Mensajero Paramount (1931-1932)

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Nuevo Mensajero Paramount HAROLD L HAROLD llega a Hollywood, la ciudad de sus suenos. Harold sabe que la gloria lo esta aguardando en la capital del Septimo Arte. Harold, deslumbrado por la vision de sus proximos, inevitables, inminentes triunfos cinematograficos, no advierte que, en vez de pisar el anden, introduce el pie hasta el tobillo en una sombrerera. Mas, l que es un sombrero, aunque su duena sea una mujer hermosa, ante el amor que nace en el corazon de un joven que dentro de breves dias sera un astro de la pantalla? Porque Harold, haciendo mas de lo que hizo Cesar, llego, vio, metio la pata y se enamoro. * * * Llueve a torrentes, y sin embargo, Harold, que no tiene alma de cantaro, siente que su espiritu recibe la caricia del sol. i Como puede ser esto? j Ah, es que Harold, pese al chubasco, ha encontrado una estrella ! No en el cielo, naturalmente, puesto que, aparte de ser de dia esta nublado, sino en la calle. Harold querria hablarle a la hermosa de amor, pero considera mas oportuno y urgente ayudarla a levantar la capota del automovil. Y aqui? empieza lo bueno. . . * * * La asistencia a la fiesta que da la esposa de influyente magnate del cine es asunto de vital importancia para Harold. Ya lo tenemos en la esplendida mansion, viendo estamos como sabe congraciarse con la dama cuya recomendacion ha de hacerle llano y practicable el camino de la gloria. jAh, pero, donde menos se piensa salta la liebre ! Harold, que lleva puesto un frac ajeno, el frac de un prestidigitador por mas senas, ve que empiezan a salirle de las mangas, de los Harold ha ido con el frac de un prestidigitador, y cuando menos lo piensa le salta la liebre. bolsillos, de todo el. conejillos, ratones, polios y quien sabe que mas. jfl Jji i Ha llegado el gran dia ! Es hoy cuando le diran a Harold algo de lo cual se halla Harold seguro de antemano : que las pruebas fotograficas y fotogenicas que de el se ban tornado demuestran que el cine necesita de Harold. Tan entusiasmado se halla nuestro La actriz espahola ha desperlado en el pecho de Harold una pasion muy mal correspondida. hombre que, no sabiendo que hacer, se cjuita una insignia que conserva como recuerdo de sus tiempos estudiantiles y condecora con ella a la actriz de ojos morunos y enigmatica sonrisa de vampiresa. Pero, Harold propone y el Director dispone : por absurdo, increible, desconcertante y fantastico que parezca, Harold no sirve para el cine ; cuando oyo que le decian lo contrario, oyo mal ; la triste verdad es que no sirve y no hay que darle vueltas. Faltan palabras para pintar su abatimiento que de puro tragico resulta comico. . . Y para que llueva sobre mojado, su ideal, la mujer de sus suenos, la Dulcinea de este Caballero andante del lienzo de plata, lo manda a paseo ; esta indignada porque Harold le regalo a la actriz la insignia de marras. ; Quien pintaria la cara que pone nuestro heroe ? Ademas, i para que pintaria aqui cuando todos pueden verla en la pantalla ? >|c ijc Estan tomando la escena cumbre de una pelicula que no tendra rival. Harold se 'W&L LOYD presenta en el preciso momento en que esa escena cumbre llega a su cuspide, y convierte aquello en un abismo. El galan, hecho una fiera, lo increpa. Harold, que sabe muy bien que a la ocasion la pintan calva, se dice para sus adentros : j Esta es la mia !, y le suelta al otro unas cuantas palabras energicas, antes de largarle un par de bot'etadas. Porque Harold, que ademas de sentirse actor se siente hombre de accion, se propone llevar a cabo una hazana. La cual es nada menos que rescatar a la cuitada dama que en poder del grosero galan gime cautiva. Ya ha empezado el combate, pelea, duelo o como ustedes quieran llamarlo, que el nombre no hace al caso v lo que importa es verlo para morirse de risa. * * * Ella se siente entusiasmada ante la proeza de Harold. El director declara a cuantos quieren oirlo que en toda su cinematografica existencia no ha visto pelea mas fiera, empenada, descomunal, fantastica, risible y filmable. Ese jovencito de las gafas promete, vaya si promete. Es un jovencito que se las trae y al cual no hay que dejarlo irse sin un contrato que asegure para el cine este nuevo hallazgo. Pero, mientras que el director piensa de este modo, Harold, a quien no le pasa siquiera por el pensamiento que el director pueda estar pensando lo que piensa, emprende una retirada estrategica. Todo se ha perdido, dice Harold para su capote, y no es cosa de perder tambien la vida o, cuando menos, verla seriamente comprometida en desigual reyerta. Alguien sigue a nuestro heroe que se aleja del Estudio. j Quien ? j Quien ha de ser sino la heroina ! Tras de la tempestad viene la Al inundarse el Estudio, Harold sigue peleando, no ya como un tigre, como un tiburon. PAGUSA 60