Cine-mundial (1920)

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CINE-MUNDIAL La Factura de Argumentos Cinematográficos Por A. VAN BURÉN POWELL autor de la obra "Los Resiimenes de Argumentos Cinematográficos" y de "Belinda se Peina de Alto", "Cuidado con la Pintura" "Sally está de Prisa", "Babette" y otros argumentos de pelicidas, tanto originales como adaptados, que han sido presentados con éxito en la pantalla. II Elementos que deben entrar en una buena trama "^j*^ A hemos dicho que para crear rápi^pí (lamente y con éxito un buen argu^mO^ mentó, para hallar ideas nuevas en \^^% el desarrollo de asuntos cinematográlicos, debemos estudiar las películas que se exhiban en los cines y leer buenos libros, donde hay excelentes temas. Hemos afirmado igualmente que una buena trama cinematográfica debe tener cuatro elementos: el prólogo, en el que se presenten los protagonistas y sus respectivas situaciones en la vida; una serie de escenas en las que se vea cómo estos protagonistas se meten en algún enredo que interrumpe el curso natural de sus existencias; otra serie de escenas en las que desaparezca el impedimento que amenazaba su dicha y un epilogo en el que se muestre cómo reconquistan su ventura en peligro. Si reflexionamos, notaremos, sin embargo, que hay numerosas ideas de las que puede decirse que contienen esos cuatro elementos, sin que eso quiera decir que constituyen un buen asunto para adaptación cinematográfica. Tomemos, por ejemplo, el siguiente caso típico. Dolores ama a Sancho. Para probar su amor, apuesta que no puede comerse doscientos plátanos. Antes que hacerse acreedor al desprecio de Dolores, Sancho trata de engullir toda esa fruta, pero, como np podía menos de suceder, se enferma gravemente y parece que va a morir. Dolores, con sus cuidados y su amor, lo salva y es perdonada por su ligereza. Y, felices, como antes, se casan. Esta i.iea contiene los cuatro elementos de que hemos hablado, como se verá si se analiza con cuidado. Y, sin embargo, no es ni interesante, ni atractiva, ni simpática, ni a propósito para su presentación en el lienzo. Es lógico, en consecuencia, deducir que una trama debe tener en sí, no sólo los cuatro elementos de que se habló al principio (prólogo, complicación, desaparición de ésta y epílogo), sino otros elementos igualmente dignos de ser tomados en cuenta. Ante todo, debemos hacer nuestra trama lo suficientemente extensa para que resulte divertida e interesante en el curso de los cinco tambores que han de integrarla. Esto es, la película hecha a base de nuestra trama debe sostener la atención del espectador durante una hora y cuarto. Para facilitar la distribución de la película a las diversas partes del mundo, la fotografía se hace en tiras de celuloide enrolladas sobre sí mismas y cada una de las cuales forma un tambor o rollo ("reel" en inglés). Estos rollos tienen, aproximadamente, trescientos metros de celuloide. Puesto que la película, cuando se exhibe ante la pantalla, corre en la máquina de proyección a razón de treinta centímetros por segundo, se calculan en unos mil segundos los necesarios para presentar un tambor completo. Y toda vez que la generalidad de las producciones cinematográficas cuentan cinco tambores, es necesario preparar nuestra trama de manera que sea susceptible de soste Agosto, 1''20 <■ N. de la R. — El señor Powell, que no solamente es un reconocido perito en argumentos cinematográficos, sino que ha escrito muchos asuntos para lienzo y un libro en que explica los detalles técnicos del arte de hacer esos argumentos, va a redactar, exclusivamente para CINEMUNDIAL, una serie de doce artículos sobre esta materia, de los cuales el segundo aparece en estas columnas. Invitamos a nuestros lectores a que consulten al señor Powell y a que le envíen, en inglés, resúmenes de argumentos origineUes, a fin de que él haga la crítica respectiva y, tal vez, si la idea es aprovechable, ayude a sus autores a vender los susodichos argumentos. ner el interés durante todo el tiempo que su exhibición dure. En consecuencia, la longitud del argumento debe entrar como elemento principal en la preparación de la cinta. Para sostener el interés y retener la atención delpúblico durante una hora o más, no basta multiplicar los acontecimientos en los cuales los protagonistas tomen parte. Debe liaber algo más que una simple sucesión de situaciones sin más objeto que el rellenar, a fin de que la película tenga la extensión requerida; deben prepararse los incidentes de la trama de modo que den fuerza al argumento al mismo tiempo que contribuyan a su mayor extensión, pero