Cine-mundial (1920)

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CINE-MUNDIAL La Factura de Argumentos Cinematográficos Por A. VAN BURÉN POWELL autor de la obra "Los Resúmenes de Argumentos Citumato^ráf.cos" y de "Belinda se Peina de Alto", "Cuidado con la Pintura" "Sally está de Prisa", "Babette" y otros argumentos de películas, tanto originales como adaptados, que han sido presentados con éxito en la pantalla. m IV (S\ trama constituye el fundamento de toda historia o relato cinematográfico. Y todo argumento en que la trama falte, debe ser descartado. La historia de un perro tan fiel a su amo que se deja morir de hambre en la tumba de éste, es patética pero carece de trama, porque la trama es el episodio vital de alguna existencia que muestra, según lo hemos apuntado, cómo surge un obstáculo en la senda de la felicidad, cómo es removido ese obstáculo y cómo la ventura vuelve a lucir para los protagonistas. Para vender un argumento cinematográfico, es preciso estar seguro de que tiene una trama fuerte, interesante y vital. Hay variadas maneras de obtener tramas. Muchos piensan que la sola idea, una vez concebida, lleva en sí la trama. Pero no hay tal. Ideas que se presentan intempestivamente o con gran facilidad, no resultan bien. Xada casual o impensado puede producir un argumento que valga la pena. Quizá se nos ocurra un buen título para la historia, antes de tener idea de cómo será ésta, y construyamos el tema en torno del título. Pero ésto tampoco es recomendable, porque tiende a limitar la idea y su desarrollo al alcance natural del título, Ío cual redundará en perjuicio de la trama. Lo mejor es registrar nuestro cerebro hasta encontrar un asunto, y una vez hallado, hacer de él un cimiento sobre el cual se edifique la trama. Asunto o tema se llama, en cinematografía, a una verdad humana, ampliamente conocida y aceptada. No debemos confundir las ideas vagas y ligeras con los asuntos propiamente dichos. Idea vaga sería, pongamos por caso, la de un hombre que ama a una mujer y que, después de intentar varias veces y sin resultado, conquistar su corazón, consigue, al fin, ser correspondido. Eso no es un tema, sino simplemente una idea que nunca podrá convertirse en trama vital. Un tema es más bien como el texto de un sermón, aunque nada tengan que ver los sermones con los argumentos cinematográficos. Pero el "texto" es indispensable para servir de base al argumento propiamente dicho. A fin de describir la forma en que un argumento debe desarrollarse con éxito, busquemos, pues, un tema en derredor del cual edificar nuestra historia. Mientras mejor entendamos las íntimas modalidades de la natuialeza humana y mientras más detalles conozcamos de la gente y de sus inclinaciones, hábitos y tendencias, mejor sabremos elegir temas dignos de aplauso. La mayoría sabe por experiencia directa o por haberlo leído, que hay padres que no se detienen nunca a considerar el efecto que sus acciones y su ejemplo en el hogar tendrán sobre el porvenir de sus hijos. El padre ebrio, por ejemplo, o la mujer celosa que coloca sus deberes sociales por encima de sus obligaciones domésticas, pertenecen a ese género de descuidados, insensibles a la futura dicha de su descendencia. Hay muchos padres de esta esnecie v en la erran ma N. de la R. — El señor Powell, que no solamente es un reconocido perito en argumentos cinematográficos, sino que ka escrito muchos asuntos para lienzo y un libro en que explica tos detalles técnicos del arte de hacer esos argumentos, está escribiendo, exclusivamente para CINE-MUNDIAL, una serie de doce artículos sobre esta materia, de los cuales el cuarto aparece en estas columnas. Invitamos a nuestros lectores a que consulten al señor Powell y a que le envíen, en inglés, resúmenes de argumentos originales, a fin de que él haga la critica respectiva y, tal vez, si la idea es aprovechable, ayude a sus autores a vender los susodichos argumentos. yoría de los casos, los hijos sufren a consecuencia del paternal descuido. Y, más tarde, si los padres se dan cuenta del daño causado por sus errores, sufrirán angustia mental y agudo dolor al darse cuenta de su culpa. Reflexiones como esa, indican que hemos descubierto una modalidad de la naturaleza humana que nos pone en condiciones de hacer una declaración general relativa al asunto, o, en otras palabras, que nos permite hacer el "texto" de un argumento apegado a las exigencias cinematográficas y que pinte fielmente un estado real. Encontrada esta verdad