Cine-mundial (1920)

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CINE-MUNDIAL Tapón, Siam y las tierras de Oriente Crece a diario e! mercado Aumenta (üiirianiente, al decir de los exportadores, el mercado de películas en Japón, a pesar de todas las dificultades citadas anteriormente con respecto a China. Mediante cuidadosa selección, atendiendo de preferencia a las aficiones orientales, el porvenir del cine en aciuellas lejanas comarcas está asegurado, pues la afición, que nació en las costas, donde es mayor el número de europeos, se va extendiendo hacia el interior rápidamente. En Yokohama, la calle principal está atestada de cines, en las que, unos sobre otros y sostenidos por ligeros postes de bambú, hay enormes carteles y banderas anunciando la función con todos sus detalles. Para completar la efectividad del reclamo, un muchacho está sentado a la puerta de los teatros y redobla incesantemente sobre un "tam-tam" para atraer la atención de los que pasan. En el interior de estos cines hay galerías especiales para los europeos, con sillas. Pero si el espectador quiere estar con la mayoría de los asistentes, que son nativos, hay un ujier que le impide reunirse con ellos, a menos que se quite los zapatos y los dejo en la "guardarropía", donde el número correspondiente se le pone a cada par de zapatos en el extremo de un palo de bambú de enormes dimensiones. Una vez descalzado, el espectador entra en la sala y se sienta i la turca en el duro suelo. Los orientales inventaron algo parecido a la cinematografia desde hace varios años. En Sumatra, en ciertos días feriados, hay una especie de diversión de marionettes, que constituye todo un drama o comedia y que tiene por base el mismo principio que la cinematografía. Los encargados de mover las diversas figuras, a fin de que se destaquen sobre una pantalla especial, para deleite del público, tienen tantos muñecos a su alcance, cuantas actitudes asume cada uno de los pr itagonistas, a fin de dar la impresión de movimiento con la presentación sucesiva de cada imagen: es el fundamento del arte mudo en su forma más primitiva. La "Universal Film Manufacturing Company" ha obtenido una serie de fotografías en ias que se ve cómo se lleva a cabo esa curiosa tarea, que atrae millares de espectadores y que es una demostración palpable de la estupenda paciencia y la habilidad orientales, sobre todo en tratándose, como en este caso, de figuras de cartón, recortadas con cuidado y curiosidad. Chaplin es favorito en Siam Charlie Chaplin, según asegura la señorita Hilda M. Love en una correspondencia dirigida al "Daily Mail" de Londres, es uno de los favoritos de la pantalla entre los siameses. Su retrato a la puerta de los cinematógrafos de aquel país constituye un atractivo tan grande como en cualquiera de las naciones occidentales. Los chiquillos tratan de imitar sus pantomimas, lo mismo que los europeos y americanos y procuran por cuantos medios tienen a su alcance, obtener las monedas necesarias para entrar a admirar a su ídolo. De modo que, si en lo que se refiere a fotodramas, la mente oriental está a muchísima Para los chinos, una película industrial tiene más emociones que una serie episódica, de las que deleitan al occidente. wiiiniiiiiiiiiiiiliiiiiiiii niiminiimiLiiiiNiiiiniiini i i niiniíii niiiiiniiin iiNiiiiiiiiiiiiniitn distancia de la occidental, en lo (pie tiene que ver con las comedias, la impresión general es la misma y la fuente de hilaridad es idéntica en ambos casos. Los chinos — según dice la señorita Love, confirmando lo que se afirmó al principio de este artículo — permanecen indiferentes a la trama de un asunto novelesco o ante la exhibición de una cinta de las llamadas de "espectáculo" en las que se mueven grandes muchedumbres y hay regio lujo de detalles y magníficos escenarios. Pero invariablemente se entusiasman lo mismo que los nuestros, poniéndose en pie y dando gritos, a pesar de la tradicional indiferencia de la raza — cuando en la pantalla aparece una emocionante carrera de caballos o de automóviles, de esas que, por regla general, forman la parte más sensacional de una película en la que el trai Si los hombres de ojos oblicuos y tez bronceada o amarilla entienden el amor a su manera y no perciben las sutilidades en cambio, subyugados por la potencia de ese monarca de todas las edades que se llama el Ridiculo, ríen — como nosotros — de la-: comedias del arle mudo Asi las pantomimas de Chaplin, sus porrazos y sus payasadas