Mensajero Paramount (1927)

Record Details:

Something wrong or inaccurate about this page? Let us Know!

Thanks for helping us continually improve the quality of the Lantern search engine for all of our users! We have millions of scanned pages, so user reports are incredibly helpful for us to identify places where we can improve and update the metadata.

Please describe the issue below, and click "Submit" to send your comments to our team! If you'd prefer, you can also send us an email to mhdl@commarts.wisc.edu with your comments.




We use Optical Character Recognition (OCR) during our scanning and processing workflow to make the content of each page searchable. You can view the automatically generated text below as well as copy and paste individual pieces of text to quote in your own work.

Text recognition is never 100% accurate. Many parts of the scanned page may not be reflected in the OCR text output, including: images, page layout, certain fonts or handwriting.

Mensq/era tfaramaunt "El Hombre que Triunfó Argumento SIN rumbo fijo, cual veleta que el viento hace girar constantemente, Tomás, escondido en el ventrudo i n t e"rior de un furI gón de carga, se I dejaba llevar a donde la suerte lo condujera, sin importarle su ¡destino. Iba el tren a ■entrar en agujas para detenerse len la estación próxima, y lomas aprovechaba la lentitud de i la marcha para ■^saborear con ¡parsimonia el panorama monótono de la campiña. — ¡ Qué lugar tan triste es ese ! — decíase a sí mismo - Jamás me avendría a vivir una vida tan estrecha y poco divertida. Mas, apenas pronunciadas estas palabras, apercibió, en medio de la vía de un ramal contiguo, un automóvil tras cuyo volante sobresalía una cabecita joven y encantadora, con un rostro plenamente iluminado por el resplandor de una sonrisa. Un tren que venía en dirección contraria amenazaba destruir el automóvil de la niña de la sonrisa, y Tomás, abarcando la situación de una ojeada, saltó del furgón donde viajaba, y poniendo por obra las manos, al mismo tiempo que los apercibimientos, empujó la v máquina fuera del lugar, recibiendo como premio de sus esfuerzos otra sonrisa, más hechicera que la que antes había apercibido, y \ un apretón de manos, cordial y sincerísimo, que acabaron de subyugarlo. Fuese la joven en su auto y quedóse Tomás con la buena impresión de aquel encuentro \ amable e inesperado. — ¿Adonde ir? ¿Qué hacer? — preguntábase el itinerante. Y mudando sus proyectos al influjo de aquella sonrisa, vio de pronto la luz en las tinieblas de su pesimismo, y encaminando sus pasos hacía la villa vecina, en dirección al lugar donde había visto desaparecer la niña del automóvil, iba expansionando el fuelle de sus pulmones, bebiendo el aire revivificador de la campiña y dando pábulo a las ideas que de su imaginación surgían, cada vez más pintureras y reconfortantes. * * * Al dar la vuelta de una calle donde estaba estacionado un voluminoso tractor-tanque, de tipo parecido a los que él había manejado en Flandes como capitán de una compañía de ingenieros, oyó una voz, no desconocida, que fuertemente gritábale de esta manera : —¡Capitán Roberts ! ¡Capitán Roberts!... Volvióse Tomás y vio que el que lo llamaba era un negrito a quien en su compañía habían bautizado con el apodo de Veneno. — ¡Tú aquí. Veneno ! ¿Qué haces por estos mundos? ■—Pues, mi amo, ya lo ve. Aquí trabajando y cuidando de la limpieza de esta planta. PAGINA 21