Mensajero Paramount (1931-1932)

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Mgnsaiera tfarammmt bio, donde hay unos retratos de rostros familiares, donde los pasos no son eco, sino cancion que acompana, como el alegre fuego de la chimenea hogarena . . . Y, ademas, los amigos. Albee el primero. — Permitame que la mire ... ; Hum ! . . . i Como ha cambiado ! al menos en lo fisico... i Y sentimentalmente? Sonrisa de Evelyn : — Creo que tambien. — ^No tiene usted ningun encargo que hacerme ? — pregunta Albee. — Si. Desearia librar de la carcel a Mary. — Ya me he ocupado de ello. Y puedo prometerle que antes de quince dias estara en libertad. — Gracias. — iNada mas tiene que mandarme? Me parece que ya se ha olvidado listed de que un numero, un uniforme gris. Vencida. Ni siquiera le quedan alas al espiritu. O’Bannon, sin que lo impidiesen los trabajos amistosos del abogado Albee, la envio a la carcel. Y aqui esta. — Entre todas ustedes — ordena una celadora — tienen que fregar este pavimento. Evelyn tambien. Pero el agua esta demasiado caliente para sus manos finas de muchacha ociosa. . . — i Ay ! — se abrasa Y una presa apostilla : — La senora duquesa debe reganar a la doncella porque le ha preparado un bano de agua hirviendo . . . Otra: — Conviene que vayas acostumbrandote... — No puedo. m a y o r d omo, viene hacia ella con un purl a d o d e violetas. — Acepte usted, s eh o rita, estas flores sencillas . .. Me h a n costado un dolar. . . Alegria de la casa recobrada, donde el aire es li E1 agente ha caido a diez pasos de ella. Con los ojos encristalados por el espanto. Con un hilo de sangre que le pinta de rojo la f rente. Como un muneco de guinol al que se le han roto los hilos. Muriendose. . . * * * La carcel : patios melancolicos, pasillos en penumbra, aire gris. . . una a una, la teoria de presas avanza. Eslabones de una cadena. Numeros en una fila. Evelyn es eso : Evelyn tiene que fregar ella sola todo el piso. Pena de las manos que fueron como flores de lujo. La vida es dura aqui, entre rejas, a lo largo de estos pasillos en penumbra, bajo el aire melancolico de la carcel. Evelyn dispone el cepillo, el cubo de agua que ha ido enfriandose. . . Lhia sombra humilde se acerca en tanto a ella. — iQue haces, Mary? — He venido a ayudarla, senorita. . . Evelyn siente que los ojos se le llenan de llanto. — ; Por que me llamas senorita? — Pues i como quiere usted que la llame? — Evelyn . . . Ahora somos dos companeras. . . Dos companeras, dos uni formes, que colaboran en la misma tarea subalterna. Si no hubiera agua, las lagrimas de Evelyn, serian suficientes. . . * * * Indulto. Evelyn vuelve a su casa. Que la recibe como con una sonrisa. Morson el P AGIN A T