nunca como simple relleno de recurso. Este detalle es uno de los que causan mayores y más frecuentes tropiezos en la preparación de argumentos cinematográficos. Hay que orillar tales dificultades y no conformarse con la idea que nos venga primero al cerebro; examinémosla con cuidado y preguntémonos si nos gusta simplemente porque es nuestra o porque tiene propiedades especiales que atraigan la atención general; analicémosla a fin de descubrir si ese interés que posee a nuestros ojos será lo bastante fuerte para agradar a los vecinos, a los extraños y hasta a las gentes que vivan en otros continentes. De otro modo, por buena que se nos antoje tal idea, no satisfará las exigencias fundamentales de los argumentos cinematográficos, que son casi universales en sus aplicaciones. Si, una vez que nos hayamos interrogado mentalmente en la forma que indicamos, estaraos seguros de que la idea tiene todos los requisitos de interés que deben caracterizarla, entonces podemos darle forma. Pero es inútil perder el tiempo en hacer argumentos que no cumplan satisfactoriamente los preceptos mencionados en el párrafo precedente. Mientras mayores probabilidades haya de que una idea interese a un grupo extenso de personas, de todas clases sociales, de toda edad y condición, de todas las opiniones posibles, más valdrá el argumento a ojos de las casas manufactureras de películas. Por consiguiente, debemos hacer cuanto esté en nuestra mano por inspirarles esa universalidad en el interés, antes de tratar de venderlas. Un elemento que nunca deja de dar fuerza a una idea es lo que se llama en la jerigonza cinematográfica el "elemento humano", que es aquella cualidad que, en una historia, tiene el privilegio de emocinarnos hondamente y de hacernos pensar. No todas las producciones cinematográficas poseen esta cualidad que no resulta fácil de ilustrar mediante un ejemplo, porque no se trata de un objeto susceptible de sacar a la luz para examinarlo y analizarlo: es algo más sutil y más hondo, que va enraizado en el seno mismo de la ¡dea y que, por su delicadeza y contextura, es imposible de exhibir y de describir como si fuese una simple fórmula. Todos los grandes cuadros, hijos del genio de los Rafael y los Grecoj todos los grandes libros, fruto del talento de los Cervantes y los ^•íctor Hugo; todas las grandes óperas, nacidas en el crisol de la inspiración de los Verdi y los Mascagni, tienen ese "elemento humano" inasible, pero vivo. Se manifiesta en presencia del cuadro, del libro o de la ópera; se le siente llegar al alma y estremecerla, pero no se le puede tocar, no se le puede describir con palabras. La mejor manera, pues, de saber si nuestro argumento posee esta cualidad infalible, es tratar de que nuestra trama sea el resultado de un esfuerzo sincero de nuestra parte pjr letratar a la naturaleza humana, con todas sus fragilidades y todas sus virtudes, tal como la conocemos y juzgamos en la vida cotidiana. Otro de los elementos que ayudan a la confección de un argumento ijue resulte atractivo para el público y que sostenga la atención del espectador desde el principio hasta el fin, es el "elemento sentimental", cuya manifestación más elemental es !a presentación de una novela amorosa en la que se describa, en imágenes, algún período de la vida de dos que se quieren. Cualquier detalle de nuestra trama que despierte en el público simpatía (ya en forma de atracción, amor o piedad) hacia el protagonista de la obra, tendrá tal elemento. Otro detalle importantísimo en la factura de un argumento que aspire al éxito es lo que podríamos llamar el "elemento emotivo" que deja suspenso y ansioso el espíritu durante determinado espacio de tiempo. Este elemento puede describirse con ayuda de un caso particular. Sí sabemos, verbigracia, que nuestra casa va a ser robada esta misma noche, podemos prepararnos contra los ladrones y defendernos o llamar en nuestro auxilio a la policía. Pero sí nada más estamos enterados de que hay una banda de amigos de lo ajeno en la vecindad y que puede caer sobre nosotros intempestivamente o no molestarnos del todo, estamos en constante incertidumbre y temor hasta que nos conste que ya no hay riesgo. En el primer caso, hay certidumbre y, en consecuencia, no hay "elemento emotivo". Pero en el segundo hay intensa incertidumbre y emoción. Este es un elemento que debemos procurar que tengan nuestras tramas, si nos es posible arreglarlas en forma que lo integren. Esto se logra dirigiendo el desarrollo del argumento de modo que el espectador no sepa cómo va a terminar y procurando que {pasa a la página 732) > PÁGINA 704