fundamental de la naturaleza humana, expresémosla, pues, en forma de texto o tema: "Los padres que, impensadamente, pecan contra sus hijos, sufrirán más tarde por las penas de esos hijos." Tenemos ya una verdad humana expuesta en forma tal que sea aceptada por el mundo, sin vacilaciones ni dudas. Con ella, construyamos una trama que resulte adaptable para la pantalla. No olvidemos lo que es una trama, ni las cosas que al desarrollarla, debemos hacer y evitar. Empecemos nuestro trabajo de una manera lógica avanzando a través de situaciones dramáticas que tengan la fuerza de un obstáculo tremendo y que deban ser vencidas. Recordemos igualmente que las mayorías se inclinan en favor de argumentos cinematográficos en los que aparezcan más bien jóvenes que gentes de edad como protagonistas, de modo que hay que elegir, como personajes principales, personas en la flor de la edad. Evitemos, asimismo, el peligro de la división de interés (a que ya se ha aludido en capítulos precedentes) a fin de que la atención general se reconcentre en la persona en torno de la cual se desarrolla el asunto. Aunque el texto o tema parece indicar que los padres son, en este caso, los verdaderos protagonistas, meditando bien se verá que el hijo — uno solo nada más, a fin de centralizar el interés — será, mediante su exposición del tema, la figura central. Elijamos una mujer como protagonista. Las casas manufactureras prefieren siempre anuellos asuntos en que las protaeonistas son mujeres. Construyamos la trama en torno de esa joven, que es la persona cuyos padres fueron culpables y que, en consecuencia, sufre por razón de los errores de quienes la trajeron al mundo. Una vez decidido quién será el protagonista, elijamos la clase de culpa que los padres hayan cometido. Ya dijimos que deben evitarse, en lo posible, temas que tengan que ver con relaciones impropias porque hay siempre, en todo teatro, gran número de menores de edad, y los editores de películas rehusan lo que pueda parecer reprobal)le por ese motivo. Supongamos, pues, que los padres de nuestra heroína han tenido numerosas disputas domésticas y que aquella guerra en pequeño termina, finalmente, en la separación de ambos. El divorcio no es una idea nueva en el Cine, de modo que es preferible elegir otro camino: escojamos una manera nueva de presentar la separación entre padre y madre. Supongamos, verbigracia, que han convenido en vivir bajo el mismo techo pero a condición de no dirigirse la palabra. Ya tenemos allí una base original y novedosa para las complicaciones que deben seguir. Los padres han jurado no volver jamás a hablar entre sí. Digamos que la heroína, en momentos en que tales cosas ocurren, está estudiando en un Colegio. Cuando regresa a su domicilio, el silencio en que el hogar se halla envuelto a causa de la mudez de los padres, proporcionará una complicación que tuerza el tranquilo curso de la dicha de la joven y, si la pintamos como amante del sol, del baile, de la música y de las amistades, daremos fuerza a ese "obstáculo a la dicha" y lo haremos aparecer como más difícil de vencer. Ahora bien, a fin de desarrollar el tema al mismo tiempo que la trama se desenvuelve, hay que mostrar cómo el silencio (que es la culpa paterna por la cual la joven sufrirá) se va acrecentado de tal modo que la protagonista llega a sentir verdadera angustia y ios padres se dan cuenta de la pena que están causando, hasta verse verdaderamente contritos y arrepentidos. A menos que hagamos eso, ni daremos fuerza al tema, ni podremos remover el "obstáculo a la felicidad". Pintemos cómo el silencio paternal pesa sobre nuestra heroína cual la losa de una tumba. A medida que se da cuenta de la infortunada situación, tratará la joven de remediarla, trayendo al hogar visitas y amigos, pero el contraste entre la ruidosa algazara de los que llegan y e! silencio de sus padres, hará aún más penosa la situación, que, finalmente, se reflejará hasta en los extraños y en los criados, que no podrán rehuir la penosa influencia de aquella mudez. Este fracaso la hará sentirse doblemente solitaria y abandonada y su exuberante carácter, su naturaleza riente y amable, se rebelarán al fin. Tratemos, entonces, de mostrar cómo la heroína quiere evitar el obstáculo en vez de vencerlo, yéndose a otros sitios en los cuales hay luz, música, aire puro y alegría. Privada así de la guía paterna, puede caer víctima de un villano que trata de seducirla. Mediante algún acontecimiento casual, los (continúa en la página 893)