Cine-mundial (1920)

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CINE-MUNDIAL Crónica de París Lo que preocupa a la prensa cinematográfica francesa. — La crítica en Francia. — El proyecto de prohibir la importación norteamericana. — La belleza y la moral del cinematógrafo. — Lo que surgirá de la película de ultramar. — La película alemana. — No hay temor de que el público la acepte. LOS artículos que he tenido la oportunidad de seguir en la prensa cinematográfica francesa, y los cuales — me apresuro a decirlo — han invadido bien pronto las columnas de los grandes diarios que dedican secciones especiales al cinematógrafo, no persiguen más que un solo fin: prahibir la importación de películas extranjeras y desarrollar la película y la producción nacionales. Es cierto que, en lo que respecta al desarrollo de la película francesa, la iniciativa es laudable y merece aliento, pero, ¿es esa una manera de defender los intereses de la película francesa? Se ha comprendido bien que esta producción extranjera no es otra que la que nos viene de América, pues con excepción de Italia, que nos envía de vez en cuando algunas películas, también dignas de interés, son nadamás las películas americanas las que se ven actualmente por todas partes. Y, la presentación que se hace cada semana, muestra que el porcentaje de películas francesas aumenta y se puede comprobar también por los artículos que se publican, que están llenos de elogios y esperanza. Yo deduzco, por mí parte, que la idea de prohibir la importación americana se basa en dos hedios principales: Primero: el cambio anormal. íSegundo: la superioridad de la producción francesa es del todo errónea. Y me permito adelantar esta idea sin añadir los argumentos necesarios para aclarar las cosas. Por de pronto, debo admitir que ciertos artículos de los diarios son contradictorios algunas veces en este sentido, pues mientras un día leemos que se debe trabajar, trabajar siempre para no pagar el dólar a 14 y 15 francos al importar las películas americanas, a la mañana siguiente nos encontramos con que ciertas películas americanas presentadas durante la semana han tenido un gran éxito. En cuanto a mí, juzgo la cosa imparcialmente y, es así como puedo ver ciertas anomalías que perciben los que asisten como espectadores y no se mezclan, como los otros, en la refriega. Además, últimamente, los alquiladores de películas han exigido a la crítica que no exponga sus ideas sobre algunas de aquéllas hasta que el público no las haya visto. Añadían, que ésto era debido a que la crítica juzgaba algunas veces con demasiada severidad ciertas pelí-culas y, por consecuencias, éstas corrían el peligro de que el público las recibiera nada favorablemente. De vez en cuando, además, leemos en Jos periódicos: ""'Me adelanto a decir que mis artículos son imparciales", etc. ¿Qué necesidad tenemos de saber eso? ¿Es que el crítico que escribe tiene remordimiento 0:es que ve que a la mayor parte de sus colegas se les paga para que hagan un buen reclamo? Pero esta manera de venir siempre a la misma cuestión, y de anunciarnos que su opinión, es, a la verdad, la que él se ha formado personalmente, sin la ayu^ de ningún intermediario, de;ia al lector más confiado en una pequeña duda quS" no siempre resulta en be-neficio del firmante del artículo. Abril, 1920 < : — Bien entendido que esto es perdonable, puesto que se trata del realce de la película francesa, pero, ¿es esa una manera de proceder, y, produciendo obras dignas de atención no se obtiene un resultado mejor y más laudable? Creo que no está fuera de lugar examinar la producción francesa un poco en su totalidad más bien que examinarla cogiendo las películas por separado. Es cierto que, con los nuevos procedimientos de viraje, las fotografías son muy buenas, pero esa no es la cuestión, pues de lo que se trata es de juzgar las obras por ellas mismas más bien desde el punto de vista de los argumentos, de los artistas y del desarrollo de la escena. Si examinamos las obras francesas producidas durante los últimos cinco años, notamos inmediatamente un punto capital que las distingue de la producción americana. La mayor parte de los argumentos de las películas francesas se componen de dramas de adulterio, mientras que la producción americana casi nunca emplea este género de comedias. Además, últimamente, un lector escribía lo siguiente a mi colega J. L. Crozo, del Teatro de la "Comedia": "...las películas francesas son interpretadas por artistas