Mensajero Paramount (1937–1938)

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Marlene Dietrich en 1ADY MARÍA BARKER (Marlene -^Dietrich) tiene, si juzgamos por las apariencias, todo cuanto una mujer necesita para ser feliz. Es hermosa, vive rodeada de comodidades y de lujo, brilla en los salones más aristocráticos de Londres. Su esposo, el eminente diplomático Sir Federico Barker (Herbert Marshall), con el cual se casó por amor, fué también al matrimonio perdidamente enamorado de ella. Mas a pesar de todo esto, Lady Barker no se siente dichosa, ni tan siquiera conforme. Pasados los primeros meses, durante los cuales parecía que la ilusión del noviazgo se prolongaba en la vida de casados, Sir Federico volvió a engolfarse de nuevo en las atenciones de su cargo diplomático ; y Lady Barker empezó a percatarse, cada vez con más desconsoladora certidumbre, de que esta existencia monótona, descolorida, y en cierto modo melancólica, que lleva en su hogar, no es ni con mucho la que había imaginado al casarse. Sin saber exactamente por qué, pero con la vaga e inconfesa esperanza de que allí "Ángel" encontrará, siquiera por un día, por una hora, aquel motivo de ensueño que es, en caracteres como el suyo, elemento indispensable de vida, Lady Barker aprovecha uno de los frecuentes viajes de su esposo a Ginebra y efectúa, sin que él lo sepa, rapidísimo viaje a París. Allí conoce, en el no muy bien reputado salón de una gran duquesa rusa, a Antonio Halton (Melvyn Douglas). Es éste joven, impetuoso, romántico ; un hombre, en suma, en quien encarna ese tipo ideal con el cual soñó ella Con Herbert Marshall Melvyn Douglas Edivard Everett Horton Laura Hope Crews y Ernest Cossart siempre, y que por algún tiempo había creído encontrar en Sir Federico. Después de breves horas que pudieron haber sido el comienzo de divina aventura, acaso de definitivo amor, Lady Barker y Halton se separan. Para ella queda siendo él una de esas personas cuyo paso iluminó nuestra vida, pero tan fugazmente que, con el correr del tiempo, llegamos a dudar si en verdad existieron o si las conocimos sólo en sueños. Para él, Lady Barker, que mantuvo el incógnito durante toda la entrevista, será solamente Ángel, el nombre que le dio, por llamarla de algún modo, en vista de que se empecinaba en no decirle cuál fuese el suyo verdadero. Por invitación de Sir Federico, con el cual se ha encontrado en Londres, Halton va a comer a casa del diplomático, donde no acaba de salir de su sorpresa al reconocer en Lady Barker a Ángel, la hechicera incógnita de París acerca de la cual le había hablado con tanto entusiasmo a su anfitrión. En el primer momento en que puede hablarle a solas, le implora que acceda a MENSAJERO PARAMOUNT