Mensajero Paramount (1927)

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Mensa/era tyaranwiuit las apariencias y pagando sus cuentas en el cabaret ■ron cheques sin valor, que invariablemente son devueltos con la anotación de sin fondos, o cuenta corriente agotada. Mientras tanto, Sam y Carota siguen esforzándose en sofocar una pasión jue no ha de tardar en manifestarse de una malera irresistible y espontánea. La noche del 31 de diciembre todo es animación r bullicio en el cabaret de Lucky Sam. Los asiduos r numerosos concurrentes al famoso restorán del :x-pugilista esperan entre baños de champán el dvenimiento del nuevo año. Sentados a la mesa le costumbre, ante Matos colmados de os más suculentos nan jares, los cuaes permanecen inactos mientras las :opas no des:ansan, se encentran 1 o s m i g o s de arlota con fcsta p r e s iliendo. Al soliar la medianoche, el bullicio y la algazara apagan las discordes voces le] jazz. Enoquecido por p champán, Idrge pretenle forzar sus ¡nsinuaciones imorosas e n larlota, 1 a s uales ésta rechaza indignada y temerosa de las consecuencias. Desmechado y ciego de celos, Jorge se dirige precipitadamente al desacho de Sam y coge un revólver de éste del cajón del escritorio. Tambaleándose por entre las mesas y las sillas y atrepellando a los Omensales, Jorge llega a la mesa donde está sentada Carlota en ompañía de Monty. Se apagan repentinamente las luces, suena m disparo y al hacerse nuevamente la luz, aparece Monty en el uelo, exánime, con un pistoletazo en la sien de la cual mana abundante sangre. La confusión en el cabaret es enorme. Al llegar la policía, Sam 'culta a Carlota en una habitación secreta para evitarle todo comiromiso. Al prestar declaración, Sam, con sublime abnegación, se onfiesa autor del crimen para escudar a Jorge, quien desapareció |iisteriosamente. Un instante después, cuando la policía se dispone detener a Sam, se presenta el pugilista Cañonero empujando a. orge, quien, muerto de miedo, protesta su inocencia con lastimeros ritos. La pasión irresistible que Carlota y Sam trataban en vano e ahogar en el fondo de sus corazones se manifiesta en toda su eroica sublimidad. Examinado el occiso, el médico forense dictauna que se trata de un suicidio. Gunboat Smith, célebre boxeador de peso completo, recibió una severa tanda de guantazos y sopapos de manos de Thomas Meighan, protagonista de la película La vida es un azar, durante la impresión de la misma, que le obligó a pedir una tregua de unos minutos al popular primer actor de la Paramount. Con el fin de infiltrar el mayor realismo posible en la película, el director James Cruze, que es hombre que conoce el paño en asuntos cinematográficos, ordenó a Thomas Meighan que tomase unas cuantas lecciones de boxeo en el gimnasio de la Paramount antes de comenzar la filmación de la película. El preceptor de Meighan fue Gunboat Smith, pugilista muy conocido en los círculos atléticos de la costa del Pacífico. He aquí como el Cañonero, si hemos de dar al pugilista el equivalente de su apodo en español, se expresó ante un periodista cinematográfico, que estuvo en el estudio de la Paramount mientras se impresionaban las escenas principales de la película La vida es un azar: — Yo sabía — habla Gunboat — que Meighan jugaba el golf como un profesional ; sabía asimismo que nadaba como un pez ; pero no sabía que Tom fuese capaz de hacerme morder las tablas del ring con una derecha formidable que me dejó aturdido y sin aliento por espacio de unos cuantos minutos. La culpa fué mía, pues antes de comenzar el combate yo le advertí cómo debía protegerse a sí mismo y cómo debía atacarme a mí. Tan al pie de la letra tomó Meighan mi consejo, que un momento en que yo esperaba un punch en el pecho o un ligero golpe sin consecuencias en la quijada, me arreó tan tremendo guantazo en la mandíbula que me echó a dormir por un minuto. Gunboat se olvidó, sin duda, de que Thomas Meighan mide seis pies de estatura, pesa 175 libras y su condición física es excelente. "La impresión que recibimos al ver Chang fué estupenda." — Star, Londres. PAGINA 27