Mensajero Paramount (1937–1938)

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Jípeles em," sljrray : :pogeo con jche que >i e sajlbert a que la en ra la y del a de |or de Acaor de 3ndeboran las ripíelo les (Sale Sondergaard, seductora actriz de teatro, aplaudida en los mejores de los Estados Unidos y admirada en la pantalla de todos los cines; Bonita Granville, Virginia Weidler y Bennie Bartlett, despiertos actorcillos que han hecho ya en más de una ocasión las delicias del público; Beulah Bondi, inolvidable característica de "Herencia de muerte"; Edward Ellis, veterano actor que tan sonado triunfo logró hace poco en "Milicias de paz," bien así como Louise Dresser, Harvey Stephens, Brandon Hurst, E. E. Clive, Donald Meek, Halliwell Hobbes, Zeffie Tilbury, Pedro de Córdoba y Sterling Halloway, darán sobrada ¡dea de lo que es, tanto por su número como por su calidad, el reparto de "La Doncella de Salem." Un director como Frank Lloyd; un reparto verdaderamente estelar, encabezado por Claudette Colbert y Fred MacMurray; un drama grandioso, patético: he aquí, entre muchas otras, las razones que señalan a "La Doncella de Salem" como una de las películas cumbres. hlZukor enta a CCLEEET y ¡cMUERAy ion de fCANK LLCrC a de Salem" ten Gale Scnder&aard* r, Edward Ellis, y Eonita Granville I Lloyd • producción de Estabrook taraíticunt MENSAJERO PARAMOUNT LA ADIVINA HAITIANA que le dice la buenaventura a Claudette Colbert habla de un forastero alto, buen mozo y de cabellos oscuros del cual ha de enamorarse perdidamente. Al oír tal pronóstico, la interesada se queda pensativa, en tanto que algunas de sus amigas sonríen como si les constara que lo que la haitiana acaba de anunciarle, más que un hecho futuro, es un hecho cumplido. VIRGINIA WEIDLER y sus amiguitas hallan más interesantes que cualquier juego los cuentos de brujas que les lee Bonita Granville. ¡HAY BRUJAS EN SALEM! Harvey Stephens y Dale Sondergaard oyen de boca de Donald Meek la noticia que tiene alarmados a todos. EL SORDO Y CRECIENTE MALESTAR que desde hace días reinaba en Salem necesitaba sólo un pretexto para desencadenarse en tempestad furiosa; y ese pretexto lo da Bonita Granville cuando, fingiendo hallarse poseída por los espíritus infernales, cae en brazos de su padre Edward Ellis, quien, lo mismo que las demás personas testigos del caso, clama venganza contra los hechiceros. PAGINA 9