Mensajero Paramount (1931-1932)

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Mgnsa^era paramount “LA SOMBRA DE LA LEY” (Continua de la pagina 30) raba haber recibido de unos parientes. ^ Hora es ya de que reanudemos el hilo de esta narracion tomandolo donde lo dejamos, o sea en el encuentro de Ethel George, alias miss Barry, con el ingeniero John Nelson, el verdadero nombre del cual, segun queda visto, es Jaime Montgomery. Hallabase este a la manana siguiente a la noche del baile en su despacho de la fabrica cuando entro en el miss Wentworth, su prometida, la cual, despues de reprocharle su determinacion de retirarse del empleo y ausentarse de Sufflax, le hablo asi : — Si no fuese que no tengo derecho a inmiscuirme en sus asuntos personales, le preguntaria adonde va . . . — Usted tiene perfecto derecho a ello. . . La mujer con quien me vio anoche es una chantajista. . . — empezo a decir el ingeniero cuya voz traicionaba emocion profunclisima. — La policia me busca . . . Soy un escapado de presidio sobre quien pesa una sentencia de cadena perpetua. Luego, atropelladamente, casi en frases entrecortadas, explico a miss Wentworth todo cuanto el lector sabe ya. — Si es inocente ■ — opuso ella — , i por que quiere huir? — Para no mezclar a usted y a su padre en el escandalo si me detuviesen aqui . . . En ese momento entro en el despacho mister Wentworth, a quien su hi j a, aparentando gran alegria, recibio con esta exclamacion : — j No se marcha, papa ! — I Conque le has convencido ? Me alegro... — dijo con no disimulada satisfaccion el coronel Wentworth, quien sin reparar en el asombro Congo joso que retrataba la cara de su future yerno, dejo luego luego solos a ambos jovenes. — Me parece que has hecho la cosa mas dificil para los dos... — murmuro Jaime Montgomery clavando en su prometida una mirada que queriendo ser de reproche mas lo era de ternura y agradecimiento. — No tengo miedo... — afirmo ella. — Buscaremos los mejores abogados y ellos arrancaran la verdad a esa mujer... Unos discretos golpecitos en la puerta dejaron en suspenso la contestacion del ingeniero. Era la secretaria, que llegaba a anunciarle una visita en estos terminos : — Afuera hay un caballero que quiere verlo... El detective Kearney de Nueva York. Acorralado por el implacable sabueso de la policia neoyorquina, quien lo ha reducido a la impotencia al exhibir las impresiones digitales del presidiario numero 18666, profugo de la justicia, Jaime Montgomery parece resignarse a su suerte. Al imperioso mandato del representante de la Ley, opone solo una ultima suplica : quiere, antes de retirarse de la fabrica, ir a los telares a fin de dar algunas instrucciones a su ayudante. El veterano metteur en scene Adelqui Millar, director de la produccion hispanoparlunte de Joinville. LA PARAMOUNT EMPEZARA PRONTO A REALIZAR OBRAS ORIGINALES HABLADAS EN IDIOMA CASTELLANO La Paramount, tanto como a si misma, pertenece a la numerosisima legion de admiradores entusiastas que tiene dondequiera. Es la Compania del publico, la que vive y se desvive por el publico y la que en la realizacion de sus obras maestras cinematograficas no pierde de vista por un momento que son para el publico. Lo anterior, tornado de nuestro editorial de junio del ano pasado, recibe ahora confirmacion especialisima en lo que respecta a los paises hispanoparlantes. Segun anuncia mister Jesse L. Lasky, vicepresidente de la Paramount Publix Corporation, encargado de la produccion, en los estudios de Hollywood se empezara a trabajar en breve en una cinta hablada en espanol, que no sera una adaptacion sino una obra escrita originalmente en nuestro idioma. Cuanto podemos anticipar acerca de asunto de tanto interes para los publicos de la America Latina y de Espana es que el director de la obra sera Edward Venturini y que esta cae dentro de las del genero musical. No ve el detective inconveniente en ello, y acompana al que considera ya su prisionero. Si piensas escapar — monologa Kearney para su capote — , mal me conoces. . . j No ha nacido quien me de esquinazo despues de haberle echado yo el guante ! Pero no es en la fuga en lo que piensa Jaime Montgomery. Detenienaose ante una ii/* J de las maquinas de prensar, coloca, como por distraccion, ambas manos en ella. Y por muy pronto que se acude a detener el funcionamiento de los cilindros, estos magullan por completo los dedos del ingeniero . . . Practicada la primera cura, cuando Montgomery, vuelto en si, queda a solas con miss Wentworth y el detective, los dos hombres entran en explicaciones : — Las huellas digitales no se duplican. . . — dice el herido a Kearney, no sin cierta sorna. — Tendra que esperar varias semanas para obtener pruebas que faciliten mi extradicion . . . — I Conque esas tenemos, eh? — bufa mas que dice el detective. — i No comprende que lo que el quiere es ganar tiempo para exonerarse? — apunta miss Wentworth dirigiendose a Kearney. — Hablemos claro, Jim, — empieza el sabueso. — iEs por esto por lo que metio los dedos en la maquina? — Si, fue por esto. . . — contesta el herido. — Queria ganar tiempo para obligar a esa mujer a confesar la verdad. . . — Se los encontramos a Pete... — dice Kearney que, despues de reflexionar un momento, ha sacado de una cartera los cinco mil dolares de marras. — <;Son suyos? — Le di cinco billetes de mil dolares para inducirla a venir aqui. — Pete es inocente. . . — murmura el detective como Arquimedes hubiera podido gritar Eureka. En seguida, precipitandose al telefono, despues de pedir comunicacion con la Central de Policia, dice : — En el Hotel Morrison hay una mujer a quien quiere someter a un interrogators ... Si ha dicho la verdad — manifiesta despues a Montgomery-— yo mismo entregare al Gobernador la declaracion de esa mujer. . . La proxima vez que quiera la verdad de una mujer — observa, ya en la puerta, a guisa de despedida — no le mande dinero. . . mandele un policia. . . — Despues de todo no es tan cruel como parece. . . — apunta miss Wentworth a su I novio, refirendose al que acaba de salir. — ;No hables tan alto! — contesta el. — Si alguien se enterase le doleria. . . PAGINA 33