Cine-mundial (1920)

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CINE-MUNDIAL Crónica de París Una entrevista con Pearl White. — El Cinematógrafo francés en América. — Iniciativas y Proyectos. — Algo más sobre las películas americanas en Francia. — Los artistas americanos en Francia. *' A TODO señor, todo honor", dice un vie/A jo proverbio francés. A la llegada de Pearl AVhite a Francia, todos nos hemos apresurado para obtener una entrevista con la encantadora artista americana y. por eso, en esta crónica, empezamos por hablar de ella. Un gran personaje que llegue a Francia con todo su estado mayor, no se recibiría con tanta pompa y entusiasmo; no tendría, seguramente, el anuncio de tantos artículos elogiándolo, no solamente en las revistas y periódicos profesionales, pero sí también en los grandes diarios que, entre paréntesis, se han visto obligados a reducir su contenido estrictamente a su grado mínimo. Sabíamos, hacía más de una semana, que Pearl M'hite estaba camino a París; conocíamos el nombre del barco que se emprimaveraba transportando a la amable estrella; muchos artculos habían anunciado su llegada y, muchos más se han escrito después de la entrevista acordada a diez y ocho de nuestros confráteres. Entendedlo bien: diez y ocho periodistas han ido a ver a Pearl White a su llegada aquí. Y, nosotros también deseamos obtener de ella una entrevista para los lectores de CINE-MUXDIAL. Pearl White nos concedió esa entrevista en el Hotel Majestic, donde se hospeda, para las siete de la tarde, o, lo que es lo mismo, hablando en el idioma ferrocarrilero, para "las diez y nueve de la tarde". A las siete menos cuarto ya nos encontrábamos en el vestíbulo del hotel y, un cuarto de hora más tarde, Pearl White entraba. . . ¿Cómo?... ¿Sin revólver ni disfraz? ¿No desea, pues, matar a nadie? ¿No seríamos nosotros la víctima? ¿Seríamos nosotros Antonio Moreno? La reconocimos en seguida. . . —Señorita White: venimos a entrevistarla para los lectores de CINE-MUXDIAL. . . — ¿Cómo... todavía otro periodista? Entonces. . . ¿la entrevista que le concedí ayer a diez y ocho periodistas no ha sido suficiente? — Sí. señorita White. . . diez y ocho periodistas, lo sabemos: los periódicos están en !a calle hablando de usted. Y, armonizando el gesto con la palabra, sacamos de nuestro bolsillo algunos diarios del día que hablan de la heroína de "Los Misterios de Nueva York". Pearl White conoce un poco el francés, pero no lo suficiente, sin embargo, para hacerse entender de nuestros buenos amigos que la han visitado. . . Han dicho de ella que le gustan Ins manjares franceses. . . — No, señor; solamente me gustan los lenguados fritos. . . ellos no hablaban inglés, ¿comprende usted? Al menos con usted puedo hablar libremente... ¡y decir que yo tenía una intérprete!... — ¿Cuál es, pues, señorita White, el propósito de su viaje? — He venido por el placer. . . espero ir a Roma. . . — ¿A Roma... a qué? — ¡Oh, ya en el 1913 yo había estado en Francia y en Italia También estuve en Monte Cario, donde me gané algún dinero en la ruleta. . . además, mi madre es de origen italiano. . . — ¿Cuáles son sus proyectos? — No tengo ninguno por el momento. . . estoy comprometida con la Fox por más de un año todavía. . . Probablemente volveré aquí, en noviembre próximo, si la Fox Film construye sus talleres en Francia, como tiene pensado. Eso será para producir películas. . . — ¿Y en Roma? ¿Sabe usted que sus pe es la única artista americana bien conocida en Italia, pues las películas americanas se ven poco por allá. — ¡Oh!, eso me causa gran placer. No lo sabía. — Puede ser que, estando en la patria de Dante, se le requiera a usted para que. . . — Imposible, yo no trabajar; más que para la Fox. . . — ¿Qué cree usted de Francia? — Estoy sorprendida y muy satisfecha de ver el interés que sienten por mí. Recibo invitaciones de todas partes. Desean que sea la huésped de personas muy conocidas y de alta distinción. ;Dios mío!, si yo pudiera atenderlos tendría que permanecer aquí un año por lo menos. — ¿Y qué opina usted de las películas francesas? — No puedo decirle nada. I^o que he visto data de antes de la Guerra. . . entonces. . . — : Evidentemente! Por tanto, uno de mis colegas ha publicado que a usted le gustan mucho las pélenlas francesas. . . — ¡Oh!, léame eso. . . Pronto satisfacemos la curiosidad de nuestra amable interlocutora. . . ella nos sigue, atenta, durante la lectura. . . — ;Oh!, qué intérprete la que yo he tenido!. . . La aguja del reloj avanza, avanza siempre, sin tregua. . . Hubiéramos querido prolongar nuestra entrevista, pero la hora de la comida se aproximaba, se aproximaba. . . así como también un hombre robusto y elegante. . . ¿Es el novio de