Cine-mundial (1920)

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"PL MES pasado dije algo del sofocón que -*-J pasó nuestro compañero Guaitsel tratando de entrevistar a Ina Claire, que tuvo la ocurrencia de anunciar oficialmente su casamiento al año y medio de perpetrarse. Parecía inconcebible que una mujer, y artista por afSadidura, pudiera guardar tanto tiempo secretos de esa naturaleza, pero, a juzgar por el caso que voy a describir más adelante, el hecho no es tan extraordinario como el lector pudiera figurarse. Hay aquí una dama, Fanny Hurst por más señas, que desde hace algunos años viene dedicándose a escribir novelas, artículos para revistas y argumentos cinematográficos. Al contrario de lo que sucede con los exponentes del sexo débil que se ganan la vida de este modo, Fanny no gasta espejuelos, se peina y usa polvos con regularidad, viste a la moda y, para abreviar, es una mujer guapa y elegante. Todos éstos son atributos singulares, ya que hasta la fecha se creía imposible que una mujer lograra éxito en literatura sin tener el aspecto de un espantapájaros, pero Fanny Hurst va aun más allá: ha estado casada durante cinco años sin que se enterasen más que los amigos íntimos. * * * COMO ya todo el mundo en la redacción desconfía de Guaitsel, que se azara con sólo oir la palabra matrimonio, decidimos encomendar a Gil Pérez — hombre de pocas palabras, enemigo de bromas y chacotas, y que con la misma seriedad entrevista a una estrella del cine que a un hipopótamo — la misión de ver a Miss Hurst y conseguir una reseña completa del caso. Según Gil Pérez, nuestra escritora no permitió que la entrevistaran. Así lo proclamó con acento decisivo a los distintos periodistas agrupados en su sala de trabajo. Esto de enviar a Pérez fué un magnífico golpe: si va Guaitsel, lo probable es que hubiera salido con alguna entrevista con la criada, o con un repórter, o con el perro — o quizás con alguno de esos soliloquios insulsos que él se gasta. Miss Hurst, sentándose ante la máquina de escribir, dijo a los representantes de la prensa que iba a darles todos los datos necesarios. Y lo hizo, como verá el lector a renglón seguido. • * * "Hace cinco años", esto es lo que escribió Fanny, "me convencí de que el matrimonio era el estado natural de la mujer y del hombre. . . (los puntos suspensivos también son de Miss Hurst: yo aprovecho la oportunidad para declararme neutral, porque esto va a ponerse feo). Una vez disipadas todas mis dudas sobre este punto, resolví que mi casamiento no coartara mis facultades como escritora o me hundiera en una vida sedentaria y sin aspiraciones." No vendrá mal indicar ahora que el señor que firmó este armisticio se llama Jacques S. Danielson y es un compositor y pianista notable. "Opinando firmemente", sigue Miss Hurst, Junio, 1920 < "que de diez matrimonios, nueve sólo constituyen pruebas de resistencia en que reinan la familiaridad y el desprecio, también me convencí de que a menudo los más sagrados enlaces pierden su esplendor y brillo como un trozo de damasco satinado, que en poco tiempo se convierte en mantel lleno de manchas. "Al casarme, no seguí las reglas de esta o aquella teoría. Me limité a resolver el problema de las necesidades especialísimas de dos profesionales. "Decidamos vivir separadamente, manteniendo nuestras casas respectivas y viéndonos por inclinación y no por deber. "Decidimos que el desayunarnos juntos siete veces por semana podría traer el hastío. Nuestro promedio son dos desayunos por semana. "Decidimos que la costumbre antidiluviana de que la mujer al casarse pierda el nombre que es parte tan integrante de su personalidad como el color de sus ojos, no tiene fundamento lógico alguno. Desde que nací me han llamado Fanny Hurst y con ese nombre pienso morir. "Decidimos que en el caso de tener hijos, éstos llevarían el nombre del padre hasta llegar a la mayoría de edad. Luego podrían ostentar el que les viniera en ganas. "Mi marido me telefonea cuando quiere hacer una cita para comer conmigo, lo mismo que cualquier otro amigo. Yo respeto sus compromisos en análoga forma. "Decidimos que como la naturaleza a veces se vale de trampas para embaucar a las gentes, probaríamos nuestro matrimonio por un año y, al final de ese período, nos separaríamos amistosamente de habernos equivocado. "¿Que si ha resultado un éxito este plan? Ustedes dirán. En vez de anular el matrimonio al año de contraerlo, lo estamos anunciando a los cinco años." Para demostrar que el secreto se había guardado con toda fidelidad, Miss Hurst cita el siguiente ejemplo: "Una noche de la semana pasada fuí al teatro acompañada de una amiga y por casualidad nos tocaron las butacas al lado de mi esposo y varias de sus amistades. ¡Y fuimos presentados, qué les parece a ustedes!" * * * Miss Hurt concluye su narración: "De manera que a los cinco años de prue ba, la mariposa no ha perdido el polvillo de sus alas! "El rocío está sobre la rosa I" Pues arriba con los faroles, digo yo. Y si hay por ahí damas o damitas interesadas en el asunto, sépase que este servidor quizás. . . tal vez. . . accedería a someterse a una de esas pruebas. * * « UN alquilador neoyorquino acaba de copilar la siguiente estadística: Número de exhibidores en los Estados Unidos: 17,326. Los que han bautizado sus teatros con el nombre "Capitolio": 874. Los que han l)autizado sus teatros con el nombre "Hívoli": 913. Los que han bautizado sus teatros con el nombre "Rialto": 813. Los que han bautizado sus teatros con el nombre "Strand": 928. Los que se quejan de los altos alquileres: 17,326. Los que realmente pagan altos alquileres: 21. ¿Qué les parece la estadística a los exhibidores "separatistas" de la Argentina? * * * ALA cabeza de la lista de películas que tuve que ver esta semana figuraban las siguientes: "¡Jamás se case!" (Primer Circuito). "i Cásese, por favor!" (Metro). "Puntos de vista" (Select). * * * EL OTRO día estuve leyendo la lista de títulos de una película de gran metraje hecha en España. Aquello era el disloque. Daban toda clase de explicaciones y detalles, por nimios que fueran: en una palabra, los cómicos, utilería, etc., estaban de más. Con los títulos quedaba uno enterado de todo. Luego vi el trabajo del director y los artistas. Unos tres mil metros de película con algunas vistas bonitas, una dama fungiendo de primera actriz y varios señores que hacían cosas raras. Efectivamente: todo el trabajo de estos elementos estaba de más. Entre los yanquis que presenciaron el acto, homicidio cinematográfico o lo que fuera, reinaba la estupefacción. Yo salí de la sala ciscado y muy de prisa para eludir los comentarios, pero no dejé de oir a uno de los norteamericanos preguntarse por lo bajo "a dónde iría a parar este peculiar drama español". Y tan "peculiar". « * • ESTO de las leyendas largas es una de las características de aquellos países donde las cintas se venden y alquilan por longitud. El público, que maldito el interés que tiene en leer las elucubraciones de los redactores de títulos, se indigna y protesta en vano: para los empresarios lo esencial es el metraje y, como éste cuesta caro cuando se hace a fuerza de cómicos y argumento, se lo dan de palabrería. Entre todas las naciones de la ■ ^> PÁGINA 562