, de una marca muy acreditada, en las que figuran artistas de la talla de Geraldina Farrar, no han podido dar aíjui para cubrir su costo y mucho menos para pagar los gastos de propaganda, etc., etc. Es de advertir que estas películas llegaron a ésta con anterioridad al prohibitivo derecho de dos centavos el pie. de modo que la pérdida sería aún mayor si hubieran sido grabadas con tan enorme impuesto. La culpa, a mi modo de ver, de que el negocio cinematográfico en Puerto Rico no sea lo que debía y podía ser la tienen: lo. Los fabricantes y vendedores de películas que debido a la ignorancia que tienen de los distintos países de la América Latina y de lo que cada territorio puede y debe dar según sus habitantes, sus riquezas y el número de ciudades y pueblos en que existen cines o teatros, exigen precios exorbitantes por las exclusividades de películas que están muy lejos de ser extraordinarias y sí muy cerca de un seguro fracaso. — 2o. El desconocimiento absoluto del negocio de ciertos empresarios de cines y la falta de unión entre algunos de ellos; los que dada la poca buena voluntad con que se miran, más se preocupan de hablar del competidor que de atraer al público por medio de la bondad del espectáculo y lo atractivo del reclamo. — 3o. La falta de unión entre los alquiladores para defenderse mutuamente y fijar el mínimum por que se deben alquilar los programas corrientes.— 4o. Los bajísimos y a veces ridículos precios que se cobran por las entradas; sobre todo en las ciudades y pueblos fuera de San Juan.— 5o, y último: el enorme y despampanante gravamen de dos centavos por pie a que están sujetas todas las películas americanas. Como si este derecho y las contribuciones con que están gravados los cines y los alquiladores fueran pocos, ya se susurra en ésta — y en Mayagüez ya es efectivo^ — que todos los cines tendrán que abonar un tanto por ciento sobre el valor de las entradas que vendan. Si ésto se llevase a efecto en San Juan y en el resto de la Isla, los peliculeros portorriqueños tendrán que decir como la vieja aquella que no teniendo ya qué empeñar fué a ver al prestamista y le dijo: '%:Cuánto me da usted por lo que me queda de vida? Métame en la caja de hierro de una vez". Corresponsal Viajero. San Juan, enero, 1920. Marzo, 1920 < -> P.iciNA ."^43