Cine-mundial (1920)

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brazos hací» arriba y hacía atrás. El rostro del bandido palideció y el sudor de la asonía fomió heladas sotas sobre su frente. Dupont mismo parecía afectado por el espectáculo de aquella tortura, pero pensando en los sufrimienots que el infame había inferido a la inocente Violeta, recuperó el ánimo y dejó. sin pestañear, que los atormentadores continuasen su dura tarea. Kali. desde la comisa de la ventana, veía todo aquello, pero con interés muy distinto del que guiaba a Dupont. Luis sabía demasiado para permitir que sus revelaciones fueran escuchadas por el doctor. Apenas notó que Luís iba a verse vencido por el dolor, la mano de Kali se deslizó en el seno: sus antepasados sabían muy bien cómo sellar los labios de los traidores. — Hablaré — gimió Luis. Dupont ordenó a sus hombres que soltaran al bandido y se acercó a él para escuchar sus palabras. — El Rostro Fantasma ya no es nuestro jefe, sino otro que vive en. . . Pero no dijo más. Su cabeza cayó hacia adelante y el doctor vio que un dardo le había atravesado la Erarfranta. Nadie sabía cómo había sucedido aquello. — Es inútil permanecer aqui — añadió Dupont— sin duda que esta «s obra de Kali. . . El dardo estaba envenenado y la muerte fué instantánea. Cuando se hubo perdido el eco de los pasos de Dupont y su gente. Vera se arrastró fuera del escondite. No comprendía cómo había podido morir Laiís y el espectáculo de su cadáver, caliente aún y del dardo asesino que estaba clavado en su cuello, la hizo estremecerse. Con gran prudencia salió de la habitación y se dirigió a la Gruta donde el jefe había dado cita a sus subordinados. Kali había ya llegado ai lugar de reunión y narrado cuanto había sucedido, ganándose las felicitaciones de todos por haber impedido que la Baña fuese traicionada. Renard, pálido de ira. juró hacer pagar muy caro a DuiX)nt bu inesperada incursión. Su ausencia daba una magnifica oportunidad para el secuestro de Violeta y. sin perder tiempo, lanzóse hacia la casa de ésta y. gracias al conocimiento intimo que tenia de las entradas y salidas de toda la residencia, pronto llegó al aposento de la joven. A! verle. Violeta lanzó un grito y el doctor Sutton corrió a su lado. Renard la tenia fuertemente asida. pero no por eso descuidó la presencia del anciano a quien dio un golpe brutal en la mandíbula, haciéndolo vacilar y rodar por la escalera, dando botes. Aquella sucesión de golpes bastó para quitar el conocimiento al médico que fué a caer, desvanecido, sobre las baldosas mientras Renard, logrando al fin vencer la resistencia de Violeta, huyó con ella hacia la Gruta. Este nuevo antro de la Banda estaba en una vieja iglesia, abandonada desde hacía tanto tiempo, que no tenía más habitantes que los murciélagos, las arañas y las ratas. En la media luz de sus vastas y polvorientas naves parecían esconderse mil sabandijas repugnantes y al amparo de sus sombras, en aquel helado aire de tumba, todo era siniestro y amenazador. AIU condujo Renard a Violeta. La joven estaba poco menos que desvanecida a causa del tratamiento recibido de manos del bandido que la dejó caer sobre el piso, donde la ató firmemente con una cuerda cuyo cabo amarró a una anilla de hierro fija en el piso. — Ahora ya puedes gritar cuanto se te ocurra, condenada— dijo brutalmente cuando quedó terminada su obra. — Nadie vendrá en tu auxilio, porque nadie podrá oírte. Aquí no viene jamás más que el que tiene relaciones directas con la Banda. Chilla, chilla cuanto gustes. Violeta, demasiado débil hasta para abrir los labios, quedóse inmóvil sobre el suelo. — ¿Cómo te apoderaste de ella? — preguntó a Renard el jefe de la Banda. — Sencillamente entré a su cuarto — contestó el bandolero con aire fanfarrón — y me la sustraje a rastras. Es uno de los triunfos en nuestra partida, y a mí me gusta siempre tener triunfos en la mano. . . El Rostro Fantasma dirigió una mirada de odio a la joven que yacSa sobre las frías baldosas de la Gruta y Violeta se estremeció al sentir aquellas pupilas malvadas fijas sobre ella. — Tienes un recurso para salvarte — le dijo. — Manda un re^-ado a Dupont, diciéndole que nos entregue el mapa del secreto del Dorado. . . — El no tiene ese mapa — protestó Violeta. — Entonces, que nos diga dónde está el Dorado — insistió con malévola sonrisa el Rostro Fantasma — y si rehusa, morirás