Cine-mundial (1920)

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CINE-MUNDIAL "La Verdad" se llama la película de Madge Kennedy, de donde están tomadas estas escenas, y la verdad es que la artista se ve guapísima y tiene ese aire ingenuo y picaresco a la vez que le ha dado justa fama. Los matices de expresión que en tales escenas son evidentes, resultan característicos de la popular actriz. XIO, 1920 < Tenemos el Ho a Madge ORA: las once de la mañana. Sitio: el Hotel Belmont, de esta ilustre ciudad. — Ahí viene — dijo mi amigo Schoemberg, director de publicidad de la casa Goldwyn, con quien había yo estado hablando hasta aquel instante. Levanté la cabeza y, efectivamente, ahí estaba Madge Kennedy, estrella de primera magnitud, que irradia simpatía como sus hermanas del firmamento irradian luz y que la derrama generosamente por dondequiera que va. — Le suplico que me dispense por haberlo hecho esperar, señor Rico. . . No fué culpa mía, de veras. . . Todos los días vengo en automóvil desde mi casa de campo y hoy, a causa de varias dilaciones en la carretera» me retrasé. . . Perdóneme. . . Y como me decía todo eso con la más amable de las sonrisas, no me quedó más recurso que perdonarla (como si no estuviera yo dispuesto a hacerlo desde el instante en que apareció) y así se lo dije. Sin duda que mis lectores querrán saber algo respecto a la personalidad de Madge en lo privado y cuando no queda bajo la deslumbradora luz de los talleres cinematográficos. De modo que comenzaremos por decir que la primera impresión que deja en el ánimo de quien la conoce es la de una joven rebosante de amabilidad e incapaz de un gesto de impaciencia, siempre dispuesta a hacer algún bien y a obligar a sonreír a todos aquellos con quienes habla. Sus grandes ojos castaños, que brillan y centellean como ágata herida por el sol, parecen danzar cuando Madge habla. Y, si mucho me apuran, hasta diría que la artista no tiene necesidad de hablar para expresar lo que siente; basta al interlocutor leer sus ideas en esos ojos elocuentes, en donde es sencillísimo descifrar la respuesta a cualquier pregunta que se le haga. Nunca podrán las palabras describir lo atractivo de su fisonomía tan elocuentemente como las fotografías que acompañan a este artículo y que muestran al representante de CINE-MUNDIAL en animada charla con Madge. Después de los preliminares, la amabilísima artista y el que esto escribe se sentaron en uno de esos inmensos divanes forrados de terciopelo rojo de que el Belmont hace gala y, en íntimo tete-a-tete, comenzamos a hablar de cinematografía. Pronto descubrimos que la señorita Kennedy tiene una amenísima charla y es capaz de retener el interés de quienes la escuchan durante horas enteras. Además, su cultura es muy superior a la que generalmente se supone en las estrellas del arte mudo. Durante nuestra conversación, recibió y leyó una carta en francés — que por cierto venía del Japón. Madge nació en California, de modo que tal vez por eso se explique la vivacidad de su temperamento, desarrollado en la tierra del sol del Dorado Oeste. Más tarde, vino a Nueva York a estudiar pintura y, a poco, sintiendo la atracción teatral, se presentó en las tablas, donde obtuvo sonadísimos éxitos en la interpretación de varias comedias ligeras y papeles dramáticos que fueron presentados sucesivamente en diversos teatros de Broadway. Allí fué donde cosechó sus primeros laureles. Luego, dándose cuenta de > PÁGINA 626