Cine-mundial (1920)

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I CINE-MUNDIAL ne In b.ntente en 1; piralmente, al crimí Cuando ya el púb EMOS entrado de lleno en el período electoral. Hace dos semanas las primeras lanas de los diarios norteamericanos se limíaban a las "noticias" de la guerra entre olonia. Rusia y dcnu^s aliados y asociados :le In Entente en la Europa Central, y. ñamen más pintoresco del día. blico empezaba a interesarse de veras en el problema polaco-bolchevique, y hasta había ciudadanos tomando en serio lo de las fronteras étnicas y demás martingalas, la prensa yanqui, con ese conocimiento de la psicología del pueblo y desprecio olímpico al qué dirán, cesa de ocuparse del tema y. de la noche a la mañana, se encuentra el desventurado lector con que la guerra aquella que, el día antes, le habían asegurado que representaba algo de vida o muerte para el mundo entero ha dejado, aparentemente, de existir. Ayer tuvo cinco o seis columnas de partes y comentarios sobre polacos y bolcheviques, y quedó plenamente convencido de que la faz del mundo dependía I del resultado del conflicto: hoy todo se reduce a unas cuantas líneas, sepultadas entre las páginas de anuncio, por las que se entera uno de que el General AVrangel ha reconocido la deuda del Zar y entregará los ferrocarriles y aduanas de Rusia a los franceses como garantía cuando. . . se los quite a los bolcheviques. I La prensa ha decretado que la actualidad ,son las huelgas de tranvías que nos han caído por Nueva York y Brooklyn, y las campañas políticas de los diversos candidatos presidenciales. Y los candidatos han resuelto que el |r¡nematógrafo es el instrumento más eficaz ',](' propaganda. !, * * ♦ jipN los semanarios gráficos editados por las 11^ diversas empresas, los principales actores |ieste mes han sido nada menos que Harding, lel leader republicano, y Cox, el de los deI niócratas. I Recientemente estuvo a visitar a Harding I una comitiva de cómicos de la escena muda 'V hablada. Sobre las pantallas de los teatros ;ie Norte América se ve la recepción de que fué objeto. El candidato del Partido Repu ilicano aparece entre los artistas, en medio Ir una banda improvisada, tocando el ins rumento de metal a que fué aficionado en su ÍN\ entud. * ♦ * A COX se le ha ocurrido hacer varias pe** h'culas de su vida privada. En una de ?llas lo vemos salir de su casa y entrar en a de su padre, con quien después pasea en ntimo coloquio, que a cada paso interrumpe Dará saludar a un vecino. El candidato quiere fijar en la mente del público la idea de lue es hombre campechano y buen hijo. En itra aparece rodeado de su familia, con una nija en los brazos, al lado la esposa sonriente. "Es un buen padre y un marido ideal" — eso es lo que se quiere que el vo[tante piense. IfmiBRE. 102Ü < -. — — ^X^IIvSON y Hughes emplearon el Cine con "' intensidad en la iiltima campaña, y Roosevelt. siempre en contacto con las tendencias populares que moldeaba a su antojo, tenía fe absoluta en la pantalla como instrumento de propaganda política. * + ♦ T^N la América Latina los políticos no pa^ recen haberse percatado todavía de la influencia del Cinematógrafo, ni los empresarios de que aquéllos representan la mayor actualidad durante una campaña electoral. Sólo en Cuba, que sepamos, se ha hecho algo en ese sentido — una magnífica cinta de caricaturas animadas, original de Rafael Blanco, que llamó poderosamente la atención en Nueva York las veces que se exhibió en privado. "HAJO la firma del periodista español Cris■L' tóbal de Castro, leo en "La Tribina", magnífica revista neoyorquina que dirige Miguel de Zárraga: "Es un hombre Valera como de treinta y cinco años, bajo, recio, pomuloso, con lentes." No andamos de acuerdo, señor de Castro. Precisamente el otro día estuve más de una hora