Cine-mundial (1920)

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C I X E ¡NI U N D I A L JERA J* " J'OAI "ARMA TERRIB >flBB^ODOS los censores, por el hecho solo ■ 11 ^^ serlo, resultan antipáticos. El ^^^ hombre tiene el instinto de la libertad y le sublevan tiranías como la de decidir, en asuntos cinematográficos, qué películas deben presentarse aj público y cuá ■ les son perjudiciales. Pero, como todo tiene [ su lado cómico en este mundo, la labor de í los censores da, a veces, motivo a chuscos ■ incidentes. Cuando una persona o un grupo de personas se erige en tribunal y trata de dict;ír leyes a una comunidad, las consecuencias son desastrosas, mas el procedimiento por medio del cual se eliminan escenas de una cinta o I cintas enteras y los motivos que dictan esa eliminación, es una de las cosas más originales que darse pueda. cual se eliminan escenas de una cinta o cintas enteras y los motivos que dictan esa eliminación, es una de las cosas más orijfin.-ilcs que darse pueda. Y es natural: "cada cabeza es un mundo" y las opiniones varían no nadamás de acuerdo con los instintos de cada individuo, sino según la situación geográfica del territorio en que vive. De donde resulta que lo que se califica de inmoral o inconveniente a la altura del Trópico de Cáncer, puede ser un.i lección provechosa a juicio de quienes habitan en el Círculo Polar Ártico. En algunos países de Europa, pongianios por caso, a oj i de un conservador chapado a la antigua, el republicanismo es un delito y. sus adeptas candidatos a la horca, Pero, en cualquiera^ de nuestros países americanos, los reyes no sirven más que para hacer acuses en el tute. Con la "moral" pasa algo peor: todos tienen sus teorías. Los casados opinan de distinto modo que los solteros y las señoras poseen un código aparte. ¿Qué tiene, pues, de extraordinario que la censura de películas esté resultando una especie de muñeco elástico (pie sirve para que los aficionados al deporte de la moralización estiren y encojan a su antojo? La censura se extienda Como el Cine tiene numerosos enemigos, integrados por algunos empresarios, cómicos, y autores teatrales, por los que se las ecTian de clásicos en materia de arte y por un gran número de personas, en su mayoría cortas de vista y cortas de entendimiento (salvo honrosas excepciones), y como a pesar de ellos, la industria prospera merced al favor de las mayorías, se ha inventado la censura que no es, en resumidas cuentas, Tiiás que el imperio de las tijeras. Este imperio tiene actualmente su trono en los Estados Unidos porque este país es el centro de producción cinematográfica, pero parece que ya va extendiéndose, y bueno seWi aludir a sus actividades desde las columnas de CINE-MUNDIAL, donde debe; tratarse cuanto al arte mudo atañe. Pero antes de entrar en materia, debemos' rendir' hoinen;ije a un cuerpo de censores, único con el cual estemos de acuerdo: los qíie integran la Directiva-de censura de Colombia, que no admiten ni películas con titulaje hecho en Mayo. 1920 < PÁ CI N.A. .463 1