Mensajero Paramount (1927)

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Mensajera tyaramaunt 'El Mundo oc Sus Pies" DOLPH ZUKOR y JESSE L. LASKY Presentan a FLORENCE VIDOR e n "EL MUNDO A SUS PIES" ("The World at Her Feet") con ARNOLD KENT Dirección de LUTHER REED líunto tomado de una obra de GEORGE BERR y LOUIS VERNEUIL aptación a la pantalla por DORIS ANDERSON Película Paramount REPARTO lia Florence Vidor cardo Arnold Kent I ma Margaret Quimby Doctor Pauls Richard Tucker detective William Austin cliente David Torrence ARGUMENTO Narración de José Liado de Cosso ¡7\L calendario marcaba aquel día, para ¡I i los esposos Randall, una efemérides importante, la dulcísima e inolvidable primer aniversario de su casamiento. Ambos cónyuges practicaban juntos sus carreras de abogado, mas todas las complicaciones de la vida legal no bastaban a empañar en lo más mínimo la límpida luz de aquel recuerdo que tan fuertemente brillaba en el cielo de su felicidad. — Ricardo — decíale Julia — a su marido — , ¿has pensado en lo que para nosotros significa este hermoso día ? — No, no encuentro en que se diferencia de todos los otros — contestábale Ricardo, esforzándose por aparecer ingenuo y olvidadizo. Y mientras, un velo de decepción velaba momentáneamente la sonrisa zalamera que dibujábase poco antes en el rostro franco y expresivo de Julia. — Pues toma, toma eso y procura refrescarte un poco la memoria — le replicaba. Y Ricardo tomaba entre sus manos un lindo estuche en el que resaltaba un elegante encendedor automático, junto con una pequeña cartulina que rezaba : "A Ricardo en nuestro primer aniversario." El olvidadizo esposo fingió un ataque de crudo enojo y se empezó a recriminar con altas voces, acusándose de todas las sandeces, y exclamando repetidamente : ■ — ¡ Estúpido de mí ! ¡ Olvidar un día como este ! Julia, llévate el sombrero de la mesa y no me hables, me desprecio, soy un ingrato. , . Llévate, llévate el sombrero de la mesa. Julia, aunque lastimada interiormente, ante las repetidas demandas de que se llevara el sombrero, cosa que no poco rara le parecía, lo cogió por fin, para hacer lo que se le decía, mas al levantarlo vio debajo de él un hermosísimo broche de diamantes refulgentes, que se destacaban como diminutas estrellas contra el fondo de terciopelo oscuro del estuche. — ¡ Oh ¡ ¡ Qué hermosura ! . . , — ¿Y creías tú, toñtuela, que podía olvidarme de un día como ese ? . . . PAGINA 9