Mensajero Paramount (1927)

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Mgnsa/era ^aramaunt (,í La Gracia de Alá el diablo, no tanto para huir de la justicia como para escapar de sus dos compañeros con quienes tenía que dividirse el dinero de la bolsa. Dueño del dinero del rico mercader, el Zorro dióse una vuelta por el mercado de esclavas. Toofeek, el mercader de esclavas, al ver el continente distinguido y, sobre todo, la bolsa repleta del recién llegado, tomólo por un joven caprichoso y manirroto con quien podía hacer negocio lucrativo y fácil. i ARGUMENTO ACE mil y pico de años, en la ciudad de Kaspar, en la Mesopotamia insigne, vivían tres ladro s. Uno de estos ladrones era gordo coun tonel, el otro delgado como un hilo y el tercero no era ni gordo ni flaco, pero sí era muy listo y le llamaban el Zorro. A la ciudad de Kaspar fué un día un rico mercader procedente de la campiña cercana, y los tres ladrones, al verlo, tan rico y tan confiado, decidieron apoderarse de la bolsa que llevaba. El Zorro, que era el más listo de los tres ladrones, le escamoteó lindamente la bolsa al rico mercader y echó a correr como alma que lleva la tarde, flor de la selva... Y como en el mundo no hay dinero para comprarte, te sacaré de aquí sin darle un denario al barbas de chivo de Toofeek. Y así dijo el Zorro. Y no sólo lo dijo, sino que una hermosa mañana, burlando la estrecha vigilancia de los guardianes de Toofeek, el Zorro saltó las tapias del jardín del mercader de esclavas, llevando en brazos a la más hermosa de sus flores : a la hechicera Joy-El. Enamoróse el Zorro de la más bella de las esclavas de Toofeek y ofreció por ella ai viejo' mercader más dinero del que pensaba darle. Joy-El, que así se llamaba la bella esclava, deseosa de salir de su prisión en brazos de tan rico y apuesto galán, dirigióle al Zorro una mirada tan significativa, que de haberla notado el viejo Toofeek, no habría sido víctima del timo que el astuto Zorro le preparaba. — En el desierto hay un oasis donde cabemos los dos. . . Bajo palmeras que se inclinan al peso de sus dulces frutos hay una fuente de aguas cristalinas. . . Dale a Toofeek el dinero que pide por mí y vamonos al desierto — le decía muy quedo al oído la encantadora Joy-El al astuto Zorro. A lo que éste respondía : — En todo el mundo de Alá no hay dinero suficiente para comprarte, lucero de Sentados a la sombra de las esbeltas palmeras que circundaban el jardín del palacio del Sultán, el Zorro y Joy-El, dulcemente abrazados, se entregaban a las más bellas fantasías. — Yo nací para reclinarme en cojines suntuosos. . . Mi estrella vaticina que un día seré la favorita del Sultán — decía Joy-El a su libertador amado, dirigiendo sus negros y grandes ojos hacia las blancas murallas y las verdes celosías del palacio del Sultán. — Mi estrella predice que en ese día le arrancaré las barbas al Sultán . . . — asentó con aterradora decisión el atrevido Zorro. Ataviada y enjoyada con el esplendor de una princesa egipcia, Joy-El parecía la misma gracia de Alá descendida a la tierra para el regalo de humanos ojos. PAGINA 1S