Mensajero Paramount (1931-1932)

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Mgnsajera tfaranuuuit que ver con ello, lo cierto del caso es que Glenister no experimento al ver de nuevo a su novia el menor deseo de reanudar los amores. El haberselo manifestado asl, encendio en el pecho de la desdenada la llama de los celos, pues achaco lo que acontecia a algun nuevo enamoramiento de Roy que lo alejaba de ella. Lo cual, y la intuicion que le senala a Helen Chester como causante del cambio que lastima en igual medida su cora;zon de enamorada y su orgullo de mujer, da motivo para que mientras la una procura calmar los animos de los habitantes de Nome y convencerlos de que deben aguardar con paciencia a que quede aclarado todo lo relativo a los titulos de las minas, la otra se entregue con empeno no menos constante a la labor opuesta de soliviantar la poblacion y lanzarla a resistir a mano armada a la autoridad legalmente constitulda. Como ultimo sacrificio en aras de la conciliacion y la prudencia, Roy Glenister y sus amigos resuelven contratar los servicios de un abogado al cual costearan el viaje para que vaya a alegar por ellos ante las autoridades federales de que depende el juzgado de Nome. Y dado que para esto necesitan dinero, se lo procuran mediante un golpe de mano que les permite tomar de la caja de caudales de la Midas el oro suficiente para llevar a la practica su intento. Mientras esto acontece, la Malotte no cesa en su tarea de emplear cuantos recursos le parecen propios para sembrar en el animo de Roy Glenister recelo y aun odio hacia Helen Chester. Hasta un ciego puede ver que es lo que la muy taimada se ha propuesto, le dice. Claro como la luz del dia es que solo trata de hacerles el juego al camastron del juez su tio y al ladino del alguacil, con quien sin duda tendra amores aunque lo disimule porque asi le conviene hacerlo por el momento. Esta jugando con Roy Glenister como con un nino. Y el, pese a la fama de hombre valiente y resuelto de que gozaba en toda Nome, se aviene a hacer docilmente lo que quiere la coqueta, pierde el tiempo en papeleos en vez de reclamar lo que le pertenece en la forma en que se ha acostumbrado siempre en estas tierras : j revolver en mano ! * * * El abogado a quien se habia enviado a interponer recurso contra las disposiciones del juez Stillman, regresa con una orden judicial en la cual se manda a este que reintegre a los propietarios de la Midas y de las demas minas en disputa en el goce de sus legltimos derechos. No tiene el juzgado de Nome por c o n v e niente hacerlo asi, y alega, para n o acatar 1 a orden, que no le consta que dicha orden sea autentica. Esto es la gota que derrama el vaso. Glenister y sus compa P AGIN A 23