Mensajero Paramount (1931-1932)

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c mgnsqiera tyanunmuit complices del amor ya declarado y dichosamente correspondido. El desvio de Loriflan para con Yvonne, lejos de disminuir la aficion cpie la muchacha siente por el, contribuye a acrecentarla. Los celos llevan a la desdenada a hacer lo cjue harxan en su caso todas las mujeres: espiar al objeto de sus tiernos deseos. As! se entera de la existencia de mademoiselle Berengere, e incapaz de contener el doble impulso del amor y de los celos, sigue a Loriflan una noche hasta el cafe cantante donde lo sorprende con su rival. La vista de la pareja hace perder a Yvonne el poco dominio que aun le queda sobre si misma ; yendose a mademoiselle Berengere, desenmascara ante ella al que la acompana : Alberto Loriflan no es lo que hace presumir su traje; es un mozo de cafe que tiene la pretension de hacerse pasar por caballero. . . En el escandalo que pro mueve esta escena lleva Yvonne las de perder hasta que la intervencion de uno de los alii present e s , u n monsieur Gastonet que toma parti do en contra d e ella y a favor de mademoiselle Berengere, mueve a Loriflan a sair en defensa de su hasta en tonces menospreciada Dulcinea. De lo cual resulta un duelo entre el mozo del Petit Cafe, a quien todos, inclusive el ofendido, siguien tomando por un opulento caballero, y monsieur Gastonet cuyos padrinos visitan a monsieur Loriflan a la manana siguiente... * * * Loriflan, que en su vida se ha visto en otra mas gorda, acude al campo del honor llevando como padrinos a Pierre, el cocinero del Petit Cafe, y a Paul, el lavaplatos que ha sido su constante companero, su Sancho Panza, digamoslo asi, en las nocturnas correrias en que busco aventuras caballero no en Rocinante sino en el Mercedes que puso a su disposicion la herencia del tio. Lleva, ademas, el bueno de Loriflan otro invisible e importuno acompanante de que no ha podido deshacerse por mas esfuerzos que ha hecho : un miedo mayusculo, incontenible, cerval. Cumplidas las formalidades que son de rigor en casos tales, cuando va a comenzar el drama que para Loriflan es inminente tragedia, presentase Yvonne toda llorosa y se interpone entre los adversaries. — ; Quien es listed que asi se atreve a interrumpir a estos caballeros? — preguntale con severidad uno de los padrinos de monsieur Gastonet, general retirado por mas senas. — ; Ha dicho listed caballeros ? — contesta Yvonne. — j Este no es u n caballero — agrega senalan do a Loriflan — , es un camarero! j Si, camarero de mi padre, el dueno del P etit Cafe! — i Conque camarero, eh? — grita el general rojo de colera. — j Se necesita atrevimiento para batirse con un caballero . . . ! — i Esto es increible, general ! — comenta, no menos indignado monsieur Gastonet, que dice despues dirigiendose a Loriflan — i Cree usted que voy a batirme con un camarero? — Ya no soy camarero del Petit Cafe — responde este, en quien el latigazo del tono despreciativo de monsieur Gastonet ha despertado un valor de que el mismo nunca se hubiera juzgado capaz. — Ahora soy un hombre dispuesto a abofetearle. . . — Y uniendo la accion a la palabra aplica al escrupuloso monsieur Gastonet un par de sopapos que podran venir de manos plebeyas pero son sin duda los sopapos mas distinguidos de cuantos puedan darse en el campo del honor o fuera de el. Ante el escozor que siente en las mejillas, monsieur Gastonet prescinde de prejuicios de clase, manifiesta que aquello ha de lavarse con sangre, aun cuando sea con sangre de un mozo de cafe. No se opone Loriflan a que asi se haga, y el interrumpido duelo esta a punto de comenzar de nuevo ; terminaria, caso excepcional en los duelos, con un muerto, si el adversario de monsieur Gastonet no notara de repente que Yvonne vacila y cae desmayada. — j Aqui, doctor ! j Me ama ! j Pronto, (Cont. en la pag. 34) P AGIN A 8