Cine-mundial (1920)

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Published and distributed under permit (No. 637) authorized by the Act of October 6. 1917. on file at the Post Office of New York, N. Y. By order of the Presiden!. A. S. Burlesson. Postmaster General. NOTAS "Tf AS repetidas adquisiciones de teatros famosos por compañías J^ cinematográñcas han sembrado la alarma entre los elementos que explotan la escena hablada. La prensa diaria se ha hecho eco de las lamentaciones de cómicos, autores y empresarios — que aquí se titulan "productores" y exigen un reclamo fiersonal como si se tratara de factores artísticos de primer orden — que ven en esto "la desaparición del drama" y "la comercialización absoluta de la escena norteamericana." Resultado: esa parte del público que se considera intelectual, comienza a creer que, en realidad, la escena yanqui está decayendo ante los embates de la cinematografía y a deplorar, con sinceridad hasta cierto punto, la pérdida de algo que, a nuestro juicio, nunca tuvo. * * * COMO el asunto interesa, ya que el teatro de este país — bueno, mediano o malo — está influyendo en el nuestro y en el de todas las naciones desde hace algún tiempo, detengámonos un momento a examinar qué hay de justicia en las protestas aludidas. ¿Es cierto que la película ha comercializado el teatro yanqui? Xo. La escena norteamericana, si merece tal nombre, fué siempre un negocio, y nada más que un negocio, cuyo carácter comercial la película, dado su mayor alcance, sólo ha venido a intensificar. De esto hay múltiples pruebas a cual más evidente, desde la distribución arquitectónica de los teatros, donde todo se sacrifica al afán de amontonar espectadores, hasta los anuncios de las obras, en los que la mayor parte de la publicidad va dirigida al "productor", mercader sin más interés artístico que el de explotar cómicos y escritores, siguiendo luego la "estrella" y allá al final del cartel, donde hay que usar lentes de aumento para verlo, el nombre del autor. Trf A escena hablada norteamericana es y ha sido siempre, salvo JV rarísimas excepciones que sirven para probar la regla, una manifestación puramente mercantil y sin trascendencia internacional alguna. Las pocas obras estrenadas aquí y puestas luego en otros países de habla inglesa no fueron por lo regular trasplantadas por el arte que tuvieran. Expresándose con entera franqueza, el extranjero estaba por percartarse de que existiera la "escena hablada norteamericana" ni en los Estados Unidos tampoco se había tomado en serio el asunto hasta que se inició la campaña actual. Mayo, 1920 < Lo ocurrido con el florecimiento de la película es, simplemente, que han sido destronados los veinte o treinta empresarios teatrales que hasta la fecha campeaban por su respeto en materias de espectáculos. €L "magnate" cinematográfico está eliminando al "magnate" teatral, y éste, naturalmente, se defiende como puede. En esta lucha, que empezó hace tres años, el Arte ha brillado por su ausencia. Todo ha sido cuestión de intereses, de finanzas, de dinero, en una palabra, y la película está venciendo en toda la línea, como era forzoso que venciera. Los empresarios de la escena hablada disponen de recursos limitados en comparación con los que están al alcance de la cinematografía. Tampoco pueden ofrecer al capitalista, que es conservador y tímido por instinto, ni seguridad a la inversión ni esa vasta influencia sobre toda clase de públicos que es patrimonio del celuloide animado. De aquí que estén predestinados a perder, en corto plazo, la independencia de que han venido gozando, yendo a ingresar entre los diversos elementos que viven a la sombra de la cinematografía. * * * 3MPLIC.'\ el triunfo de la cinematografía una decadencia del Arte escénico norteamericano? Todo lo contrario. Su Índole comercial no es cosa nueva ni puede atribuirse a la invasión de la película. Como ya se ha dicho, esa ha sido siempre la característica del teatro yanqui. El cambio estriba, sencillamente, en la absorción del comerciante por parte del "financiero." El empresario que antes se dedicaba a "presentar obras de arte" arriesgando miles de dólares tiene que ceder el paso a las juntas directivas de capitalistas, que hoy realizan análoga faena invirtiendo millones. .\hora bien; los intelectuales de los Estados Unidos, lejos de protestar y quejarse, debían estar satisfechos. Con el imperio de la película, el público de Norte .América puede admirar las obras más notables producidas por los grandes dramaturgos y ' novelistas del mundo, y la escena norteamericana — que defectuosa y todo es en el lienzo un artículo muy superior al que hasta la fecha se ha desarrollado sobre las tablas — ha trascendido a todos los países de la tierra, en la inmensa mayoría de los cuales era desconocida en absoluto hace cuatro años escasos. -> PÁGINA Jfi~