que, a menudo, no nos gustan porque no tienen la belleza, la plasticidad. . ." El señor Crozo ha respondido a esas cartas que, si bien eso es cierto, es porque a menudo las personas que no son bellas son las seleccionadas expresamente para establecer el contraste en la misma película con los artistas dotados de una belleza real. Ahora, para hablar francamente, yo no he visto artistas de una belleza real en las películas francesas. Esta es otra particularidad de las películas americanas. En cuanto al decorado, es inútil decir que los 7uás bellos nos vienen del otro lado del Atlántico. Ciertamente, hay que reconocer que se han intentado algunos esfuerzos por los directores de escena de aquí, pero no se ha demostrado que esas películas sean superiores a las que se producen en América. Además, ¿cómo podrá explicarse que algunos de los mejores elementos de la cinematografía francesa se han visto obligados a emigrar al extranjero, a Ainérica y a Italia, si podían producir aquí lo que Ihacen mejor por allá? Se me rebatirá que esta es una cuestión de compromisos; yo les responderé, entonces, (|ue las casas que gastan tanto dinero en anuncios para decirnos que tal película francesa es superior a tal americana, no tienen nada más que aumentar las sumas reservadas a los directores de escenas para que ellos no brinden a otros su habilidad. Después de lo que acabo de exponer aquí, y de lo que me propongo exponer a los lectores de CINE-MUNDIAL en mis próximos artículos, fácilmente se puede comprobar que yo no estaba errado al declarar que aquí se han cometido muchas faltas, y que, para dar a la industria francesa un impídso razonable, es necesario que se hagan muchas reformas. Citaré, simplemente, una pequeña anécdota, que me acaba. de suceder, a mí: Tengo la costumbre de visitar los salones más grandes, así como los más pequeños. Yo deseo ver lo que el público piensa; el verdadero público de películas en general, el que paga. Hace de esto una semana. Me encontraba en un cinematógrafo de barrio. Se proyectaba, como película principal, "Un Pirata", con WiUiam S. Hart. A mi lado estaba una joven que parecía ser muy inteligente e instruida y que seguía la película con gran atención. De pronto, se volvió hacia su amiga, que estaba sentada al lado de ella, y le dijo: "Esta es la cuarta vez que veo esa película y siempre hallo en ella nuevas bellezas. ¡Qué artista es William S. Hart!" El porqué esa joven se expresó así, no lo sé, pues realmente la película que se presentaba no tenía ninguna particularidad notable. La moraleja era el triunfo del bien, cosa que instruye y que place. * * * ¿No está claro, pues, que las películas americanas están destinadas a tener nueva demanda en Francia? No puedo abstenerme de decir que, a este respecto, en literatura, los libros que nos instruyen, al mismo tiempo que nos proporcionan horas agradables, vienen a ser nuestros compañeros favoritos. Y, sucede, además, que las traducciones de los libros extranjeros nos interesan también porque contienen particularidades propias de les países de donde vienen. ¿No se puede decir la misma cosa de las películas americanas? El "Far West" ¿no es ima comarca donde se vive diferente a aquí y a otros países? * * * Se rumora que se trata de traernos las películas alemanas. Esto ha atraído la atención de los periodistas ávidos de noticias, buscando una fuente de donde sacar sus artículos. Algunos nos dicen que no se debe de ver más a los Henny Porten y Asta Nielsen. Otros añaden que esa es una manera de restablecer nuestro cambio. Por mi parte, puedo pronosticar una cosa solamente: que sí las películas alemanas no son dignas de los últimos perfeccionamientos, se hará bien en regalárnoslas; mas, aún así no las querremos. Pero, si por el contrario, presentan alguna particularidad interesante, que no sea el adulterio, ya visto y revisto bajo todas sus formas, puede ser que con el tiempo se las acepte. Hace poco que un diario de la tarde anunciaba que dos películas alemanas estaban ya en Francia. Daba los títulos: "Madanie Dubarry" y "La Reina del Mundo". Allá veremos. Maurice Rosett. El otro día tropezamos con una pelieula destinada a Puerto Rico, según entendemos, y en la que había un titulo que merece ser puesto en la picota, ya que no es posible dar con el autor para aplicarle el tratamiento. Decía: "Mira afuera, muchacho", que es la traducción literal de algo que en inglés significa: " ¡Cuidado V Cuidado con los títulos, decintos nosotros. : -> PÁGINA 420