Mensajero Paramount (1927)

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Mensa/era tfaranwiuit U \l)ol l'll /l KOK j JESSE L. LASK1 presentan a l)() i (;las MAC lean L, A GRACIA DE ALA ("Soft Cushions") Película de la Paramonnl basada en un argumento original de George Randolpfa Chester > dirigida por EDI ARD FRANCIS CLINE " REPARTO Asían <7 Zorro. Ihmglas MacLean Jaafar I'runk Leigh kamakin Rnssell Poicell Joy-El. una esclava. . . .Site Carol Toofeek Richard ('arle kadi Wtulv Roteler I n escriba Sigel de Brulier El Vizir Albert Prisco El Sultán Albcrt Gran Capitán de la Guardia, Noble Johnson Un conspirador. .. .Boris Karloff Un palurdo Harvey Clark Un eunuco Héctor Samo Película Paramount Y, sin embargo, Alá, en su in mensa sabiduría, había querido que Joy-El fuese la esposa de un vagabundo y ladronzuelo de baja estofa. En aquellos tiempos los hombres no eran tan virtuosos como ahora y los ladrones no habían aprendido todavía a ser honrados. Y así el ladrón gordo como un tonel y el ladrón delgado como un hilo, no olvidaron el juramento que hicieron de cobrarse la parte que les correspondía del atraco del rico mercader campesino y que el Zorro se había llevado. Nos dividiremos la parte de Asían el Zorro y partiremos con la primera caravana que salga para la bella ciudad de Alejandría — le dijo el ladrón delgado al gordo. Mas los dos ladrones no sabían, o no recordaban, que un ladrón prudente tiene siempre alguna habilidad que sus compañeros ignoran. Y la habilidad del Zorro consistía en saber emplear las piernas oportunamente y la ocasión era la más propicia para ello. Interrumpida la boda de Asían el Zorro con la bella Joy-El por la inoportuna intervención de sus dos compañeros, los esclavos de la guardia del Sultán condujeron a la doncella a su presencia. Al ver a Joy-El, cuya belleza nublaba y aun eclipsaba la de todas las esclavas del viejo Sultán, las barbas secas y blancas del monarca, que el Zorro jurara arrancar el mismo día que Joy-El entrase en el palacio, temblaban como tiemblan los L PACIM /» montes y los valles cuando los azota la cólera irresistible de Al Disfrazado impecablemente con la túnica de seda del Vizir, qi con gran destreza y habilidad se robara, Asían el Zorro se introdu de rondón en el palacio del Sultán para llevar a feliz término doble misión que se impusiera : rescatar a la hermosa Joy-El y m sarle las barbas al monarca. Cercado de esclavos de aterradora talla y atezado cuerpo estaba el viejo Sultán, sentado en el centro de un tablado embellecido con los más ricos tapices y divanes que fabricara el Oriente, y rodeado de hetairas y esclavas. Ordeñándose suavemente la luenga y trémula barba, el anciano contemplaba a la hermosa JoyEl, la de los ojos de hurí y cuerpo de magníficos contornos, a la que para envidia de las demás esclavas quería hacer su favorita. De repente, unos soldados avanzaron hacia el sultanesco solio, empujando a un mozalbete que, insolente, los desdeñaba e insultaba. Rojo el rostro de cólera y celos al ver que el Sultán se atrevía a profanar con sus lascivos ojos el cuerpo inmaculado de Joy-El, Asían púsose de un salto lejos del alcance de sus guardianes y de otro salto al alcance de las barbas del Sultán, las cuales tiró y mesó a su sabor ante la i^^JtL. estupefacción y asombro ^H|i de esclavos, eunucos, guardias y soldados. — ¡ Ah, perro ! ¡ Que Alá nos ilumine el entendimiento para proceder con rapidez y justicia a tu ejecución! — gritó colérico el Sultán. Constituido el tribunal que debía juzgar al Zorro por el delito de lesas barbas, los altos jueoj le condenaron, como gracia especial por complacer a Joy-El, qt intervino en favor del reo, a perder la mano derecha, culpable di gravísimo desacato. Mientras el verdugo afilaba el hacha para ejecutar la terribj sentencia, el Zorro revolvía las células de su cerebro por encontr; un medio de conservar la mano derecha. — Deseo hablar dos palabras a solas con el Sultán — dijo, de fij pente, el Zorro. Conducido nuevamente a presencia del Sultán con las seguridij des debidas, el Zorro pidió permiso para hablarle al oído y, 111 vez concedido, le dijo: — Señor, conozco la caverna donde guarda sus tesoros el jelj