Mensajero Paramount (1931-1932)

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Mgnsajera tyarammuit MARLENE DIETRICH LLEVA SIEMPRE CONSIGO VARIOS MUNECOS COMO MASCOTAS JT\URANTE su meteorica carrera artistica, Marlene Dietrich la inquietante heroina del film Paramount Marruecos ha colcccionado alrededor de si toda una scrie de amigos silenciosos que le dan la buena suerte, y de los que jamas separa, ni en el teatro ni en la pantalla. Sus amigos consistcn en media docena de grotescos munecos de trapo, con botones por ojos, y con brazos y piernas que adopt an les posiciones mas comicas y absurdas que puedan imaginarse. Estos munecos han aprecido cn cuantas peliculas ha trabajado Marlene. Durante sus dias de concertista o de actriz teatral, estuvieron siempre en su camcriiw, lanzdndole desde alii sus misteriosos efluvios de bienandanza. Durante su carrera artistica, los talcs munecos han viajado por gran parte de Europa, viniendo finalmente a parar a Hollywood. Naturalmentc, seguiran viajando con su duena, y la acompaharan en cada una de las peliculas en que trabaje, en tanto permanezcan enteros. Si se rompen, pueden sucedcr cosas terrifies. Asi, por lo mcnos, lo presiente Marlene. A Marlene Dietrich la “descubrio” Josef von Sternberg, cn tin escenario de revista musical berimes, en ocasion en que el popular director acudid a la capital prusiana a dirigir la primera pclicula hablada de Emil Jannings, El Angel Azul. A consecuencia del triunfo logrado por Marlene en dicha cinta, fue contratada por la P ar amount , y trabajo, apenas llegada a Hollyzvood, en la estupenda cinta Marruecos. ■1 ] It ;< <1 k T (< ’a ■s ( Marlene Dietrich con sus queridas mascotas l Long Island tiene su Hollywood | La horn de las extras cn el nuevo Hollywood creado por la Pt.rumr.unt. EA L HECHO DE QUE muy poca gente se pare a pensar que en I j Astoria de Long Island se esta desarrollando un nuevo Hollywood se debe, acaso, al poder atractivo de los rascacielos de que Nueva York esta lleno y que absorben la atencion del mas indiferente. Sin embargo, en ningun otro lugar del mundo, a excepcion de Hollywood, pueden encontrarse estrellas de la magnitud de Nancy Carroll, Ina Claire, Mary Brian, Maurice Chevalier, Fredric March, Claudette Colbert, Ed Wynn, y una infinidad mas de luminares de la pantalla. Por fuera, el estudio de la Paramount en Long Island no produce impresion romantica alguna. El inmenso caseron de cemento que lo contiene no se distingue grandemente de la fabrica de galletas de al lado, o de la otra fabrica de salsa mayonesa que apunta unas cuantas cuadras al fondo. La entrada, severa y desnuda de todo ornamento, dista rnucho de dar una idea del pais encantado que existe en los recintos del estudio, donde tantos han conquistado fama imperecedera. Largos corredores, sembrados de puertas, tras las que se encuentran oficinas, como todas las demas oficinas del mundo entero.. .finalmente, una puerta mas, y el pais encantado comienza a desplegarse ante los ojos asombrados del visitante. Han sonado cuatro campanadas, orden de silencio, y unas lucecitas rojas aparecen en el corredor. Esta es la serial de que la escena ha comenzado a rodarse, y de que esta terminantemente prohibido entrar en el estudio. Ante el visitante se muestran tres muros de una sala elegantemente decorada, de fondo anaranjado y adornos azulcs. Alguien, en la sala, liabla despaciosamente, en tono natural de conversacion. Es una danra alta, rubia, que se dirige a un caballero moreno, extranamente parecido a cierto famoso actor de la pantalla. Pendiente de un larguisimo brazo articulado, de apariencia monstruosa, hay un artefacto extranisimo, de forma cilindrica, de un pie de longitud y medio de anchura, suspendido sobre las cabezas de los actores, a las que sigue en sus movimientos. Es el microfono. Por encima de los actores, en el lugar que normalmente debiera ocupar el techo de la sala, hay una especie de plataforma articulada, donde un enjanrbre de operarios se dedican a enfocar luces poderosisimas. En el lugar donde debiera estar el cuarto tabique se encuentran las camaras, montadas en cajas especiales amortiguadoras de ruidos. El piso de abajo contiene cinco estudios, o escenarios, exactanrente iguales, en los que se ruedan, simultaneamente, escenas diferentes. En algunos de ellos se ruedan peliculas de corto metraje, generalmente comedias. Toda la produccion de corto metraje se hace en los estudios de Nueva York. Mas alia de los escenarios del estudio se en cuentran los diversos talleres de carpinteria, pintura escenografica, montajc, en todos los cuales se trabaja con actividad enteramente cinematografica cn la produccion de los famosos y dondequiera solicitados films Paramount. COMO TRABAJA CUANDO LE ENTREGAN UN ARGUMENTO JOSEPH VON STERNBERG J O PRIMERO que hay que ha^ cer con un argumento de pelicula hablada es reducirlo a fragmentos, en vez de llevarlo inmediatamente a la practica en la pantalla. Asi lo asegura Joseph von Sternberg, el director del film Paramount Marruecos, quien en sus varios ahos de carrera como metteur en scene ha logrado exitos dificilmente igualados por los de otros directores de Hollywood. Desde su ingreso cn las filas de la Paramount, jamas ha lxecho von Sternberg una sola pelicula que no haya sido aclamada por los criticos y por el publico como una obra maestro. “Cuando me entregan un argumento de pelicula, con su dietlogo completo, lo primero que hago es despojarlo de toda suerte de elementos extrahos, dice von Sternberg. Reduzco el asunto a una sola tinea, la que ha de scguir la pelicula, podando del argumento cuantos elementos no tengan cabida adecuada. Cuando un argumento de pelicula queda reducido a una sola clausula es cuando verdaderamente sirve para algo.” Von Sternberg revela la superioridad de su metodo en la pelicula Marruecos, que ha merecido, entre otros elogios autorizadisimos, el de monsieur Michael Clcmenceau, hi jo del ilustre estadista y gran conoccdor del Africa francesa, teatro de la accion. Facsimile de la carta de Michael Clemenceau . PAGINA 32