Cine-mundial (1920)

Record Details:

Something wrong or inaccurate about this page? Let us Know!

Thanks for helping us continually improve the quality of the Lantern search engine for all of our users! We have millions of scanned pages, so user reports are incredibly helpful for us to identify places where we can improve and update the metadata.

Please describe the issue below, and click "Submit" to send your comments to our team! If you'd prefer, you can also send us an email to mhdl@commarts.wisc.edu with your comments.




We use Optical Character Recognition (OCR) during our scanning and processing workflow to make the content of each page searchable. You can view the automatically generated text below as well as copy and paste individual pieces of text to quote in your own work.

Text recognition is never 100% accurate. Many parts of the scanned page may not be reflected in the OCR text output, including: images, page layout, certain fonts or handwriting.

CINE-MUNDIAL Bert Lytell habla del talento en cinematografía "I ^' 1 -^^k^QUI vendría como de molde hacer una oración fúnebre, varías consideraciones morales y hasta una elegía en verso, con música de "Las Golondrinas" (que es la canción de las despedidas), pero la magnanimidad de mis sentimientos me impide entrar en los comentarios de este ¡Segundo tomo de la vera eñgie de D. Eduardo Guaitsel, a bordo de un poderoso yate, o lo que fuera, y momentos antes de marearse. Tómese buena nota del aristocrático perfil. ' iso particular. Ya se habrán percatado us,1 I-des de que me refiero a la partida de mi estimado colega Rico, que ha salido de esta ! redacción con licencia ilimitada, como si di' jé ramos. El pobre tuvo el mal acuerdo de , retratarse en compañía de unas señoras que rstaban poco menos que como cuando vinierin a este valle de Lágrimas y el señor dij ii-ítor se indignó y. . . bueno: hemos perdido un entrevistador de primer orden. Kntiendo, sin embargo, que lo van a subs'ituir. A mí lo único que me causa tristeza e^ pensar que ya no tendré largas pantorri]I'is sobre las cuales hacer chistes malos, y si I 1 (¡ue venga en lugar de Rico me resulta ]i(rni-corto, patizambo o cojo, me desilus!o II iré completamente. Pero aquí no se trata de Rico, ni del subsitiito, ni de cosas que sólo importan a esta i I (iacción (cada vez más numerosa), sino de iWrt Lytell, a quien fui a entrevistar hace ;h)co. y de él hablaré, no sin hacer de nuevo una afirmación, oportuna ahora que está sabiendo mi retrato: no tengo nada que ver "n las "Preguntas y Respuestas"; no soy la l'itsona de talle esbelto y cabellos negros que il dibujante colocó en el encabezado de esa , interesante sección, y mis relaciones con el ' señor Respondedor son puramente sociales y Por EDUARDO GUAITSEL amistosas. Lo digo porque algunos amables lectores continúan confundiéndome con él y si al interesado le escuece, a mí también me hace muy poca gracia. Y vamos con Bert Lytell, que nació para actor, que no ha tenido en su vida más ambición que la del arte de representar y que se ha salido con la suya de llegar a ser un intérprete de mérito. Cuando aún no tenía pantalón largo, conocía al dedillo los misterios de las tablas, los afeites y las bambalinas, ya que su padre fué empresario y Bert creció en esa atmósfera del teatro en la que más tarde se luciría. — La verdad es — me dijo mientras charlábamos en la oficina de publicidad de la casa Metro — que ahora me avergonzaría de aquellos primeros ensayos, pero, teniendo en consideración que carecía yo de experiencia, muy poco había que esperar de mi capacidad de interpretación. — ¿Qué es lo mág valioso que haya usted aprendido durante su carrera de actor teatral ? — pregúntele. — -Lo más importante que aprendí fué lo que vale la iiabilidad para delinear y definir un carácter o tipo determinado. Como todos los demás actores de segundo orden de la compañía con que trabajaba, me veía en la necesidad de representar múltiples y diversos personajes, no solamente distintos entre sí, sino muy alejados de mi propia personalidad y modo de ser. Y el estudio de un carácter no puede hacerse sin una gran dosis de paciencia y de observación. Se necesita gastar mucha materia gris en esa tarea, pero le aseguro a usted, Guaitsel, que nunca he tenido que arrepentirme del esfuerzo y del tiempo gastados en analizar íntimamente el personaje que tenía encomendado interpretar. — ¿Tendría usted, entonces, que renunciar a su propia personalidad para meterse en la de la persona que iba a caracterizar? — Sí; pero eso no quiere decir que un buen actor deba ser como barro que se pliega a cualquier forma y molde. Al contrario, en mi opinión, todo intérprete teatral necesita persona y carácter propios y distintivos. Pero, ya se trate del teatro o ya del cinematógrafo, por mucho talento que posea un (continúa en la página 861) Bert Lytell, en una escena de "El Príncipe de Redención" que hizo para "Metro Screen Classics".