Cine-mundial (1920)

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C I N E M i; \ n I A L GI PELI >í^^ L^E Victoria Castellanos es una mu/Ihi^ chacha muy bonita, de cuerpo gen^^^¿ til y con unos ojos negros capaces de incendiar un polvorín, si en el polvorín se fijan, está fuera de toda discusión y conformes todos los autores que conocen a Victorita. Andaluza de pura sangre, no lo niegan su tipo ni su atrayente ceceo y es su gusto vestir siempre a la española, despreciando extranjeras modas. Después de todo, lo hace quizás inspirada por su coquetería, pues le sienta mejor un mantón de Manila y un manojo de rosas en el peinado, que un vestido elegante de falda estrecha y un sombrero con muchas plumas en la cabeza. Victoria tiene una afición decidida por los Cines. Todos los domingos, ocupa una butaca en el Cinema Concert, desde cuyo trono, pues tiene majestad de reina, contesta con miradas incendiarias y sonrisas provocativas a los que afectuosamente la saludan, o se burla de los que se quedan embobados mirando aquella cara celestial que despierta la envidia de otras espectadoras que no consiguen llamar la atención y son menos bonitas que ella. No es de extrañar que tuviese un batallón de pretendientes, de todas clases, más o menos aceptables, más o menos simpáticos. Pero descollaba en esa cofradía de devotos de la belleza, el pollo Pepito Navarro, un estudiante de Derecho, que todo lo hacia menos estudiar, de rostro agradable, que vestía elegantemente y era esclavo de la tiesura del cuello, o de que estuviese irreprochable el lazo de la corbata. Tanto cuidado de sí mismo V lo poseído que estaba de sus dotes de conquistador más bien le restaban, que le aumentaban, simpatías en el bello sexo y desde luego le hacían blanco de los epigramas de sus amigos. No tenía pelo de tonto, escribía versos regulares y eran su especialidad los madrigales para los Albiuns de sus amigos y los cantares oportunos para abanicos y postales. Asiduo concurrente a Teatros y Cines, en ellos establecía su campamento y casi siempre de allí partían sus conquistas amorosas. Desde que vio a Victoria le gustó, lo cual era muv natural. Ella coqueteó un poco y esto le alentó a creer seguro el éxito. Además tenía noticias de que la plaza no era inexpugnable, aunque alardeaba de serlo. Ningún domingo faltaba al Cinema para verla y consiguió que un amigo de ambos le presentase. Mas todo era inútil. Victoria le hada poco caso. Es más, comprendió que lo estaba tomando en broma, pues sin calaba Tttwta. 1020 ^ " cearlo de manera rotunda, jugaba con él como una gata caprichosa con un ratoncillo cautivo y era de piedra para sus declaraciones y ternezas. Una noche de noviembre, logró colocarse en el Cine, en una butaca, al lado de Victoria, que amablemente le saludó, celebrando aquella casualidad, que les permitía unas horas de charla. Se exhibía una película de una casa americana, que era notable por todos conceptos, una maravilla de la que podemos llamar nueva ciencia, tanto como nuevo arte. Había escenas de gran atracción, pero ninguna como la que se desarrollaba en el fondo del mar. Buscando un tesoro procedente de un barco naufragado, dos amantes, una ella muy hermosa y un él muy valiente, bajaban con trajes de buzos al fondo del Océano. La protagonista no había querido separarse de su adorado, en esos instantes de peligro. Si moría, debían morir juntos. Victoria y Pepito comentaron aquel idilio acuático y a uno y a otro se les ocurrieron oportunos chistes. Acabando estaba ya la sesión a que asistían, cuando Pepito, con voz en que puso todo el repertorio de sus ternuras, exclamó: — ¿Conque, Victoria de mí alma, cuándo me va usted a conceder esa cita que le tengo pedida? — Hombre, tenga usted paciencia! Ya llegará! Ya