Mensajero Paramount (1931-1932)

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'tunsjf Mensa/em paramount V &Jdures^f “EL este embarca en uno de los mas lujosos paquebotes que surcan el Atlantico, acuden sus amigos a despedirle, cual si se tratara del propio director de la compania. Lhio de ellos, conocedor de las flaquezas humanas, confia en secreto a uno de los pasajeros que el agasajado, Littleton Looney, es nada menos que el ingeniero jefe de las obras del canal de Erie ; el orgullo de Syracuse, como le denominan familiarmente sus amigos y admiradores. Luego, una vez que el barco ha zarpado, los bromistas envian al ensonador de las glorias napoleonicas un diluvio de radiogramas, firmados por los mas eminentes personajes del continente de mister Ford, con lo que el capitan y los pasajeros estan ya suficientemente seguros de que Littleton es el non plus ultra de la ingenieria, no solo de Syracusa, sino del mundo entero. A crear tal opinion ayuda no poco el senador Powell, el mas locuaz de los pasajeros del area ultramarina. En el barco, o area, viaja tambien Ellen Saunders, la millonaria crepuscular. Crepuscular como millonaria, que no como mujer. Probablemente no la haya mas bonita a bordo, y el crepusculo aludido amenaza solamente a sus millones, que parecen prontos a pasar a las garras usurarias de Hycross, el tutor de Ellen. Esta, que es propietaria, por derecho sagrado de herencia, de unas minas en cierto pais de los Balkanes, ha sabido por Hycross que, de no comenzar su explotacion (la de las minas), antes de una fecha determinada, se quedara irremisiblemente sin ellas. Desdichadamente, para comenzar la tal explotacion se requiere maquinaria, que es preciso transportar a varios cientos de kilometres del mas proximo de los centres de transporte. Cierto es que queda el recurso del rio, a falta de carretera, pero el ^ tal rio, en complicidad con las tenebrosas maquinaciones de Hycross, no arrastra el agua suficiente para transportar un balsin en lastre, que menos la pesada maquinaria de las minas. Y asi. Ellen, ya casi resignada a aceptar el fallo de la adversidad, se lanza a Europa en un esfuerzo final, desesperado, para tratar de salvar la situacion. Un dia, a los pocos de navegacion, Ellen y Littleton se conocen. O creen conocerse. Ellen, enterada por Powell de que Littleton es nada menos que el famoso ingeniero del canal de Erie, le confia sus cuitas, segura de que el gallardo y flamante viajero ha de encontrar remedio a su desesperada situacion. Littleton trata de confesar la verdad de su identidad, pero el azar, maestro supermo de los designios PARAMOUNT presenla a J ACK OAKIE en TONTO DE CAPIROTE’ {“The Sap from Syracuse ”) con GINGER ROGERS Direccion de A. Edward Sutherland Basado en la comedia de John Wray, Jack O'Donnell y John Hayden Adaptat ion de Gertrude Purcell Larry Williams, Fotografo Sistema Sonoro Western Electric Es un film Paramount Version Muda y Version Sonora con Rotulos Explicativos en Espanol REPARTO Littleton Looney Jack Oakie Ellen Saunders Ginger Rogers Sidney Hycross Granville Bates Senador Powell George Barbier Nick Pangolos Sidney Riggs Flo Goodrich Betty St arbuck Dolly Clark Verree Teasdule mas arcanos, quebranta su loable decision. Y no es que no haya, entre los pasajeros, algunos para quienes la ciencia y hasta la identidad del presunto ingeniero son mas que discutibles. Asi lo creen Hycross, el expoliador de garras usurarias, y Nick Pangolos, su acolito incondicional. El nrismo dia en que Looney conoce a Ellen, Pangolos trata de desenmascarar a Littleton en la mesa del capitan, durante la cena. Littleton, empero, logra eludir las insidiosas preguntas de Pangolos, recurriendo al mas facil de todos los expedientes : el chiste. Asi, al preguntarle en que principios se ha inspirado para la construccion del famoso canal de Erie, Littleton explica desenfadadamente que su ohra maestra se funda en el mas sencillo de todos los principios de la ingenieria, o sea el de que todo canal debe tener un agujero de entrada, y otro de salida, y el quid unico esta en unirlos por medio de un surco de dimensiones apropiadas. Finalmente, al llegar todos al pais donde, con la pa ciencia de los objetos inanimados de la naturaleza virgen, esperan las minas, Ellen Saunders pone a Littleton en el mas dificil de los atolladeros : aspira nada menos que a que su amigo, y ya casi novio, allane las dificultades que se presentan para el transporte de la maquinaria. En trance tal, Littleton decide confesarle a Ellen la verdad. Y Ellen, enfurecida ante la inesperada revelacion, resuelve perder, a la vez, la amistad de Littleton y la propiedad de las minas. A solas consigo mismo y con un busto en escayola de Napoleon, Littleton apura al cabo la copa de la desilusion irreparable. Sus ambiciones de un dia se le revelaban ahora como meros fantasmas de su imaginacion, caldeada por la lectura y por el canto de los engranajes de la grua. De la vida, aquella vida que sus vanas quimeras habian profetizado feliz y gloriosa, apenas si le quedaba ya la perspectiva desoladora de un porvenir fracasado, irremisiblemente esteril en aventuras y bienandanzas. . . Sic transit gloria. Y, sin embargo. . . ;Que es esto?, se dice a si mismo Littleton, con voz que surge de los abismos de la esperanza anegada. ; Oh, gloria inesperada de la inspiraeion! Y, sin pensarlo mas, Littleton se lanza al despacho fatidico donde Hycross, el de las garras usurarias, se dispone a apoderarse legalmente de las minas. — i Alto todo el mundo ! — dice Little ton— j Ya tengo la solucion ! Si la maqui P AGIN A 14