Cine-mundial (1920)

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C I N E i\I U X D I A L Tres escenas de la última producción de Guy Empey, hecha por la "Guy Empey Pictures Corporation" Indiscreciones de Técnica Cinematográfica Por FKANCISCO JOSÉ ARIZA. 1 ^ ARA muchos, una comedia de Mack Sennett, "Sunsliine", o de Harold Lloyd, tiene más atractivo que media docena de fotodramas, aunque interprete estos últimos toda una constelación del arte mudo o los dirijan, en amor y compañía, GrifFith, de Mille y Tourneur. Esto es muy humano, ya que, de la vida, lo más grato es lo que nos hace reír, digan lo que quieran los pesimistas y las "personas serias" (de quienes Dios nos libre). Cuando comenzamos a ver en América las películas cómicas, ya sabíamos lo que nos iba a tocar en suerte, porque, mutatis mutandi, todas estaban cortadas por el mismo patrón y en ellas intervenían con una uniformidad lamentable el mismo carbonero, el mismo pintor encaramado en una escalera, el mismo albañil subido en un andamio, el mismo cubo de agua, el mismo barril, la misma cuesta y el mismo río, a donde iba a parar, después de tropezar con todos los personajes y objetos ya enumerados, e] mismo actor cómico, perseguido por sus enemigos. Pero la evolución cinematográfica de los últimos años y la influencia de la técnica norteamericana en todas las manifestaciones de la escena silenciosa, ha cambiado, por fortuna, el tenor de estas comedias. Para el simple aficionado, las hazañas de los protagonistas en la película cómica actual son una maravilla de audacia, comparable a las empresas del malogrado Locklear o las increíbles escapatorias del resbaladizo Houdini. Pero lo cierto es que, en realidad, el responsable de los saltos formidables, las fugas inverosímiles, las carreras por las estrechas cornisas de altísimos edificios, los vuelos por el espacio sin más alas que un paraguas, las excursiones submarinos y las empeñadas peleas entre dos rivales y a media vara de la luna, es el director técnico de la porducción, que, con el fotógrafo, ha aprendido a engañar al público de la manera más deliciosa. Cada compañía productora y cada taller cinematográfico tiene sus secretos y sus procedimientos especiales para producir determinados efectos en la pantalla y, celosos de su obra (por el trabajo y los largos meses de ensayos y de experiencias que les ha cos Septiembre, 1920 < tado) no gustan de decir cómo se hace esto y aquello. Pero, en primer lugar, no faltan personas que revelan el intríngulis y, en segundo, para un fotógrafo de cinematografía es muy sencillo explicar, con sólo ver la cinta, el procedimiento que se siguió para producir alguna escena que a los profanos se nos antoja imposible. Y, cli arlando con los unos y con los otros, hemos logrado averiguar algunas cosas que, con nuestra indiscreción característica, vamos a descubrir para entretenimiento del lector a quien importe. Rizos y blondas: Olive Thomas en su más reciente película para "Selznick" El método más usado En estas mismas columnas se liabló, hace poco, del sistema llamado de la doble exposición, que sirve para hacer aparecer que, sobre la pantalla, un actor interpreta, simultáneamente, dos escenas distintas. Explicado ya ese procedimiento, es inútil insistir en los métodos seguidos para obtenerlo, pero debemos declarar que la doble exposición cinematográfica es el medio más usado para producir los efectos inverosímiles en las cintas cómicas. De todas las películas caracterizadas por extraños procedimientos de fotografía, la que sin duda ha llamado más la atención a últimas fechas es una de Douglas Fairbanks, en la que este popular intérprete aparece como teniendo un sueño en el que se le ve, perseguido por cebollas, pedazos de queso y otros manjares indigestos, subir, con la mayor naturalidad, del piso a la pared y de ahí al techo, sin que, por mucho que se esfuerce el entendimiento, sea posible, para el espectador, explicarse cómo ha sido fotografiada esta escena, en la que^ evidentemente, no ha habido superposición alguna. En honor de la verdad, nadie sabe a ciencia cierta, el procedimiento seguido en este caso particular. Pero un amigo nuestro, que es perito en la materia, nos explicó hace poco que no hay más que una forma para obtener ese resultado y que, en consecuencia, ese método y no otro, deben haber empleado los talleres de Fairbanks para sacar la escena de que tratamos. A saber: Toda la habitación en la que la escena tiene lugar debió haberse encerrado dentro de un inmenso tambor giratorio, sincronizado con la cámara fotográfica y que daba vueltas sobre su eje a fin de que, sin que el espectador se diese cuenta, al aparecer la fotografía sobre el lienzo, variara el ángulo de proyección. En otras palabras: lo que realmente subía y bajaba, eran las paredes y el techo, y no el actor, que seguía fiel a la ley de atracción y no perdía el equilibrio ni un instante. Estos cincuenta metros de escena debieron haber costado a Fairbanks más de veinticinco mil dólares, porque el "aparatito" ese no se construye con menos. La verdadera díBcultad Un "cameraman" que escuchaba esta explicación, mientras el técnico nos la hacía, declaró que lo verdaderamente extraordinario de la escena a que nos venimos refiriendo, no era que Fairbanks subiera por las paredes como una mosca, sino que, mientras hacía semejantes excursiones, tan opuestas a las leyes ordinarias del equilibrio, hubiese, abajo, muy firmes sobre sus pies y sin poder dar alcance al héroe, otros personajes que representaban las viandas indigestas y que permanecían al mismo nivel que el espectador. -> PÁGINA 780