llegará! — Es que yo soy muy vehemente y no sé esperar. Entonces sonrióse Victoria y le dijo: — Está bien. Usted va a realizar su deseo, si es valiente como el joven americano de esa película. — Tratándose de usted soy yo tan valiente como todos los americanos y todos los europeos juntos. — Pues bien. El jueves, a las nueve de la noche, le espero a usted en el fondo del mar, como la bella de la película. Pepito se quedó un momento desconcertado y herido en su amor propio, al notar la burla y ver destruidas sus esperanzas, pero como hombre de mundo, se repuso pronto y contestó: — Corriente; no faltaré. — ¿Cuidará usted de encargar los trajes? — Cuidaré de todo, caprichosa amiguita. Llegó el domingo siguiente y Pepito esperó en la puerta del Cinema a Victoria, al objeto de poder sentarse junto a ella. Esta se sintió satisfecha de que no se hu liiese disgustado por la broma. Ya no le miraba con tanta indiferencia. A poco de sentarse, con tono afectuoso le dijo Navarro: — El jueves esperé a usted inútilmente, pues no acudió a la cita. — Echóse ella a reír y contestó: — Supongo que usted tampoco acudiría. — ¿Que no? Está usted en un error completo. Acudí, y como prueba aquí le traigo estas dos hermosas perlas que cogí en el sitio de nuestra misteriosa cita. Y sacando un estuche mostró ante los ojos de la burlona muchacha dos perlas de no escaso valor. Ella se quedó cortada, pero agradeció la galantería, que esos rasgos los agradecen siempre las mujeres. Y aquella gratitud fué tan grande que al día siguiente la cita se realizó, pero no en el fondo del mar, sino en el fondo. . . de un gabinete coquetón del restaurant de Hernán Cortés. Y Pepito quedó también muy agradecido a la película que le dio pretexto para conquistar aquella plaza. Victoria siguió asistiendo al Cinema, pero ahora tiene ya caballero que la acompañe. DOROTHY GISH, AVIADORA {Viene de la página 560) interpuse. — Cuénteme algo más respecto a ella. — Hay un detalle peculiar en el argumento: la persona que debe subir conmigo en el aeroplano es el "traidor" de la historia. Y según entiendo, el intérprete de ese papel en la película, nunca ha subido en un aeroplano. En cambio, el que hace de mi marido es aviador profesional en la vida real. Ese debía acompañarme... Pero ¿qué quiere usted? El autor de la obra no podía estar enterado de esas cosas. En aquel instante, el Director llamó a escena a Dorothy y no me quedó más recurso que poner puntos suspensivos a la entrevista, no sin haber averiguado antes que la película que estaba mi amable colaboradora representando, se llama, provisionalmente, "Por los aires con Janie" y que el argumento es de la señora Chet Withey. Antes de salir del estudio — pues seguía lloviendo y comprendí que aquella tarde no habría el esperado vuelo — fui a despedirme de Dorothy y a darle las gracias por su amabilidad. Pensando que sus admiradores gustaran, sin duda, de verla retratada con el traje de aviadora, le rogué que se dejase fotografiar para CINE-MUNDIAL, a lo que consintió sin vacilar. — ¿Sabe usted hablar español? — le pregunté por vía de adiós. — No — me contestó con una sonrisa encantadora— y créame que lo siento de veras. — Pues, entonces, figúrese — le repliqué — todo lo que puedo escribir acerca de usted sin que se entere. — Eso cree usted, pero no olvide — dijo amenazándome con su índice — que tengo persona que me lo traduzca. ¡ Cuidadito ! ¿Quién será ese traductor con tanta suerte? rOM MIX sale en v.a película que se supone que tuvo lugar antes de la Guerra de Secesión, que tmpezó en iSóo. Lo cual no es obstáculo para que en ella se vean carruajes con llantas de caucho y hasta . . . un teléfono! Además, Tom lleva en el brazo una inicial bordada : "M" ¿De quién seria la camisa? > PÁGINA 561