tienen el mismo efecto en Pekín que en Buenos Aires, en Tokio que en Paris, en Méjico que en Sumatra. y por el camino de las carcajadas, la -i ■ n^maíograjía va dominando tfoco a poco a los túblicos de aquellas apartadas comarcas del mundo, a despecho de las distancias, de las diferencias raciales y de la tradicional, reaccionaria vetustez de Oriente. dor y el héroe se disputan la mano de la protagonista, a fuerza de velocidad. Los gallineros son los mismos en todas partes. Cuando en un cine oriental se presenta una película en la que el traidor está tratando de hacer una de las suyas, los espectadores silban y se indignan y en otras formas, no menos efectivas, demuestran su desaprobación y, cuando, triunfante y en una apoteosis de valor y de cariño, el héroe salva a la heroína y todo termina en el consabido beso que forma el epílogo de toda cinta que se respete, los asistentes no pueden reprimir las expresiones de su alegría. Gustan, asimismo, de las llamadas "Revistas" o "Noticieros" en las que tienen ocasión de ver reproducciones de países, gentes, ciudades y costumbres occidentales. En particular, las procesiones, manifestaciones públicas y demás espectáculos en los que toman parte personas de ambos sexos, de la vida corriente, les encantan. La manera como fué celebrada, por ejemplo, la firma del armisticio en las diversas capitales europeas y americanas, sigue atrayendo todavía — ¡al cabo de tantos meses! — numerosos espectadores. La parte musical del programa No hay punto alguno de contacto entre el programa musical a que estamos acostumbrados en los cines de Occidente y la substitución del mismo en las salas de espectáculos de Oriente. La orquesta, si así puede llamársele, no hace esfuerzo alguno por adoptar sus notas al desarrollo del tema que en el lienzo se presenta y, a oídos europeos, es más bien un ruido estruendoso que martiriza los oídos. El interior de la mayoría de los cines orientales, especialmente los que admiten sólo espectadores indígenas, es de lo más abigarrado y pintoresco que darse pueda, por razón de" la variedad de colores que allí se despliega. Aparte del adorno y de los tonos que presiden al decorado de muros y cortinajes, los indumentos de los espectadores tienen todos los colores del iris. Y hay que tener en cuenta, por otra parte, que ellos mismos, en su piel, llevan la gama de todos los matices conocidos, desde el lívido cutis de los chinos y japoneses hasta el tinte de chocolate de los hindús o la negra tez de otras razas. Como los afectos al cine entre la gente de raza amarilla acuden al espectáculo con toda la familia, la gritería que arman los chiquillos, de cuando en cuando, hace coro a la "orquesta", de modo que la película pasa en medio de una verdadera tempestad. No faltan tampoco detalles pintorescos. Los siameses gustan de exhibir sus trofeos bélicos en público, y sobran veteranos que llevan al Cine, en vez de familia, un par de granadas vacías, de las que quedaron en el campo de batalla, y que colocan con mucho respeto v visible orgullo en una mesita puesta ante ellos. Sus mujeres, envanecidas también por las hazañas del marido, tienen en la mano un casco prusiano, que es como un despojo de valor inestimable y digno de la admiración de toda la concurrencia. Hay veces en que, durante los intermedios, hasta elevan la mano, para que lo contemple sin dificultades todo el mundo. La afición al cine, por todo lo que llevamos relatado, tomándolo de labios de quienes han viajado por aquellas tierras, crece, pues, allí, con la misma rapidez que entre nosotros. El único obstáculo a su crecimiento es, según se dijo al principio, lo elevado del precio, sobre todo en países en que es proverbial la pobreza de las gentes, pero son tantos los millones de seres que en el Oriente congestionado habitan, que, a la vuelta de vanos años, la Pantalla ha de sentar sus reales en los dominios de Buda y de Mahoma con el mismo tiránico prestigio con que, actualmente, reina en las grandes naciones de Europa v del Nuevo Mundo. Agosto, 1920 < NOTICIAS llegadas recientemente del otro lado del Atlántico indican que el Sindicato Ufa, i.aio cuyo nombre gira el monopolio cinematográfico teutón, ha formado una especie de alianza con la Un.on Cinematográfica Italiana, que como es sabido domina el comercio de películas en su país, ül presidente Bratz, de la Ufa, y Signor Barratollo, de la Unión Italiana, confirmaron públicamente el arreglo durante su reciente estancia en Londres. > PÁGINA 697 I