Teatro Al Dia (January 1938)

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El Teatro Americano O Otras naciones, no obstante, desdeñan quedar rezagadas, y van rápidamente colocándose en primera fila, dice D. Arturo E. Meyer, que conoce muchas NO SE PUEDE negar, y es ésta una verdad positiva, que los teatros y cines de los Estados Unidos llevan la delantera al resto del globo (incluyendo gran parte de los del Canadá). La mayoría de los norteamericanos y los miembros de la industria cinematográfica, están convencidos de que el público de otros países tiende poderosamente a preferir las cintas que se producen en Hollywood a las de cualquier otro origen. A pesar de esto, no es ciertamente la calidad de las películas americanas tan sólo lo que las hace tan populares en todo el planeta. La causa principal de la alta posición que ocupa la industria del cine en la patria del Tío Sam, es ineludiblemente la superlativa belleza y cuidado esmerado de sus teatros. Esto nos lo asegura una autoridad en la materia, el señor Arturo E. Meyer, quien durante dieciséis años ha estado en íntimo contacto con todo lo que se refiere a exhibiciones de cine, ya en apartadas regiones, ya en tierras cercanas. Acaba nuestro amigo Meyer de ser ascendido a la posición de Gerente General de Ventas de la International Projector Corporation, sucediendo en este cargo al señor Herbert Griffin, que por muchos años tuvo esta misión, y quien es ahora vicepresidente ejecutivo de la misma organización. Está identificado el señor Meyer con dicha compañía desde julio de 1921, habiendo sido hasta hace poco su Gerente General de Exportación, y ha podido, por consiguiente, observar muy de cerca el desarrollo de la industria en la China, el Japón, Siam, la India, el Estrecho de Malaca y todos los países de la América Central, México y la América del Sur. “Aún Inglaterra,” manifiesta el señor Meyer, “está desprovista de ciertos contribuyentes generales para la exhibición de películas, los que son enteramente usuales en los Estados Unidos. Y por supuesto, no hay que olvidar que los teatros de Inglaterra están a mucha mayor altura que los de otros países que he visitado. Permítaseme explicar esto con más claridad.” Y al expresarse así, como si no hubiese quedado del todo satisfecho, tornó sus miradas el señor Meyer hacia el ancho espacio fuera de su ventana, desde donde se puede contemplar el famoso puente de Brooklyn, y cruzando sus largas piernas (mide Meyer más de seis piés de estatura, siendo su cuerpo enjuto y arrogante), se entregó a profunda y breve meditación. “Existen muchos teatros en Inglaterra” continuó, “tan bien diseñados y tan magníficamente equipados como los mejores nues 5 CEREMESTRE DE 1938 tros. La diferencia es que esta clase de teatros se encuentra en los Estados Unidos en todas partes, pudiéndose hallar a cada paso soberbios equipos sonoros, las más altas normas de funcionamiento y conservación y otras notables características, en cualquier teatro de una ciudad pequeña. Este estado de cosas no existe en ningún otro país del mundo. “Tomemos como punto de partida, nuestros proyeccionistas. Sus colegas de Inglaterra, cuyas condiciones de trabajo son las que mejor se pueden comparar con las de nuestro país, no están tan bien adiestrados como los nuestros, trabajan largas horas y sus sueldos son bajos; muy frecuentemente, también, tienen que arreglárselas con equipos antiguos y de lenta operación. ' “Aún más, en muchos teatros, el proyeccionista comienza a trabajar muy temprano en la mañana y termina muy entrada la noche. Si hay necesidad de composturas O reparaciones, él mismo tiene que ejecutarlas. Si el teatro cuenta con escenario para representaciones, tiene que ayudar al arreglo de las luces y los efectos generales. Al mismo tiempo, tiene que manipular los proyectores, controles eléctricos y otros artefactos, y bien puede suceder que la máquina de efectos no sea sino un estereóptico con algún accesorio gelatinado. El jornal del operador es de más o menos unos 15 dólares semanales. “Al contemplar tales condiciones, realmente nadie puede menos que ádmirar al proyeccionista británico por su interés y aplicación al trabajo. No están estos profesionales regidos por sociedad alguna. Por una razón u otra, el proyeccionista británico ha rechazado los esfuerzos encaminados a incorporarlo en comunidades. Existe, sin embargo, una organización llamada Gremio de Proyeccionistas y Técnicos del Cinema Británico, que está emprendiendo una labor educacional efectiva y que será de bene es un Modelo Arturo Meyer en Calcuta, acompañado del distribuidor de los Proyectores Simplex en la India, el Sr. E. D. Klamka. ficiosas trascendencias en cuanto a las normas y métodos generales de proyección en las Islas de la bella Albión. Hay, a pesar de esto, un amplio campo virgen que explotar en Inglaterra, y es el de convencer a los operadores de ese país, de la importante labor que un diestro y hábil proyeccionista puede realizar, proveyéndose de un equipo moderno, que reporta ganancia en dinero y ahorro de tiempo ilimitado. Sin embargo, la enorme utilidad de estos desembolsos no está todavía tan extensamente comprendida como en los Estados Unidos. El que suscribe preguntó al señor Meyer si tal conocimiento no debería ser propagado por una industria organizada. A lo que nuestro amigo replicó : “Ciertamente este es el caso. Ahora, bien, en ninguna otra parte está la industria del cine tan bien arraigada como en esta república, en donde juega un papel prominente en los negocios del país. No debemos olvidar tampoco que entre nosotros los circuitos teatrales están a la cúspide de los negocios, y que su funcionamiento concierne a todos los ciudadanos. Dígase lo que se diga, su influencia ha sido altamente beneficiosa para la industria en general y para otros rames de negocios estrechamente relacionados con aquélla. En los últimos dos años, el Japón ha pasado por (Sigue en la página 45)