Pearl?... T>o ignoramos. La artista parecía divertirse también ron la conversación. Nos retiramos discretamente, mas no sin nue antes le diéramos las grncias más calurosas v que felicitáramos sinceramente a la "gran estrella" americana. La señorita Pearl White permaneció algunos días en París, después de los cuales dio un paseo a Roma, encontrándose va de regreso en Francia de donde pronto partirá para Nueva York. . . ¡Hasta luego. Pearl White! * * * IVJUESTROS colegas de aquí se han regocijado. Dos películas francesas, donde hav. sin embartro. algo americano, se han vendido en América. Y esto, como tiene que imaginarse, se ha anunciado a los cuatro vientos. Ya hacía mucho tiempo que no se vendían películas francesas para la exportación en .\mérica. Estas películas han tenido a Miss Fannie Ward como intérprete. . . Por eso es que los empresarios han querido que el nombre de la artista americana aparezca en los programas. Ellos estaban seguros que la famosa intérprete de "Forfeiture" servía nara -algo. Pero, hav otra película que no tiene nada de americano y. parece, que se ha vendido para América. Ciertamente estn es digno de atención. Hemos dicho en un periódico de aquí, que se puede comparar las películas con los libros. Deben de ser un obieto de intercambio va nue instruyen algo. Cuando los libros OTistan: cuando unen lo útil a lo aeradable. éso debe ser una razón suficiente para procurarlos. Lo mismo debe ser cuando las neHculns reúnen esas cualidades: ello debe inspirarnos para recomendarlas. Es la verdad que, como "cada país tiene sus costumbres V maneras", deja su sello en los libros, las Tielículas llevan el rastro del genio y del talento nacional. Es a la gente del mundo a ción. El favor del público es una demostración cierta de la buena cualidad de las películas. TODO lo que es en Francia talento, genio y fuerza, se endereza a trabajar por la película nacional. Estos esfuerzos que, como decíamos, son la base del triunfo de la película francesa, están muy cerca de mostrarnos sus frutos. Los artistas, directores de escenas y autores, escocidos en su amor propio, deseosos de demostrar un día su potencialidad, no solamente nacional (si podemos expresarnos así), sino internacionalmente, se han decidido a llegar a la meta que se han propuesto: ver sus películas proyectadas en el extranjero. Esta palabra de "extranjero" significa "América", particularmente, pues es el país que admite una gran rendición; el país, además, que representa el simbolismo del misterio, porque las películas extranjeras no pueden penetrarlo. Estamos en camino de preguntar qué es lo que gustaría a los americanos, pues se desea complacerlos; se desea producir cosas que sean de su gusto, que los alegre y los diiverta; que, en fin, los haga buscar la película francesa. ¿Llegará eso algún día? Si se continúa como hasta la fecha, creemos que pronto ha de ser así y el ideal se ha de realizar. Es bueno, sin embargo, que haga constar que, en todo caso, al lado de las películas cuyo único cuidado es el Arte, todavía no se produce lo que viene a ser el folletín. . . nos referimos a las películas en episodios... ¿Cuándo perderemos la costumbre? LOS artistas americanos en Francia I He ah un motivo para mostrarse celosos y que ha hecho que muchos se pregunten: "¿Por qué vienen a comer nuestro pan?" ¡Qué gran error hacerse esa pregunta! Pues se olvida que, esta gente que viene "a comer nuestro pan", gasta y gasta regiamente. Se olvida, además, que así los artistas franceses encuentran la oportunidad de unirse a la comparsa y de trabajar para la pantalla, pues, sin estas visitas inesperadas y que se juzgan inoportunas, no podrían hacerlo con la facilidad que se les presenta. Muchos de nuestros colegas están, a la verdad, equivocados, y no debieran expresarse así. Ya lo hemos dicho y lo repetimos ahora: la llegada a Francia de artistas americanos y de directores de escenas, sobre todo, no surte otro efecto sino favorecer la industria cinematográfica francesa. EN el momento de enviar nuestra crónica mensual hemos leído en un diario un artículo contra el Sr. Maurice Tourneur. . . Se le reprocha a dicho señor el haber dicho que no piensa venir a Francia para hacer películas, pues en Francia no se puede trabajar como en América. El artículo, según nuestra opinión, está bastante justificado, a pesar de su violencia y de haber suscitado una polémica en los periódicos, pues, al fin y al cabo, el señor Tourneur nació en Francia y, por consiguiente, es francés y no debiera de expresarse de tal manera contra su país. . . Nos permitimos tocar este punto a simple título de información, pero estamos seguros de que sí el señor Tourneur viene a Francia, no será bien recibido por sus ex compn