Cine-mundial (1920)

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C I N F M U N D I A L Mildred Harris de Chaplin, una de las má» jóvene* protasonistas de la escena muda, en una película para el Primer Circuito intitulada "El Sexo Inferior", que acaba de estrenarse. El Mérito Relativo de las Peliculas -^^i^RODUCTORES y exhíbidores están •^kj de acuerdo en reconocer dos cosas: ^||ZP primera, que el exceso de producción W ha determinado desde hace muchos meses un descenso en la calidad del material, con el consiguiente demérito del arte cinematográfico, y, segunda, que la mejor manera de matar las malas películas es ensalzar generosamente a las buenas. Hay en los Estados Unidos una asociación que tiene por exclusivo objeto luchar en favor del mejoramiento de las cintas fotodramáticas por todos los medios posibles, y, con ese fin, publica un boletín en el que se clasifican las distintas producciones preseotadas durante el año, según el interés que en ellas mostraron los públicos de determinadas poblaciones. Y es muy curioso mencionar en estas lineas cuáles fueron las elegidas en el último período. Tomando como tipo el éxito que diferentes producciones de todas las marcas productoras obtuvieron en la ciudad de Salt Lake, la enumeración muestra que las mejores, según el aplauso de los públicos de esa metrópolis, fueron, hasta principios del corriente ano, las siguientes: "Rebeca la de Granja-Sol", con Mary Pickford; "La Estancia de la V", con Douglas Fairbanks; "La señorita Optimismo", con Vivían Martin; "Johanna", con Mary Pickford; "La Nave de la Ilusión", con Lila Lee; "Arizona", con Douglas Fairbanks; "Los Siete Cisnes", con Margarita Clark; "Dos Heroínas de Siete Años", con Jane y Katherine Lee; "Porotos en Lata", con Charles Ray; "Realidad y Fantasía", con la compañía infantil de la casa Fox; "En Camisa de Once Varas", con Douglas Fairbanks, y "Una Hija del Oeste", con Marie Osborne. En cuanto a las producciones de arte mudo que presenten ideas sociales en forma dramática, el boletín de la Sociedad de que venimos hablando indica la lista siguiente: "Fe", de marca Metro, que hace hincapié en la honorabilidad mercantil; "Se Necesita un Hogar", de marca World, que tiene que ver con el cuidado de los huérfanos; "La Cueva del León", marca Metro, que también alude al mane,ío de los negocios; "Fuegos de Fe", de Famous-Players, relativa al Ejército de Mayo, 1920 < — — Por JUAN DEL CAMPO Salvación y a sus actividades filantrópicas, y otras de menor cuantía. Entre las cintas que, según las cuidadosas estadísticas del Boletín a que nos venimos refiriendo, tienen carácter dramático apropiado para familias y jóvenes espectadores, se cuentan "Pimentilla", "Sal de la Cocina" y "Fuegos de Fe", de Famous-Players; "La señorita Aventura", de Goldwyn, y "La Cue va del León", de Metro. Ninguna de las producciones que se han mencionado tiene el mismo mérito relativo que las que se nombran en la misma lista, pero todas ellas merecen ir incluidas en la enuiweración respectiva y el promedio de su valor estético y moralizador es tan elevado como reconocido por el público. Otra de las cosas en que convienen los productores y exhíbidores que estudian las tendencias del público es que la mayoría de las películas que se presentan en los modernos tiempos son demasiado largas. Hay muchas cintas que serían divertidísimas o muy amenas si sólo tuvieran tres rollos, pero como la costumbre exige que se extiendan hasta el quinto, resulta que el aumento es artificial y cansado y que el espectador que, de otra manera, gustaría de la película, se impacienta y la hace desmerecer. Cuando se sabe formar un programa de cinematógrafo, habrá siempre la seguridad de que el espectador quedará satisfecho. Dos horas de cine, con su acompañamiento musical, constituirán siempre un éxito, con tal de que las cintas proyectadas sean de calidad uniformemente buena; pero si se presentan simplemente cintas para llenar espacio, el tedio y el aburrimiento darán al traste con la paciencia de cualquier público. Y lo malo es que hay una gran cantidad de películas que no sirven más que para eso, para llenar espacio, a causa de que los exhíbidores están comprando las producciones por lotes y se ha mantenido siempre, sin que se sepa por qué, que toda película debe tener cinco rollos cuando menos. Esto depende de que nunca alcanzan las cintas de menor metraje el precio que obtienen las de cinco tam bores, y claro es que al productor le conviene sacar la mayor utilidad posible de sus fotdramas y comedias. Todo lo cual demuestra que el exhibidor es, en resumidas cuentas, el que tiene la culpa de la demasiada longitud de ciertas películas. Sin embargo, el productor, a su vez, ha estimulado desde el principio al alquilador para que pague el celuloide por metros. Pero sea cual fuere la responsabilidad, el caso es que la mayoría de los públicos cinematográficos se impacientan antes de que termine la cinta que está exhibiéndose sobre la pantalla, a menos que tenga mérito excepcional. En esto, como en otras muchas cosas, el director cinematográfico es el que decide la longitud de sus producciones, si quiere que el público guste de ellas. La unidad en el desarrollo y la selección del tema serán las que determinen la extensión de la cinta y, si en cada escena explotable se tiene la sabiduría de poner algún detalle emocional o artístico que merezca la atención y el interés, no parecerán muchos los cinco tambores de reglamento. Sin embargo, en opinión del que ésto escribe, habrá de llegar una época en la que se acorte la mayoría de las producciones, reduciéndolas probablemente a tres rollos nada más, pues está demostrado que unas cuantas escenas mediocres y sin interés contrarrestan por completo el efecto de diez escenas vividas y de mérito, deprimiendo el ánimo del espectador y predisponiéndolo contra toda la producción. Esto no quiere decir que deje de haber producciones de cinco rollos que tienen interés y detalles estimulantes desde el principio hasta el fin — y aun hay muchas que en el curso de seis y siete tambores sostienen la atención del espectador sin esfuerzo de ninguna especie — pero mientras más tiempo transcurre, mayor es la exigencia que tienen los públicos y más indispensable resulta eliminar el celuloide superfluo que solamente sirve para quitar interés, mérito y admiradores a una cinta. -> PÁGINA 47