antes de que el sol trasponga las colinas, al llegar la aurora. Encima de tu cabeza está la campana que congregaba a los fieles al culto divino. Ese bronce doblará a tu muerte. Las ratas abundrin aquí y siempre están hambrientas. La cuerda de la cual está suspendida la campana es vieja ya y carcomida por el tiempo. ¿ Ves a las ratas royéndola ? Dentro de jTocas horas, la cuerda se romperá y la campana caerá sobre ti para aplastarte. . . — No, no. . . ¿Es posible que seáis tan malvados 7 — gimió Violeta, pálida de terror. — Yo no oa he hecho ningún daño. No sé nad^, respecto a ese mapa que queréis, ni Roberto tampoco. El mismo puede deciros que no conoce siquiera su existencia. Esperadlo, por piedad. Mandad a alguien a llamarlo y os convenceréis de lo que os digo. . . Pretendiendo ceder a las conmovedoras instancias de la joven, el Rostro Fantasma ordenó a Renard y a Kali que fuesen a ver a Dupont y le preguntaran si conocía el paradero del buscado mapa. — Si jiira que ni él ni tú saben el secreto del Dorado, dejaremos de perseguiros a ambos — añadió el Rostro Fantasma dirigiéndose a bu víctima. — Nosotros sólo exigimos lo que nos pertenece, pero mientras Renard vuelve, serás nuestra prisionera. £1 Rostro Fantasma salió de aquel infecto sótano C I X E M U X D I A L y Vera, después de cerciorarse de que las ligaduras dr la joven estaban firmes, lo siguió escaleras aniba. violeta se quedó, pues, a solas con las ratas y las arañas. Atenazada por el terror, veía aquella campana, instrumento de suplicio, balauceándose amenazadora sobre su cabeza y se preguntaba con estremecimientos de terror si Renard llegaría a tiemi>o para que Roberto acudiera en su auxilio. A su regreso de la incursión. Dupont halló al doctor Sutton herido y sin conocimiento al pie de la escalera. Con mucho cuidado, él y Dacca levantaron al anciano, lo llevaron a su habitación y lo revivieron. Apenas abrió los ojos, el médico preguntó por Violeta y entonces fué cuando Roberto se enteró de que su novia estaba en poder del Rostro Fantasma. — Trata de encontrarla, hijo mío — suplicó Sutton a Dupont. — Búscala. . . — La encontraré — contestó Dupont con firmeza. — Debo reconcentrar mis ideas. Su espíritu me llamará. Sabremos dónde está mediante las ondas magnéticas. . , Sentado al borde de la cama de Sutton. Dupont puso su mano sobre la del doctor y juntos evocaron el espíritu de Violeta. El joven vio. entonces, reflejado en su propia imaginación, el cuerpo de la joven, atado bajo una enorme campana que se balanceaba sobre su cabeza y que estaba suspendida por una cuerda, roída por hambrientas ratas. Vividamente, Roberto tenía ante sus ojos cada uno de los hilos de aquella cuerda a medio destrozar. Era inevitable que Violeta resultara aplastada bajo el peso del bronce impío. . . Tan concentrados estaban en su tarea espiritual, que ni Dupont ni Sutton se dieron cuenta de la proximidad de Renard y de Kali, quienes habían pe la cuerda de la pesada campana suspendida sobre su inocente cabeza. Comprendiendo la inutilidad de sus esfuerzos y tratando de conservar sus fuerzas hasta el último instante, había cesado de giitar pidiendo auxilio, porque sabía que era inútil llamar a nadie. ¿ Quien había de acudir al tenebi-oso fondo de la iglesia abandonada hacía tanto tiempo? Hubo un momento en que imaginó que Roberto la llarnaba y. sintiendo renacer su confianza, le contestó dándole instrucciones para llegar a su lado Pero, a poco, comprendió que había sido sólo una ilusión de sus sentidos. Las tinieblas comenzaban a desvanecerse. La aurora iba a surgir radiante y a tocar con la orla de sus vestiduras escarlatas el negro recinto de la Gruta trágica. Violeta. traUndo de rasgar con la mirada la obscuridad ambiente, reconcentró sus ojos en el redondo cristal de una claraboya que tenía enfrente. Un rayo de sol atravesaba aquella abertura y fue a caer como banda de oro sobre sus manos atadas. Fascinada, Violeta vio aquella luz hacerse mas y mas brillante. En lo alto, balanceándose siniestramente, la campana estaba suspendida al parecer sólo por un delgado hilo de sus cuerdas deshechas y roídas. Laa ratas hambrientas no hacían caso de la triunfal aurora. . . "«*•■ FIN DEL SEXTO EPISODIO AIU condujo Renard a Violeta. . netrado por la puerta principal con toda libertad, ya que Dacca estaba al lado de sus amos. Silenciosamente, Kali subió los peldaños del balcón