sentado al lado del Presidente de la Repíiblica Irlandesa en un cuarto de proyección de la calle 42, donde se exhibía una película de propaganda anglófoba titulada "Los hogares de Tipperary" — muy mala por cierto. Lo de los treinta y cinco años y los lentes, no está mal; pero protesto de lo de bajo, pomuloso y recio. Eamonn de Valera es hombre excepcionalmente alto, tirando a flaco, de tez blanca y nada pomuloso. De las alas de la nariz a las comisuras de los labios parten dos surcos que dan fuerza y carácter a unas facciones que no delatan la índole agresiva de la mentalidad que esconden. N'estido de sotana haría un cura ideal: tiene todo el aspecto de una figura de sacristía. LA noche del estreno de "Spanish Love", título que con acierto dio el periodista cubano Pepe Conté a la versión inglesa de "María del Carmen", el público que llenaba de bote en bote el Teatro Maxine ElHott rompió a aplaudir estrepitosamente cuando apareció en escena el novio de la heroína. No sé si el lector recuerda el argumento; pero, por si no, diré que todo el primer acto se reduce a una serie de monólogos y diálrgos destinados a inculcar bien en el ánimo del público que la bronca se avecina y va a ser gorda. El novio es una especie de perdonavidas que anda perseguido por la Guarlla Civil. Por asuntos de amor ha dado niia puñalada. María del Carmen está a puntvi de casarse con otro, obligada por sus pad.-'..'5 y las circunstancias. Presintiendo la esceux, !a aguardaba con impaciencia: tenía ansias por observar el efecto que iba a surtir en un público norteamericano, que de seguro I.jmibién barruntaba algo exótico. La situación indicaba a las claras un escándalo a la u.s.iuza española. En el teatro inglés, si al protagonista se le ocurre perder los estribos, lo hace, por lo general, con cierta mesura y sin dar mayor publicidad al asunto. Aquí iba a suceder todo lo contrario. Este sujeto, repito, era un valiente de zarzuela, de esos que cuando por fin resuelven sacar la faca o atizar un linternazo exigen la presencia s*^bre las tablas de las primeras partes, la comparsería, los tramoyistas y, en los "bolos" por provincias, hasta del apuntador y empresario. En esto me equivoqué, no por interpretar mal la trama, sino por la forma rara en que se dispuso el escenario. Pues bien; llega el momento culminante. Un señor malhumorado vestido en el traje regional de Murcia, que ha venido monopolizando la conversación, grita: — ¡Ahí viene Fulano! (No recuerdo el nombre del novio.) ¡Esta noche arde la huerta! Y entra nuestro hombre, picando recio, seguido de otros tres guapos. Está bien caracterizado. No hay duda de que éste vive de "su pecho": tiene todo el aspecto de un cobrador de barato. Su caminar resulta difícil de describir: es una mezcla de chulapo andaluz, ñañigo habanero y "gángster" neoyorquino. A pesar del cosmopolitismo, el efecto que produce es sensacional. Jamás he visto a un público yanqui tributar una ovación tan entusiasta. Se siente que toda la muchedumbre ha sufrido un ataque de nervios. Es una ráfaga de histerismo colectivo cuyos latigazos se exteriorizan en descargas cerradas de aplausos. Aún después de bajar el telón, el público no puede contenerse y se registran salvas aisladas en distintos lugares de la sala, a manera de estertores, de espasmos emotivos imposibles de reprimir. + * * IJ'S el fin del primer acto. Entre las mujeres se inician los comentarios de rúbrica. Aquellos hombres que gozan de independencia'salen del local e invaden los cafetines de la calle 39. Llovizna y el calor es intenso, pegajoso, casi insoportable. Pienso en lo que estarán pensando todos aquellos forzados por la tiranía femenina a quedarse dentro. Conmigo viene un yanqui a quien no pierdo de vista por determinados motivos. Entramos en un bar, y, luego de añadir a un