mientras Renard, atraído por las voces, se dirigió al aposento del doctor Sutton, donde pudo escuchar el relato que de su visión hacía Roberto, — Ya la he encontrado— decía — y conozco el sitio donde se halla. . . Es más, creo poder llegar a tiempo a su lado. Que el espíritu de usted le envié mensajes de consuelo y estímulo, doctor. . . Y salió apresuradamente de la habitación, yendo a caer en brazos de Renard, que aguardaba. Los dos hombres se asieron firmemente, tratando de vencerse. Dacca, oyendo el ruido de la pelea, voló en ayuda de su amo, pero Kali, balanceándose cabeza abajo desde la barandilla del balcón, asestó un golpe tremendo al criado, que cayó redondo, sin conocimiento. Dupont, demasiado ocupado con Renard, no se dio cuenta de lo que acababa de ocurrir ni vio al pigmeo en acecho. — Con eso tienes para una hora — i)ensó Kali con salvaje alegría. Dupont, que había logrado en aquellos momentos quedar por encima de su enemigo, no había notado la presencia del indígena y reconcentrando las fuerzas que le quedaban para anonadar a Renard con un golpe supremo, se desasió ágilmente de él y. sin dejar de mirarle, retrocedió algunos pasos hacia la puerta del vestíbulo. Kali, creyendo que trataba de escapar, se quitó la cuerda que tenía arrollada en la cintura, la lanzó hacia la cabeza de Dupont y .logró «nredarlo firmemente por el cuello, arrastrándolo Contra su voluntad hacia la barandilla. En ¡a obscura nave de la Gruta de los Roedores. Violeta luchó con todas sus fuerzas por zafarse de las ligaduras que martirizaban sus miembros doloridos. La pálida luz de un cirio que tenía cerca le permitia ver a las ratas que Be arrastraban en derredor y que, como instrumentos de muerte, roían Las Películas Yanquis y la Producción Alemana HACE poco se recibió en las oficinas de la "Inter-Ocean Film Corporation", una carta suscrita por uno de los distribuidores más conocidos de Alemania, en la cual se pone de relieve el porvenir (¡ue las cintas de origen norteamericano tienen entre los teutones. Los párrafos siguientes, que transcribimos, están traducidos textualmente de la aludida misiva: "Actualmente no se permite la importación de películas cinematográficas en Alemania, pero de un momento a otro se espera que dicha prohibición desaparezca. Y los productores temen que, al llegar el alud de cintas norteamericanas, los negocios asuman un aspecto desagradable, ya que la competencia será en detrimento de la producción indígena. "Esto tiene su origen en la afición que el público alemán muestra por las cintas yanquis. Pero, por otra parte, es natural que en los Estados Unidos haya demanda por las películas germánicas, ya que estas últimas tienen elementos muy distintos de los que caracterizan a la producción norteamericana. "Los productores alemanes nunca podrán competir con los norteamericanos en la manufactura de cintas de las llamadas de espectáculo; pero, en cambio, se envanecen de sus argumentos en que la lógica de la acción es lo esencial. "Personalmente, me he dedicado a la venta de películas de los Estados Unidos y continuaré haciéndolo, en la certidumbre de que, cuando la cuestión del cambio ' mejore, será un excelente negocio, sobre todo si se tiene en cuenta el enorme desarrollo de la afición y el impulso dado a la exhibición de películas." Debemos añadir, por cuenta propia, que hasta la fecha no han sido exhibidas películas de origen teutón en los Estados Unidos, ni tampoco han llegado cintas de Alemania a los países de habla española hasta el momento de escribir estas líneas. La Inter-Ocean vende 40 Películas para el Brasil La "Inter-Ocean" acaba de firmar un contrato para la distribución de cuarenta producciones "World" con uno de los distribuidores más importantes del Brasil, para su explotación en dicha república. Este es uno de los contratos de exportación más importantes que se hayan hecho a últimas fechas. Las producciones de que se trata tienen por intérpretes a Alice Brady, Evelyn Greeley, Kitty Gordon, Betty Compson, George Larkin, Madge Evans, Montague Love, Ruby de Remer, Frank Mayo, Arthur .^shley, Dorothy Oreen, June Élvidge, Ear! Metcalfe, Creighton Hale, Edythe Sterling, Bárbara Castleton, Louíse Huff, Vivian Martin, y otros actores y actrices de gran popularidad en toda la América Latina. El contrato se firmó al cabo de muy pocos días de haberse iniciado las negociaciones respectivas.